Wednesday, April 30, 2008

Enfriando la heladera

Enfriando la heladera

Por: Alejandro Tagliavini
Ámbito Financiero

El gobierno se niega a enfriar la economía. En realidad, se niega a recortar los gastos que se cubren, básicamente, vía represión tributaria o emisión monetaria (el circulante creció 305% desde 2003, llegando a 7,4% del PBI).

Si uno no está intoxicado por las «estadísticas» K y la propaganda oficial, puede observar a simple vista que no ha existido, más allá de un rebote natural desde la trágica era Duhalde, crecimiento importante. Si se ven algunos focos de crecimiento, en general, se ve una calle, una ciudad, un país igual o peor.

El increíble aumento de la delincuencia sorprende en un país que, supuestamente, está de parabienes. En realidad, esto demuestra que la pobreza y la marginalidad, como consecuencia de los bajos salarios y la des/subocupación, aumenta notoriamente promoviendo el delito.

Tampoco se explica que la Argentina esté entre los países menos estables como Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ni se explica que (violación de deudas de por medio) no pueda conseguir financiación externa.

Según el gobierno, la economía ha venido creciendo «espectacularmente» a 8,5% anual. Medido en dólares, y aun suponiendo que los datos oficiales sean ciertos, el PBI descendió 5% desde 1998. Si a esto le descontamos la inflación del dólar y el crecimiento poblacional (1% anual) el PBI per cápita (productividad/poder adquisitivo), real en dólares, bajó cerca de 15%. El «crecimiento» oficial se refiere al período K (desde 2003). Pero, si durante ese período descontamos la inflación real del peso, la supuesta aportación del Estado (no imagino burócratas más productivos) y el crecimiento poblacional, el PBI per cápita subió poco (si no es que, por momentos, no bajó).

# Destrucción

El actual «modelo», hizo desaparecer (como el mejor mago) los más que extraordinarios recursos debidos al aumento en los precios de las exportaciones. Desde 2003, el valor del futuro de maíz en la Bolsa de Chicago creció 115%, mientras que el futuro de soja subió 160% y el del trigo 220%.

El «modelo» es tan destructivo que, aun con este aumento de precios, las exportaciones argentinas crecieron 16% anual cuando las globales lo hicieron 17%.

La violencia siempre destruye. A qué se refiere la «redistribución» K: a la aplicación del monopolio estatal de la violencia para «quitar» (vía impuestos) a los que más tienen «en favor» de los pobres. El Hood Robin: para pagar estos impuestos, los ricos los sacan de abajo (aumentan precios, bajan salarios, etc.) mientras los cada vez más pobres reciben de vuelta su propio aporte, previo paso por la corrupción y la burocracia.

Esto explica por qué la masa salarial de los trabajadores que, en 1990, representaba 55% del PBI, hoy bajó a 43% y que, mientras el Estado, vía retenciones agropecuarias se queda con el equivalente a la alimentación para 120 millones de personas, nunca en la Argentina moderna hubo tanta hambre.

Con datos más creíbles que los INDEK, en 2007 cayeron en la pobreza 1,3 millón de personas, según la Sociedad de Estudios Laborales (SEL), subiendo el nivel de pobreza 30,4% de la población total. Proceso que se acelera. El ingreso familiar per cápita habría tenido un aumento interanual de 22%, pero el valor de la canasta básica se elevó 37,5%, no 11,1% oficial.

# Superávit en riesgo

Según el gobierno, durante 2007 la « inflación» (el aumento del IPC) habría sido 8,5% (es notable como en San Luis y Santa Fe, no INDEK dependientes, la «inflación» cuadruplica al resto del país). Mientras que los salarios habrían subido 22,6% ganado 14,1 puntos. Pero el IPC real creció cerca de 27% con lo que el poder adquisitivo descendió.

Para colmo, el superávit fiscal corre serio riesgo. Los ingresos en marzo sólo aumentaron 26%, menos que el IPC real. Ergo, bajó en términos reales. El aumento del gasto público, que comenzó en 2007, y las dificultades que tiene el gobierno para conseguir financiamiento externo, preocupa más que la suba de precios, según S&P.

Moraleja: no solamente no hay nada que enfriar sino que habría que lograr que el país tome un poco de temperatura dejándolo moverse, parafraseando al liberalismo clásico, laissez faire, laissez passer. Si esto no ocurre, el desastre es inevitable, si hasta el gobierno reconoce que el crecimiento industrial (el «motor» del modelo) se desaceleró (1,74% con respecto a febrero) durante marzo.

(*) Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, California.

Tuesday, April 29, 2008

Milagro argentino: de nada crear crisis

Milagro argentino: de nada crear crisis

Por: Enrique Szewach
Ámbito Financiero

«Conozco países que tienen problemas, pero países que se zambullen en problemas, sólo la Argentina», decía un presidente del Banco Central hace muchos años. Efectivamente, basta con ver el primer cuadro como para verificar la gran distancia que se observa entre los indicadores centrales de «salud» económica que presenta la Argentina, y el «clima» que rodea a la toma de decisiones económicas en los últimos tiempos.

En efecto, los tres indicadores de «solvencia» que se presentan muestran variaciones extremadamente positivas respecto de los valores existentes en los preliminares de la crisis de 2001. El Indice de Precios de las Materias Primas, que elabora el BCRA, creció 226%. El tipo de cambio real multilateral, también comparado con ese momento trágico, es 257% superior y, finalmente, el porcentaje de intereses de la deuda pública a pagar, respecto de los recursos tributarios, cayó 50%. Para completar el cuadro, un «indicador de bienestar», el PBI per cápita, creció 27% respecto de finales del gobierno de Fernando de la Rúa.

Cualquier extraterrestre con algún conocimiento de economía, enfrentado a estos números, apostaría que el país que los genera está en medio de una prosperidad y tranquilidad sin precedentes. La pregunta, sin embargo, surge inmediata: ¿Cómo es posible que con semejantes indicadores, la Argentina esté hoy en medio de la peor crisis política y económica desde finales de 2002? Es probable que la respuesta pueda encontrarse en el pésimo manejo macroeconómico que reflejan los indicadores del cuadro número 2, «el modelo MRN».

Para los jóvenes y los poco memoriosos, el primer ganador millonario del PRODE fue un albañil paraguayo llamado Mercedes Ramón Negrete (de allí la sigla MRN). Cuando Don Ramón ganó ese premio millonario, se pensó, como no podía ser de otra manera, «qué suerte, está salvado el hombre». Sin embargo, la historia fue muy distinta. Lo primero que hizo Negrete fue abandonar a su «compañera» y dedicarse, con esmero digno de mejores causas, a gastarse el premio sin mucha previsión. Como se sabe, a cierto ritmo de gasto, aun una fortuna termina siendo despilfarrada y agotada. Y eso le pasó al pobre Ramón, que, al poco tiempo, había vuelto al punto de partida.

# Enjundia

En el mismo sentido que MRN, el gobierno kirchnerista se ha dedicado, con una enjundia también digna de mejores causas, a gastar este extraordinario premio internacional, «captado» con impuestos varios, en fogonear el consumo. En subsidiar precios a la clase media y alta. En invertir, con gran ineficiencia, en donde podría haber invertido el sector privado, en otras condiciones. Y, en general, en alentar una política fiscal procíclica, que tuvo como resultado lo que presenta el cuadro 2. Una deuda pública que ha crecido respecto de la crisis de 2001 (aunque, como se mostró en el cuadro anterior, con un mejor perfil en los pagos. Y, además, una menor carga de deuda en moneda extranjera). Una aceleración dramática de la tasa de inflación (que es al menos tres veces la de países similares) aun con precios clave congelados, retenciones a la exportación para moderar la «agroinflación» y sin haberse terminado el cambio de precios relativos post megadevaluación de 2002. Y una falta de largo plazo preocupante en las variables monetarias, en donde la mejora en los ingresos del sector privado no se ha traducido en una recuperación del tamaño del sistema financiero. Y en donde priman índices de « liquidez» (fondos dispuestos a «correr», que duplican la situación de finales de 2001).

En otras palabras, el mismo marciano, enfrentado al cuadro 2, no podría atribuirlo al mismo país que representa el cuadro 1. Está claro que, si no se corrigen las causas que determinan el cuadro 2, algunos de los números del cuadro 1 empezarán a empeorar. En especial, como ya está pasando, el tipo de cambio real multilateral « atacado» por el diferencial de inflación entre la Argentina y el resto del mundo, que ya no es totalmente compensado por la revaluación del resto de las monedas. Y el PBI per cápita que, como ya se mencionara en notas anteriores, comenzará a desacelerar su crecimiento por freno al consumo, debido al deterioro del poder de compra salarial, y por menor inversión por incertidumbre de horizonte.

Pero a diferencia de MRN, que ganó un premio «de una sola vez», todavía la Argentina, en sus términos del intercambio y mientras el dólar no pegue la vuelta, sigue ganando un PRODE diario. Esa es una muy buena noticia, porque bastaría un cambio drástico de la política fiscal, un blanqueo de los índices de precios, como parte de un «relanzamiento» de la seguridad contractual y el abandono de la reputación de defaulteador serial. Una reducción gradual de los subsidios a los sectores de más ingresos y una política social de ayuda directa y focalizada a los sectores de menores recursos para superar, de a poco, los problemas que muestra el cuadro 2 y sumar esas variables a las positivas que presenta el cuadro 1.

Claro que ello implicaría dejar de lado las teorías exóticas de los «complots». Tener menos «precios argentinos» y más precios internacionales. Menos capitalismo de amigos y más capitalismo competitivo. Menor discrecionalidad y más reglas. Menos poder basado en la caja y más poder basado en los consensos. En síntesis, sería parecerse cada vez más a Brasil, Chile, Uruguay y Perú y un poco menos a Venezuela, Bolivia, Ecuador y ¿Paraguay? Lamentablemente, por lo que trasciende desde el poder, para ese momento todavía falta. Los chinos dicen que crisis es oportunidad. Los argentinos hemos probado la inversa. Convertimos una oportunidad en crisis.

Monday, April 21, 2008

Un rumoreo lamentable

Ámbito Financiero

No es producto de la imaginación neoliberal ni de los economistas de los 90. En rigor, las versiones surgen del deseo -explícito o no- de los economistas más cercanos al gobierno, quienes entre otros consejos sugieren la conveniencia de un «service». Quienes saben leer reconocen en la palabra «service» una eventual devaluación. Simultáneamente, el Banco Central ha dejado subir el dólar la última semana -hasta se podría decir que lo empuja-, quizás acompañando el reclamo de quienes afirman que no es conveniente para exportadores (léase industriales y agro). Por esas señales, en el mercado se habla de un desdoblamiento del tipo de cambio en financiero y comercial -no se va a incurrir en porcentajes temerarios del rumoreo-, por el cual cobrarían mejores dólares quienes exportan y se desalentarían importaciones y el ingreso de capitales golondrina (al mismo tiempo, los ingresos del fisco serían más altos). Supone control de cambios. Otros imaginan un retoque menor en el tipo de cambio con mayor control de precios y salarios, para devolverlo a los valores del cuarto trimestre de 2007, propuesta que no afectaría el rol del Banco Central.

Penoso que, otra vez, se vuelva a este tema y que, además, se hable de instrumentos ya perimidos. Pero es lo que se escucha en el mercado hoy. Sería una traición no comentarlo. Aunque no se comparta la medida y se piense que tampoco lo hace más de una autoridad del gobierno. Lo lamentable es que haya tantos mensajes cruzados, como en el enfrentamiento con el campo.

Monday, April 14, 2008

La Argentina como espectáculo

La Argentina como espectáculo

Enfoques

Una de las tantas amabilidades que tiene para con enfoques nuestro muy estimado Félix Obes Fleurquin, nos permite publicar este interesante artículo de nuestro también estimado Manuel Flores Silva.

• Así como el marido es un orador impresentable en cualquier tribuna del mundo -que por lo menos se daba cuenta de ello y no se exponía en el orbe, salvo en la selva del Amazonas- la señora es impresentable como intelectual.

Los Kirchner conservan de su era menemista la práctica de esa época de construir fortunas personales tan grandes como inexplicables. Su forma de criticar al capitalismo es, curiosamente, la de acumular -desvergonzada y groseramente- el capital.

• Todos los argumentos que estos días los Kirchner han usado contra los cortes de rutas son más válidos todavía, obviamente, para aplicar contra los cortes de las rutas internacionales con el Uruguay. Cortes que, sin embargo, ellos fomentan y financian. Pese a que sus propios estudios de impacto vienen arrojando que la fábrica de celulosa de Uruguay, produciendo a pleno, no contamina nada. NADA. Pura manija. Manija y patota: kirchnerismo.

¡Ay, si pudiéramos alquilar balcones al resto del mundo para mirar Argentina de cerca! Es un país cuya diva sex symbol está pertrechada de semejante artilugio masculino, a lo que tiene perfecto derecho, claro. Pero es un caso de devoción sexual masiva algo peculiar. Cuyo deportista emblemático se pasó la vida consumiendo drogas, en medio del delirio de las masas. Uno de cuyos goles más festejados es uno que metió con la mano. Y un país, por lo demás, que ama el autoritarismo.

El país K, hijo del odio.
El presidente Kirchner no podría presidir ningún país civilizado del mundo. Manejó su país a los gritos. Está decibélicamente deslegitimado para conducir cualquier cosa que no sea una tribu. Enfatiza mal sus oraciones de modo que resalta, por ejemplo, las inexpresivas preposiciones o, aún, las comas. No resulta en un tipo que grita. Sino en un tipo que imita mal a uno que grita. Y siempre contra alguien. Porque si algo necesitan los Kirchner es un enemigo, no un adversario, a quien odiar. Tanto que se lo viven inventando. Son gente de amigos poderosos y muy ricos y de enemigos en las sombras. Tanto que no sabemos nunca bien quiénes son, más que categorías conceptuales algo abstractas, tipo "los colonialistas", objeto del coro, el otro día, de los patoteros de Luis D'Elía. Y categorías además erróneas, pues es claro que son los pequeños productores y no los grandes, los "duros" contra el gobierno en este conflicto.

Cristina vende algo igualmente falso. Le agrega histeria. Y quiere, todavía, disfrazar el paquete con cierto intelectualismo. Todo lo que se le opone, ella cree que no es legítima discrepancia sino que, en realidad, busca reponer a Videla en el poder. Tapizaron Buenos Aires estos días con ese argumento y con la foto del dictador. Al Videla de cuyo gobierno, paradójicamente, los Kirchner no estuvieron tan lejos. Sin embargo, a la clásica deslegitimación del adversario, propia del populismo autocrático, cree que la jerarquiza agregándole alguna expresión propia de seminario politológico, tipo "calidad de la democracia", "construcción de instituciones", etc. Autoritarismo, pues, increíblemente enmascarado -sólo Argentina- de lenguaje de seminario institucionalista.

Para los Kirchner, entonces, una invitación al diálogo no es que tú pienses diferente y vamos a ver cómo logramos congeniar, sino que tú-sos-un genocida, que querés-que-vuelva-Videla, que, aunque no tengas dientes, sos un claro oligarca-colonialista, al que ya te mandé pegar por el gordo matón éste que se sienta al lado mío en los mítines (D'Elia) y, como yo-soy-buena-, si te bajás bien los pantalones, yo dialogo contigo. Es la curiosa invención del diálogo como una categoría final de la humillación del otro. El diálogo concebido como el sagrado derecho del prójimo a la rendición incondicional inmediata.

Así como el marido es un orador impresentable en cualquier tribuna del mundo -que por lo menos se daba cuenta de ello y no se exponía en el orbe, salvo en la selva del Amazonas- la señora es impresentable como intelectual.

Los Kirchner conservan de su era menemista la práctica de esa época de construir fortunas personales tan grandes como inexplicables. Su forma de criticar al capitalismo es, curiosamente, la de acumular -desvergonzada y groseramente- el capital.

Balcón al cambalache.
Todos los argumentos que estos días los Kirchner han usado contra los cortes de rutas son más válidos todavía, obviamente, para aplicar contra los cortes de las rutas internacionales con el Uruguay. Cortes que, sin embargo, ellos fomentan y financian. Pese a que sus propios estudios de impacto vienen arrojando que la fábrica de celulosa de Uruguay, produciendo a pleno, no contamina nada. NADA. Pura manija. Manija y patota: kirchnerismo.

A la oposición se le manda un patotero fascista como D'Elía -subsecretario de Estado hasta hace unos meses, que debió renunciar por su apoyo a los autores del atentado al AMIA (viajó a Irán a apoyarlos)- quien le rompe la cara a la gente impunemente frente a las cámaras, método que la Presidenta profesa para manejar su país o, por lo menos, a la sociedad civil. La vieja receta argentina de la mazorca. Ese pensamiento excluyente y anti tolerante que no permite que la Argentina cuaje como proyecto de nación, puesto que unos argentinos siempre niegan rotundamente a otros, según la tesis de Nicolás Shumway en "La invención de la Argentina": la preeminencia de la visión antinómica y maniqueísta entre los argentinos es tal, que hace imposible convalidar exitosamente una nacionalidad.

No importa nada, sin embargo. La Argentina no quiere pensar en eso sino que se evade de sí misma a través, por ejemplo, del escándalo del último video sobre una "fellatio" de Wanda Nara con su ex novio y ello sí tiene rating soberano. O discutir si la pierna artificial de su principal productor es de madera o de platino.
¿Cuándo se jodió el Perú?, se dice en un relato de Vargas Llosa. ¿Cuándo se jodió la Argentina?, cabe preguntarse. Un argentino lúcido -porque cuando un argentino sale lúcido en el mundo se sabe que es difícil competir con él- Juan José Sebreli, piensa, en "El asedio a la modernidad", que ello ocurrió cuando Hipólito Irigoyen hizo clerical y de complacencia militarista a la reforma radical y secularizante, en otros lados laica, de principios de siglo. Por mala influencia de Krause y a diferencia de Uruguay, donde nada incidió Krause, dice Sebreli. La supérstite alianza de la espada y la cruz dejó ancladas las negaciones del pasado. Los uruguayos tenemos que imaginarnos a un José Pedro Varela clerical y a un José Batlle y Ordóñez militarista para comprender porqué la ilustración argentina de comienzos de siglo XX frustró el proyecto nacional. O, siguiendo la lógica de la reflexión de Sebreli, ¿dónde estarían México o España si la revolución mexicana o Felipe González hubiesen sido clericales y militaristas? Esta tesis hace sospechoso, claro, a Irigoyen. Debe ser más complejo el asunto, sin embargo. Los suicidios de Leandro Alem y de Lisandro de la Torre, preñados de inviabilidad nacional, tal vez, ayuden a explicarlo. O el asesinato de Urquiza, que tendía puentes entre las dos Argentinas. De todos modos, ser populista en la época de Perón -la gente sin ciudadanía social a causa del fracaso del proyecto anterior- tenía alguna lógica. Hoy es un mamarracho al que se le nota el falsete.
Quiero decir, Argentina siempre ha sido un producto cultural en contradicción y crisis -desde que envenenaron a Mariano Moreno, por lo menos- pero la tan pronunciada caída de su identidad en las últimas tres décadas la saca del mundo. Convierte al propio país en lo que allí llaman "una joda de Tinelli" (la primer paradoja o chiste es llamarse Argentina en alusión a la plata, un metal precioso que nunca produjeron: ya el nombre es pura apariencia). Este batido de puñetazos de D'Elía con fondo en Wanda Nara, montaje en Antonini Wilson y sonido de cleptócratas, de asalto permanente a las instituciones cuyos dineros se vacían y sus reglas de juego se agitan al timbre de los gritos de Néstor o los gallos de Cristina, la Argentina de las lolas más grandes del mundo, de las cifras desorbitadamente falsas del instituto de estadísticas, de un Secretario de Comercio que gobierna con revólver y de la mayor cantidad de cirugías plásticas por kilómetro cuadrado, todo ello, digo, como producto cultural, no puede sino terminar mal. Tienen, por si faltaba algo, AMIAs trancados y ovaciones guturales a Galtieri mal resueltas.

Los Kirchner habitan el sueño mesiánico como si éste los hubiera estado esperando desde siempre. Llegan al gobierno y todo va económicamente bien. Son mesías pasados por la confirmatoria prueba del nueve. Como si el aumento de los precios internacionales de las materias primas -que coloca esos precios a un nivel que no se conocía desde 1845, esto es, sus cotizaciones han arrasado con siglo y medio de deterioro de los términos de intercambio- fuera mérito de ellos. Como si Cristina en persona hubiera despertado -a la hora de la siesta y con sus cirujeteados encantos- al gigante dormido de China para que aumentando la demanda mundial hiciese subir los precios de los "commodities". La recaudación fiscal les aumenta, entonces, por un factor exógeno un 8% por año (en términos constantes) y dale que va. Creen que lo único que faltaba para que el mundo se arreglara era que ganaran ellos y se pusiera en marcha "la escalera mecánica del progreso" (el sarcasmo es de Doris Lessing en "El sueño más dulce"). Consecuencia evidente, la solución es que ganen siempre ellos. D'Elía y Cristina le llaman democracia.

Desargentinizar Uruguay

Desargentinizar Uruguay

Enfoques

• Todos los políticos argentinos, desde el primero al último, según Batlle (que tenía razón pero se achicó), son iguales porque los que no son como K y Barbie K, hacen todo lo posible para que esos gobiernos sean la norma y no la excepción en ese país.

• Podemos buscar nuestro destino, sí, pero antes que nada, tenemos que desargentinizarnos de una vez por todas y tratar de actuar, no como el barrio pobre de Buenos Aires, sino como el Gran Puerto del Sur, el puerto de aguas profundas que terminará por enterrar en el barro a nuestro competidor de nacimiento.

Admito que la idea de escribir sobre el "problema argentino" -porque es hoy y ha sido siempre Argentina un problema para Uruguay, antes y después de ser nación- surgió al leer la nota de nuestro querido amigo y columnista de este semanario, Antonio Fernández Arosteguy, cuyo título: "Ellos, los argentinos", es el tema de tapa de la próxima edición de Equinox Fin de Semana.

Agradezco a Antonio ser mi musa (o muso) en esta oportunidad, porque en primer lugar me subo a un tren ya en marcha, lo que me ahorra neuronas, tan cansadas esta semana; y por otro, me evita escribir sobre Antel y las declaraciones de Carvalho o No Declaraciones al estilo del sombrerero de Alicia, porque el diario El País parece que reculó de haberle tocado los cojones a La Langosta, en un lapsus de periodismo valiente.

Ya escribiré de Antel y su caída a la inexistencia si no hace lo que nunca podrá hacer, que es dejar de robar al consumidor y ser una empresa eficiente. Se le escapó a Carvalho -porque que lo dijo, lo dijo, confirma a texto expreso lo que escribo siempre, basado naturalmente en la razón: ANTEL es un engendro contra natura que debería desaparecer junto a todos los monopolios, para la felicidad de la República.
Antes, mucho antes que empezara este mamarracho fascista del bloqueo de fronteras, por parte de unos energúmenos que son tan argentinos como sólo un argentino típico puede ser -los buenos son minoría en ese territorio, por eso es lo que es-, había escrito notas y comentarios surtidos sobre el antagonismo que existe, desde que existimos, entre Buenos Aires y Montevideo. Nos detestan y nos desprecian. Nosotros, salvo las declaraciones que no se cree el declarante mismo, puramente formales, todos como nación, los detestamos, los envidiamos. Pero en lo que estamos todos de acuerdo, es que a los porteños no los bancamos; porque el problema principal, aunque no el único, son esos porteños que han convertido Argentina en una nación frustrada -lean la nota de Manolo Flores Silva más adelante, que también cayó muy oportunamente en mi escritorio- que a diferencia de Brasil y Chile, para citar dos ejemplos, no ha podido sacarse de encima una manera de ver al mundo que no es más que el estilo del matón y del demagogo, el del oscurantismo español antiliberal, militarista y clerical, que sumió por siglos a España en el atraso, mientras Europa renacía del cataclismo que significó para Occidente la cristianización de Roma y, por ende, su colapso como Imperio. Una cosa llevó a la otra.

Lo que toqué de refilón arriba, el colapso del Occidente Romano, porque ellos eran nosotros, a causa de las sectas excluyentes, será tema de otra nota. Les mandé una sinopsis para que queden picando. Volviendo al tema central, Argentina es el GRAN problema uruguayo que nosotros debemos enfrentar como nación, si es que queremos serlo -y sí, claro que quiero y todos queremos, porque he aprendido mucho leyendo a mi querido Carlos Maggi y trato de no menoscabar con mal humor nuestros cimientos, aunque a veces se me escapa una nota discordante- por lo que tenemos que lograr ser diametralmente opuestos a lo que son los argentinos, a lo que Buenos Aires significa como escuela de estafadores y curradores a la que tenemos que dejar de mirar como punto de referencia para ser nosotros mismos, uruguayos conscientes que, sí señor, somos mejores; lo demostramos cada día en cada cosa que hacemos, lo demuestra este gobierno -que no es el mío y que no me gusta-, aún este gobierno se distancia, quizás a causa de los insultos y golpes recibidos, del modelo de ser argentino. No digo peronista, digo argentino. Todos los políticos argentinos, desde el primero al último, según Batlle (que tenía razón pero se achicó), son iguales porque los que no son como K y Barbie K, hacen todo lo posible para que esos gobiernos sean la norma y no la excepción en ese país.

Debemos desargentinizar Uruguay en esta generación. La imbecilidad porteña, que crece con las horas mientras les cae el piano encima y ellos no saben cómo evitarlo, nos está ayudando. El bloqueo nos ayudó, las tribulaciones de La Langosta, baboseada y manoseada varias veces en público para vergüenza de todos los uruguayos, le han servido a ella y nos sirven a nosotros porque nos damos cuenta, finalmente, que ESO es Argentina, eso es Argentina en estado bruto, desnudo y sin maquillaje, ESO que vemos de un nazi hijo de puta que le rompe la cara a un tipo en vivo, por ORDEN de Casa Rosada, eso es Argentina. Es bueno que pase, es bueno a largo plazo que sigan siendo como son, que sigan bloqueando, jodiendo, estafándonos, insultándonos, porque eso nos está endureciendo y despertando del letargo, de la fantasía de que eran "hermanos", cosa que nunca fueron ni lo serán, porque la única forma de tratar con esa gente, la única forma de trato que ellos entienden, es con fuerza y firmeza.

Y lo estamos haciendo, casi llevados por los hechos, esos imbéciles están despertando nuestra identidad dormida y tenemos que agradecerles por eso por un lado y, por otro, dejar de querer ser como ellos, frívolos y mentirosos, curradores y chantas, dejar de copiar su basura cultural, su mierda televisiva, su forma de ver al mundo cínica y ventajera, y mirar otros referentes totalmente opuestos. Chile, el Perú de hoy, Brasil Imperial, del que pudimos ser su capital del Sur pero no fuimos por culpa de los malditos rosistas mazorqueros, antiliberales y aporteñados. Podemos buscar nuestro destino, sí, pero antes que nada, tenemos que desargentinizarnos de una vez por todas y tratar de actuar, no como el barrio pobre de Buenos Aires, sino como el Gran Puerto del Sur, el puerto de aguas profundas que terminará por enterrar en el barro a nuestro competidor de nacimiento.

Pablo, siguiendo tu idea de las dos etapas del conflicto quisiera marcar lo siguiente:

1) El supuesto de la no intervención de EE.UU. en caso de una recuperación militar de las Islas, demuestra que la Junta y sus asesores no tenían la menor idea de la "special relationship" que une a EE.UU. y Gran Bretaña y que va más allá del gobierno de turno en ambos países.

Que el General "Majestuoso" no lo supiera no me asombra, pero es muy llamativo que Costa Méndez no lo tuviera en cuenta, así como los únicos dos funcionarios de Cancillería que estaban enterados de los planes.

Para obtener que EE.UU. se hubiera mantenido neutral, algo que de ninguna manera creo que fuera posible por la "special relationship", se debería haber negociado ANTES con EE.UU. ofreciéndole alguna contraprestación de alto interés para ellos.

El 2 de abril, muchos diplomáticos de carrera quedaron convencidos que el envío de tropas argentinas a El Salvador para pelear contra la guerrilla era el precio pactado para recuperar las Islas.

(EE.UU. venía insistiendo con este tema, más allá de que fuera otro disparate intragable para la sociedad argentina).

Me consta la sorpresa y el terrible presentimiento de catástrofe cuando, con el pasar de los días, se dieron cuenta que no había habido ningún acuerdo previo y que nos habíamos mandado "a lo guapo".

2) La situación económica inglesa era la que justificaba la prevista reducción de buena parte de la Armada británica, que era obviamente resistida por el Ministerio de Defensa y por la Royal Navy.

La insensata acción argentina les dio la excusa perfecta para evitar la reducción y le vino extraordinariamente bien a Thatcher para recuperar poder y prestigio.

3) Puede ser que los funcionarios de carrera del Foreign Office hayan estado hartos de los kelpers, pero ese hartazgo, más un análisis de la realidad mucho más profundo y mejor fundado que ese único elemento, era lo que había llevado al anterior gobierno laborista a empezar a transitar el camino hacia una TRANSFERENCIA PACÍFICA de soberanía en las conversaciones con el gobierno argentino.

Esas negociaciones habían estado bien encaminadas, pese a la fuerte oposición del lobby de la Falklands Island Company (FIC) y, de no haber existido la guerra, probablemente las Malvinas ya estarían bajo la soberanía argentina o muy cerca de ello mediante algún tipo de régimen especial.

Cualquier análisis que se hubiera solicitado a los expertos en política internacional respecto al carácter de Margaret Thatcher, o la simple lectura de los diarios ingleses durante los episodios críticos de su gobierno en esos años, le hubiera indicado a Galtieri y compañía que la Dama de Hierro no era la persona más indicada para tocarle el tujes ya que iba a reaccionar con todo.

Por supuesto, este análisis no se pidió nunca y se confió en el asesoramiento de Costa Méndez y 2 tipos más. Así nos fue.

Cuando dije en mi comentario original que la conducción estratégica fue un disparate me refería a todo esto, además de la desastrosa conducción militar a nivel superior propiamente dicha durante el conflicto.

De este análisis original desastroso arrancan las demás desgracias.

Durante el episodio de la Plaza de mayo, hubo un grandísimo irresponsable, general de la nación en ese momento y que todavía vive y que ocupaba un altísimo lugar en Presidencia, que le decía al Majestuoso algo más o menos así: "Disfrute mi Tte. Gral., están con Ud., ya son suyos" y que fue uno de los grandes motores del envío de más tropas a las Islas.

El otro duro partidario de resistir y aumentar las tropas fue el Almirante Anaya, quien hacía años que era conocido en la Armada por su interés reivindicativo sobre Malvinas.

Ahora bien, iniciada la guerra, este Almirante se ocupó de preservar la Flota de Mar para evitar que la hundieran como habían hundido al Belgrano. Decisión que parece lógica, pero que plantea varias preguntas:

¿Ignoraba antes de la guerra que Gran Bretaña con sus submarinos atómicos se podía hacer un picnic con nuestra Flota?

¿De qué manera pensaba abastecer a Puerto Argentino cuando estuviera la Flota inglesa?

¿Tenía alguna idea de cuánta munición de todo tipo, de cuánta comida, equipo sanitario, etc., etc., consume por día una unidad en combate?

¿Sabía que la Armada estaba a punto de recibir más Exocets y Super-Etendards que hubieran hecho mucho más costoso el precio a pagar por los ingleses para recuperar las Islas? Si lo sabía, ¿por que mierda no esperó?

Por su parte, La Fuerza Aérea estaba por recibir, en julio del 82, el SINT (Sistema Integrado de Navegación y Tiro) que hubiera permitido que los Dagger pudieran operar de día o de noche y con gran precisión en su navegación. ¿Por qué no esperaron?

La respuesta es porque el Majestuoso necesitaba un hecho político que le redituara apoyo popular para poder seguir gobernando ya que el gobierno se caía a pedazos.

También hay que recordar a los animales, me refiero a Generales y equivalentes, que condujeran militarmente las operaciones.

No solamente ordenaron llevar cocinas a leña sino que también se llevaron ¡¡¡mosquiteros!!!, se dejaron las armas pesadas del RI 12 (morteros, cañones sin retroceso, ametralladores 12,7mm) en el continente, los soldados no tenían mochilas sino los bolsos enormes e intransportables, no alargaron la pista de aterrizaje lo que hubiera permitido operar con Mirage I y III así como los SkyHawks y, de tal manera, complicarles la superioridad aérea a los Harrier y evitar que la Flota se acercase a bombardear impumente las posiciones de la infantería, llevaron vehículos Panhard que resultaban inoperables fuera de las pocas rutas asfaltadas, tardíamente desplegaron un total de 3 cañones de 155 mm. que tenían un alcance capaz de batir a la artillería inglesa y a los barcos que se acercaban, descartaron un posible desembarco inglés en San Carlos porque estimaron que los ingleses no se iban a animar a encerrarse en un Estrecho, etc., etc.

Para colmo, luego de una visita de Galtieri, esta bestia mandó otra Brigada de Infantería para ocupar la Gran Malvina sin pensar cómo mierda iba a ser abastecida a través del estrecho de San Carlos una vez que los ingleses estuvieran en la zona.

Fue en esas Unidades en Puerto Howard y Bahía Zorro donde hubo muertos por INANICIÓN Y DONDE TODOS, OFICIALES, SUBOFICIALES Y SOLDADOS PERDIERON PESO POR NO ESTAR ADECUADAMENTE SUMINISTRADOS.

Lo increíble es que no hubo ningún General, Almirante o Brigadier con las pelotas suficientes para recordarles a sus Jefes lo que todos HABÍAN ESTUDIADO (ya que no aprendido) EN LAS RESPECTIVAS ESCUELAS DE GUERRA:

a) No hay en la historia militar moderna antecedentes de una guarnición insular aislada por mar por la acción del enemigo que pueda resistir sin TENER SUPERIORIDAD AÉREA GARANTIZADA.

b) Las defensas deben ser móviles y en profundidad.

c) Quien pretende ser fuerte en todas partes, es débil en el punto principal de ataque enemigo.

d) Los aficionados creen que es la táctica la que gana los combates, los profesionales saben que es la logística lo que permite triunfar en las guerras.

e) El atacante tiene a su favor la elección del punto principal de ataque y procurará ser más fuerte en ese punto que el defensor. (Principio masa).

f) La orden empuja, el ejemplo arrastra.

Aclaro que la inmensa mayoría de los oficiales de TTe. Cnel. para abajo recordaron perfectamente este axioma, lo prueba el altísimo porcentaje de oficiales muertos o heridos. No fue el caso del Generalato ni de muchos miembros de los Estados Mayores.

Se puede argumentar que para obtener la superioridad aérea debíamos tener más aviones y mejor equipados que tuviesen misiles contra barcos. Es correcto.

Que para hacer móvil la defensa debía contarse con mayor número de helicópteros que los que teníamos. Es correcto.

Que para un adecuado abastecimiento se debía haber empleado mayor cantidad de barcos antes de la declaración de la zona de exclusión ya que luego no teníamos barcos lo suficientemente veloces para cruzar a las islas eludiendo los submarinos. Es correcto.


Dado que todo esto es correcto, alguien me puede explicar ¿por qué mierda fuimos a la guerra si estábamos tan mal preparados?

Con lo único que contamos a favor fue con el coraje y el sacrificio de la inmensa mayoría de los que estuvieron allí.

Ese espíritu de lucha fue lo que permitió que, pese a tener a todas las limitaciones que señalé, les costase tanto a los ingleses recuperar las Islas.

No fue un picnic de ninguna manera pese a que ellos tenían soldados profesionales y nosotros conscriptos.

Tuvieron superioridad aérea y les hundimos 6 barcos (no tres) y dañados muchos más a costa de 42 pilotos corajudos, que no querían morir, pero estaban dispuestos a ello.

Se improvisaron medios (el tractor misilístico), la plataforma Exocet Mar-Mar que fue transformada en Tierra-Mar y que dañó seriamente al crucero Glamorgan.

La artillería de campo que, pese a tener menor alcance que la inglesa y estar expuestísima al fuego de contrabatería, no dejó de disparar hasta que estuvo desmontada o sin munición las últimas piezas.

El submarino diésel que interceptó y atacó sin éxito (fallaron los torpedos) a la flota inglesa y luego se bancó el ataque antisubmarino de la flota más especializada en ese cometido de la OTAN y logró sobrevivir.

La infantería que, en su gran mayoría, se cagó de frío durante 74 días, mal abastecida, mojada y cañoneada todas las noches a partir del 1 de mayo. Y que, pese a todo, peleó mucho más de lo que los ingleses pensaron.

Por todo esto, es que insisto en que la decisión estratégica de recuperar las Islas fue un DISPARATE, PERO EL CORAJE Y EL SACRIFICIO DE LA MAYORIA DE LOS QUE ESTUVIERON ALLI DEBE SER VALORADO, RECONOCIDO Y RESPETADO POR LOS ARGENTINOS. LOS INGLESES LO HAN HECHO CON LOS NUESTROS, SIGUIENDO SU TAMBIÉN ANTIGUA TRADICION DE RESPETAR AL ENEMIGO VALEROSO.

EN CAMBIO, BUENA PARTE DE LOS QUE EN SU PUTA VIDA OYERON UNA BALA NI PASARON FRIO UN MINUTO, SE HAN OCUPADO DE DESVALORIZAR A LOS VETERANOS DE GUERRA SIN MEDIR SU SACRIFICIO Y METIÉNDOLOS EN LA MISMA BOLSA QUE A GALTIERI Y COMPAÑÍA.

Y esto es lo que me vuelve loco de bronca.

Los propios milicos se ocuparon de hacer mierda a muchos oficiales veteranos de guerra. Está plagado de ejemplos de generales, almirantes y brigadieres de escritorio que troncharon las carreras de oficiales veteranos.

El Capitán de Fragata que comandaba el submarino San Luis y que ES EL UNICO COMANDANTE DE SUBMARINO EN TODO OCCIDENTE, DESDE LA 2ª GUERRA MUNDIAL, QUE HA SUFRIDO UN ATAQUE ANTISUBMARINO REAL Y LOGRADO SOBREVIVIR FUE PASADO A RETIRO CUANDO ERA CAP. DE NAVÍO. NO FUE PASADO A RETIRO POR EL PODER POLITICO SINO POR UNA DISCUSION CON UN ALMIRANTE DE ESCRITORIO.

Los americanos, que no son tontos, inmediatamente se lo llevaron a EE.UU. como profesor para aprovechar su experiencia, aunque obviamente EE.UU. no tiene ningún submarino diésel.

Mis disculpas por la extensión, pero creí necesario hacer un comentario que dejara claro lo que pienso del tema.

Ir a recuperar las Malvinas fue un disparate, pero honremos a los que cumplieron su deber.

YO (el enmascarado)

Friday, April 11, 2008

Wednesday, April 02, 2008

La crisis del modelo está tocando la puerta

La crisis del modelo está tocando la puerta

Por Agustín Monteverde
www.notiar.com.ar

Verdadera profesión de fe entre la clase política argentina, desde punteros a encumbrados dirigentes gustan repetir que “la política está por encima de la economía”. Rigurosamente cierto, gobernantes y burócratas de toda laya pueden torcer temporariamente los mecanismos de precios a favor de lo que dictan sus caprichos. Sin embargo —es bien sabido— que más tarde o más temprano llega la hora de las inexorables consecuencias.

Pues bien, luego de cinco años en que el esplendente crecimiento económico ahogara repetidas advertencias sobre los focos de infección que bajo superficie se iban gestando y su inevitable agravamiento, las campanadas anuncian que aquella hora ha llegado.

Pese a los manoseos que sufren las estadísticas públicas y el notable empeño que pone el aparato oficial y paraoficial de comunicación en distraer a la sociedad, hay ya una generalizada percepción de deterioro de la economía local.

Es importante notar que ese proceso es irreversible pues la arquitectura misma del modelo kirchnerista implica desequilibrios endógenos que aseguran su fracaso.

Pasaron los años, el deterioro se fue agravando y la crisis del modelo toca a la puerta.

Cuando un organismo padece un desequilibrio, si la homeostasis no se recupera el desequilibrio acaba inevitablemente con aquél. Como sería el caso de no ingerir o no asimilar alimentos.

La economía K padece severos desequilibrios que le son intrínsecos. Corregir cualquiera de ellos requiere cambiar la esencia del modelo, sus piedras basales. Lo que para el oficialismo es políticamente inaceptable.

Dos elementos constituyen los pilares del modelo económico kirchnerista.

Uno es el sostenimiento artificial de un tipo de cambio alto, orientado—supuestamente— a asegurar competitividad exportadora, especialmente a la industria. Un “productivismo” basado en pagar salarios y otros costos en pesos débiles y vender en moneda dura. Siguiendo este falaz credo devaluacionista sería imposible ser competitivo en un mundo de trueque.

El segundo pilar es el superávit fiscal. Ajeno a toda pretensión de disciplina en el gasto, está enderezado a asegurarle al matrimonio gobernante una caja desahogada con la cual retener la onerosa fidelidad de la cohorte de empresarios, sindicalistas, piqueteros, gobernadores, intendentes y ONG´s oficialistas.

He aquí la médula misma del poder kirchnerista. Y, también, el verdadero propósito del dólar alto: pisar parte sustantiva de la renta de las exportaciones —las mismas que se declamó alentar— para alimentar el poder central con recursos no coparticipables.

Abstractos postulados de marketing electoral —como la necesidad de emperifollarse de progre— y otros mucho más concretos —ligados a la praxis inapelable de las efectividades conducentes— convierten al tipo de cambio alto y al superávit fiscal en componentes irrenunciables de la economía K.

Y son esas mismas piedras basales las que generan desequilibrios irreversibles y fatales. El origen del derrumbe se encuentra en el corazón mismo del modelo.

En primer lugar, se trata de un modelo inflacionario por su misma naturaleza.

El sostenimiento artificial del dólar se basa en una constante expansión monetaria (ahora a un vertiginoso 36,4 % interanual) que se refleja en una inflación en franca y continua aceleración. Cuando nos resta medir sólo la última semana de marzo, se estima que el primer trimestre cerrará con una inflación con alguna décima por encima del 8 %, lo que proyectaría para todo el 2008, y de no mediar cambios, más de 35 %.

Hasta hace pocos meses, la inflación —si bien en permanente alza— no tuvo relevancia política porque era aventajada por las mejoras salariales. Pero alcanzados los actuales escalones, ahora sí implica un notable daño al poder adquisitivo de la gente.

Por otra parte, el modelo es intrínsecamente fiscalista. Cuestiones de orden económico —como los controles de precios y las tarifas congeladas— y otras estrictamente políticas —como el sometimiento desde medios de comunicación a gobernadores e intendentes al poder central— llevan a un imparable aumento del gasto público vía subsidios —que ya representan un tercio del gasto total del estado— y, consiguientemente, de la presión tributaria. Es decir, la suba permanente tanto del gasto como de la carga impositiva es una condición esencial del modelo.

En el caso particular del campo, los repetidos zarpazos han derivado en una virtual estatización de la renta del sector.

Un tercer desequilibrio inherente al modelo es su sesgo pro-demanda y antioferta.

Los precios regulados estimulan el consumo a la vez que desalientan la producción y la inversión, acentuando la escasez. Reglas de juego imprevisibles, y costos y riesgos en ascenso llevan a cubrir los faltantes con importaciones antes que con expansiones de la capacidad de producción: las compras al exterior crecen tres veces más rápido que nuestras exportaciones pese a la supuesta competitividad provista por el dólar alto. Por cierto que el dólar alto no alcanza a los bienes agropecuarias y sus manufacturas, que perciben dólares diferenciales inferiores al denostado uno a uno —$ 0,96 en el caso de la soja— y, sin embargo, crecen cuatro veces más que el resto de las exportaciones, amparados por reales y bien ganadas ventajas de productividad.

Todos estos desequilibrios junto a la arbitrariedad en los cambios de las normas actúan como formidables expulsores de la inversión productiva. El sector que más invierte y reinvierte en la economía ve confiscada su renta. Desde el comienzo de la gestión K hasta fin de 2007 se fugaron capitales por U$ 23400 MM, según lo informa el Balance de Pagos; sólo durante el último semestre se fueron más de U$ 9000 MM. A esto agréguese que las remesas e intereses pagados a las casas matrices el año pasado casi duplicaron la inversión extranjera directa. Chile, Colombia, Perú atraen más capitales productivos que nosotros pese al menor tamaño de sus economías.

En estas circunstancias, el estancamiento paulatino de la economía está a la vuelta de la esquina, de la mano de la debilidad de la inversión, los inconvenientes energéticos, la estatización virtual de la producción agropecuaria, la presión tributaria salvaje, la erosión de la capacidad adquisitiva de los salarios, los controles de precios, los costos laborales en aumento y el deterioro del tipo de cambio real a merced de la inflación.

Aparecen ya diversas señales de enfriamiento en las ventas minoristas, en el consumo de electricidad y hasta en las compraventas de inmuebles.

En resumidas cuentas, inflación alta y que se acelera, gasto estatal y carga tributaria también en ascenso, y producción e inversión en progresivo estancamiento son las consecuencias naturales e inevitables del sistema kirchnerista.

Y que lo condenan al agotamiento. Salvo un renovado aunque improbable viento de cola de los precios internacionales. O que se intente imponer su supervivencia a sangre y fuego.

Fuente: Ambitoweb.com

Carta abierta a Cristina

Carta abierta a Cristina

Cristina, mucho gusto. Mi nombre es Fernando Peña, soy actor, tengo 45 años y soy uruguayo. Peco de inocente si pienso que usted no me conoce, pero como realmente no lo sé, porque no me cabe duda que debe de estar muy ocupada últimamente trabajando para que este país salga adelante, cometo la formalidad de presentarme. Siempre pienso lo difícil que debe ser manejar un país… Yo seguramente trabajo menos de la mitad que usted y a veces me encuentro aturdido por el estrés y los problemas. Tengo un puñado de empleados, todos me facturan y yo pago IVA, le aclaro por las dudas, y eso a veces no me deja dormir porque ellos están a mi cargo. ¡Me imagino usted! Tantos millones de personas a su cargo, ¡qué lío, qué hastío! La verdad es que no me gustaría estar en sus zapatos. Aunque le confieso que me encanta travestirme, amo los tacos y algunos de sus zapatos son hermosísimos. La felicito por su gusto al vestirse.

Mi vida transcurre de una manera bastante normal: trabajo en una radio de siete a diez de la mañana, después generalmente duermo hasta la una y almuerzo en mi casa. Tengo una empleada llamada María, que está conmigo hace quince años y me cocina casero y riquísimo, aunque veces por cuestiones laborales almuerzo afuera. Algunos días se me hacen más pesados porque tengo notas gráficas o televisivas o ensayos, pruebas de ropa, estudio el guión o preparo el programa para el día siguiente, pero por lo general no tengo una vida demasiado agitada.

Mi celular suena mucho menos que el suyo, y todavía por suerte tengo uno solo. Pero le quiero contar algo que ocurrió el miércoles pasado. Es que desde entonces mi celular no deja de sonar: Telefe, Canal 13, Canal 26, diarios, revistas, Télam… De pronto todos quieren hablar conmigo. Siempre quieren hablar conmigo cuando soy nota, y soy nota cuando me pasa algo feo, algo malo. Cuando estoy por estrenar una obra de teatro -mañana, por ejemplo- nadie llama. Para eso nadie llama. Llaman cuando estoy por morirme, cuando hago algún “escándalo” o, en este caso, cuando fui palangana para los vómitos de Luis D’Elía. Es que D’Elía se siente mal. Se siente mal porque no es coherente, se siente mal porque no tiene paz. Alguien que verbaliza que quiere matar a todos los blancos, a todos los rubios, a todos los que viven donde él no vive, a todos lo que tienen plata, no puede tener paz, o tiene la paz de Mengele.

Le cuento que todo empezó cuando llamé a la casa de D’Elía el miércoles porque quería hablar tranquilo con él por los episodios del martes: el golpe que le pegó a un señor en la plaza. Me atendió su hijo, aparentemente Luis no estaba. Le pregunté sencillamente qué le había parecido lo que pasó. Balbuceó cosas sin contenido ni compromiso y cortó.

Al día siguiente insistí, ya que me parecía justo que se descargara el propio Luis. Me saludó con un “¿qué hacés, sorete?” y empezó a descomponerse y a vomitar, pobre Luis, no paraba de vomitar. ¡Vomitó tanto que pensé que se iba a morir! Estaba realmente muy mal, muy descompuesto. Le quise recordar el día en el que en el cine Metro, cuando Lanata presentó su película Deuda, él me quiso dar la mano y fui yo quien se negó. Me negué, Cristina, porque yo no le doy la mano a gente que no está bien parada, no es mi estilo. Para mí, no estar bien parado es no ser consecuente, no ser fiel.

Acepto contradicciones, acepto enojos, peleas, puteadas, pero no tolero a las personas que se cruzan de vereda por algunos pesos. No comparto las ganas de matar. El odio profundo y arraigado tampoco. Las ganas de desunir, de embarullar y de confundir a la gente tampoco. Cuando me cortó diciéndome: “Chau, querido…”, enseguida empezaron los llamados, primero de mis amigos que me advertían que me iban a mandar a matar, que yo estaba loco, que cómo me iba a meter con ese tipo que está tan cerca de los Kirchner, que D’Elía tiene muuuucho poder, que es tremendamente peligroso. Entonces, por las dudas hablé con mi abogado. ¡Mi abogado me contestó que no había nada qué hacer porque el jefe de D’Elía es el ministro del Interior! Entonces sentí un poco de miedo. ¿Es así Cristina? Tranquilíceme y dígame que no, que Luis no trabaja para usted o para algún ministro. Pero, aun siendo así, mi miedo no es que D’Elía me mate, Cristina; mi miedo se basa en que lo anterior sea verdad. ¿Puede ser verdad que este hombre esté empleado para reprimir y contramarchar? ¿Para patotear? ¿Puede ser verdad? Ése es mi verdadero miedo. De todos modos lo dudo.

Yo soy actor, no político ni periodista, y a veces, aunque no parezca, soy bastante ingenuo y estoy bastante desinformado. Toda la gente que me rodea, incluidos mis oyentes, que no son pocos, me dicen que sí, que es así. Eso me aterra. Vivir en un país de locos, de incoherentes, de patoteros. Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente. Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina. De todos modos, le repito, lo dudo.

Pero por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte. Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos. A ver si este señor cambia de idea como es su costumbre y se le viene encima. Yo que usted me alejaría de él, no lo tendría sentado atrás en sus actos, ni me reuniría tan seguido con él.

De todas maneras, usted sabe lo que hace, no tengo dudas. No pierdo las esperanzas, quiero creer que vivo en un país serio donde se respeta al ciudadano y no se lo corre con otros ciudadanos a sueldo; quiero creer que el dinero se está usando bien, que lo del campo se va a solucionar, que podré volver a ir a Córdoba, a Entre Ríos, a cualquier provincia en auto, en avión, a mi país, el Uruguay… por tierra algún día también.

Quiero creer que pronto la Argentina, además de los cuatro climas, Fangio, Maradona y Monzón, va a ser una tierra fértil, el granero del mundo que alguna vez supo ser, que funcionará todo como corresponde, que se podrá sacar un DNI y un pasaporte en menos de un mes, que tendremos una policía seria y responsable, que habrá educación, salud, piripipí piripipí piripipí, y todo lo que usted ya sabe que necesita un país serio. No me cabe duda de que usted lo logrará. También quiero creer que la gente, incluso mis oyentes, hablan pavadas y que Luis D’Elía es un señor apasionado, sanguíneo, al que a veces, como dijo en C5N, se le suelta la cadena. Esa nota la vio, ¿no? Quiero creer, Cristina, que Luis es solamente un loco lindo que a veces se va de boca como todos. Quiero creer que es tan justiciero que en su afán por imponer justicia social se desborda y se desboca. Quiero creer que nunca va a matar a alguien y que es un buen hombre. Quiero creer que ni usted ni nadie le pagan un centavo. Quiero creer que usted le perdona todo porque le tiene estima. Quiero creer que somos latinos y por eso un tanto irreverentes, a veces también agresivos y autoritarios. Quiero creer que D’Elía no me odia y que, la próxima vez que me lo cruce en un cine o donde sea, me haya demostrado que es un hombre coherente, trabajador decente con sueldo en blanco y buenas intenciones.

Cuando todo eso suceda, le daré la mano a D’Elía y gritaré: “Viva Cristina”… Cuántas ganas tengo que todo eso suceda. ¿Estaré pecando de inocente e ingenuo otra vez? Espero que no.

La saluda cordialmente,
Fernando Peña