Wednesday, January 16, 2008

Corrupción no será eterna en la Argentina

Corrupción no será eterna en la Argentina

Por: Rosendo Fraga
Ámbito Financiero

El dinamismo mediático internacional de Sarkozy ha proyectado a las FARC al plano mundial.

Se trata de un fenómeno singular: la sobrevivencia de una guerrilla marxista a comienzos del siglo XXI, en el tercer país en población de América latina.

Ello, en mi opinión, puede explicarse por dos fenómenos. Uno es la combinación con el narcotráfico, que le ha dado a esta organización el sustento que otras perdieron con el final de la Guerra Fría.

Pero el segundo -y ésta es la gran diferencia con el éxito que tuvieron los procesos de paz en América Central en los casos de las guerrillas nicaragüense y salvadoreña- es que las FARC, si se vuelcan a la política, no tienen ninguna posibilidad de tener éxito electoral, dada su total impopularidad en Colombia. Según el último Latinbarómetro -la encuesta que se realiza anualmente en América latina desde hace una década y media-, Alvaro Uribe es el presidente de la región con más popularidad en su propio país y ello, en gran medida, se debe a su política dura contra las FARC.

La imposibilidad de tener éxito en el plano político democrático y la pérdida del rédito económico que deja el narcotráfico son, en última instancia,las dos causas centrales por las cuales las FARC rechazarán desarmarse.

En los últimos días de diciembre, el tema de la violencia en Colombia fue discutido en Buenos Aires por un grupo de historiadores y académicos, a partir de la exposición realizada por el historiador colombiano Eduardo Posada Carbó, quien ha publicado hace tres meses el libro «La nación soñada. Violencia, democracia y liberalismo en Colombia».

Su tesis central es que una de las causas de la persistencia de la violencia en su país es la interpretación -predominante en la historia y la cultura- de que la violencia es una suerte de fenómeno congénito en la sociedad colombiana, que se origina en la conformación social y cultural del país.

# Destacado

Según su punto de vista, los historiadores suelen destacar las guerras civiles y sus crueldades en el siglo XIX, las dictaduras en la primera mitad del siglo XX, episodios de fuerte violencia político-social como el Bogotazo y en las ultimas décadas las guerrillas, que junto con el narcotráfico y los paramilitareshan caracterizado la situación colombiana, como manifestaciones de un mismo proceso que se torna inevitable.

Agrega que en el arte y la cultura se fundamenta la misma percepción. Tanto en la literatura, con las obras de García Márquez como su clásico «Cien años de soledad», como también la mayoría de los pintores y escultores suelen mostrar una identidad violenta de Colombia y los colombianos.

En su opinión, el país también tiene una tradición civil, liberal y democrática, que comienza con los fundadores y promotores de la independencia nacional a comienzos del siglo XIX, que abrevan en las ideas de las revoluciones francesa y americana, y en las distintas iniciativas de ordenamientos constitucional a lo largo de ese siglo, de las cuales se nutren los pactos y acuerdos políticos del siglo XX. Esto permite al país tener la democracia más estable de América del Sur, pese a la violencia. Si se asume que ella ha estado siempre en el ser colombiano y es algo inevitable, no hay posibilidad de intentar un cambio. Si, por el contrario, se parte de la base de que el país tiene otra tradición de tipo institucionalista, es posible utilizarla para intentar modificar el presente y de ahí la importancia de la tesis de Posada Carbó.

En mi opinión, la interpretación de la historia siempre es una clave central de la acción política y respecto de la Argentina se puede hacer un análisis análogo al que realiza sobre su país este historiador colombiano.

# Quimera

La historia desmitificadora nos dice que muchos de los próceres fueron corruptos, que el país exitoso del Centenario en realidad era una quimera inventada por las clases dirigentes para justificar sus privilegios, que nuestra obra literaria nacional, el «Martín Fierro», nos muestra ya entonces la realidad de la injusticia social, los consejos del Viejo Vizcacha -como hacete amigo del juez- evidencian que en realidad no hay nada nuevo en el tema de la falta de calidad institucional y el tango Cambalache de Discépolo, ya acercándose la mitad del siglo XX, nos confirma que la corrupción y la injusticia son algo inevitable en la Argentina.

Pero frente a ello, también se puede presentar una interpretación de acuerdo con la cual la Argentina fue uno de los fenómenos de cambio más relevantes del mundo entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. El país en un siglo pasa de ser aproximadamente el 2% de la economía de América latina al 50%; en un cuarto de siglo de vigencia de la Ley 1.420 de educación laica gratuita y obligatoria entre 1885 y 2010, el país logra ser el más educado de la región y es el país del mundo que recibe más inmigración europea de acuerdo con su población, superando incluso a EE.UU., porque las perspectivas de progreso eran internacionalmente reconocidas.

La primera línea de interpretación lleva a una aceptación del actual funcionamiento de la Argentina como el único posible; en cambio, la segunda plantea que los procesos de cambio y progreso son viables.

En el caso de Colombia, la violencia aparece como el mal endémico, mientras que en la Argentina la corrupción y el cortoplacismo parecieran serlo. En ambos casos, una interpretación de la historia puede servir para justificar el statu quo, pero también otra, para mostrar que un país distinto es posible y se lo puede intentar.

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