Tuesday, September 30, 2008

El economista del mes: "Hay que evitar que el dentista de Ohio saque sus depósitos"

El economista del mes: "Hay que evitar que el dentista de Ohio saque sus depósitos"

Ámbito Financiero

En la tradicional entrega de El economista del mes, el análisis de la coyuntura corresponde a Juan Carlos de Pablo. Reconoce tener una preocupación muy acotada respecto de la crisis financiera internacional y opina que el manejo de los bancos centrales es el adecuado. "No es ni será la última crisis, como ya nos enseñó Minsky en 1977; no se escucharon las advertencias a tiempo y ocurrió lo temido", señala el profesor de Economía de las universidades de San Andrés y del CEMA. En el plano local sostiene que el gobierno debe reconocer la realidad, que el país es más pobre, y actuar en consecuencia.


1.- La crisis de Wall Street está acotada, y no será la última

Observando los acontecimientos de costado y sin prestar demasiada atención a los titulares de los diarios, lo que aquí tuvimos fue un período de gran entusiasmo en el cual se construyó descontroladamente, se dilapidó el crédito y los llamados a la cordura eran desestimados. Escuché historias de España en 2005 y de Miami en 2006 y 2007, que decían que algo iba a ocurrir. Un tal Hyman Minsky -economista de Chicago y Harvard- explicó en 1977 cómo se gestan las crisis y ya sabemos que ésta no será la última. Ahora van a regular más, pero a lo sumo van a mejorar regulando pecados anteriores y creando nuevos. Los bancos centrales hacen lo que tienen que hacer, no importa si se es liberal o no. En 1873 Walter Bagehot escribió el célebre libro «Lombard Street» donde explica qué debe hacer el banco central, trabajar de bombero en estas circunstancias, evitar las corridas y los derrames, pero siendo cuidadoso en no generar cuestiones de riesgo moral. Es sabiduría pura. Me parece que la Fed puede cometer errores o no, pero si debe involucrarse distinguiendo si el problema está encapsulado y evitando un colapso generalizado.

No me asusta que haya que lanzar un rescate de u$s 700.000 millones, la esencia de la crisis es la interacción. Bernanke -titular de la Fed- no sabe qué va a hacer mañana, pero creo que estará a la altura de las circunstancias. Tengo una preocupación muy acotada respecto de la crisis. Nadie en EE.UU. piensa que el capitalismo americano y su futuro depende de su voto. El riesgo de no intervenir hoy, es un problemade hoy. Yo tomo decisiones como si el paquete de ayuda se va a aprobar. Por ende no habrá corridas en EE.UU. porque la crisis está acotada.

Eso sí, lo de que la Argentina está blindada no se lo cree nadie, los problemas son de acá. Las consecuencias de la crisis será un menor crecimiento y consumo. Hay que deglutir un importante stock de inmuebles, que llevará meses, años. No se trata de unas toneladas de pescado fresco. Si la Fed sale a compensar pérdidas de capital sería un error, creo que no lo hará. Y me parece que no es lo que está haciendo, por eso pierden los accionistas. Lo que tiene que evitar es la corrida sobre el sistema bancario, que el dentista de Ohio corra a sacar sus ahorros del banco. Lo del pánico mundial, no lo veo así, es un invento argentino. Yo observo de costado que el problema está acotado. Esta crisis se trata de una corrida de naturaleza muy diferente (se invirtió en riesgos). La acción de Lehman pasó de 4 a 80 dólares, se multiplicó por 20 la riqueza. Uno dice: son unos genios o algo va a pasar. Y pasó.

2.- Club de París, oferta a bonistas, todo ver para creer. Por lo pronto, aquí no hay ningún entusiasmo

Si en el Poder Ejecutivo piensan que existe correlación entre estos anuncios y la llegada de fondos frescos, entonces, creen en los Reyes Magos. Igual que con el anuncio del Club de París. Hay sorpresa en el gobierno argentino de que no llegan los capitales después de lo del Club de París. ¡A quién se le ocurre!

El centro de lo que está pasando es que la política económica no tiene credibilidad. Pero se trata del estilo K. La política económica es visceral y los analistas intentan racionalizarla. Si el gobierno no es creíble todo lo que parecen ser buenos pasos ortodoxos son regalos. La credibilidad es convertir los regalos en incentivos. La señal de que esto es así son los precios de los bonos. Los del Club de París, cuando cobren la deuda argentina harán «clink caja» y cuando vaya el ministro de Economía a pedirles crédito lo van a sacar corriendo. Lo peor que puede pasar es que en lugar de financiar un tren bala, nos financien dos. Es obvio que no piensan en las reservas. Piensan en otras cosas que tienen implicancias con las reservas, así anuncian el Club de París y el nuevo canje, y que alguien se arregle.

En cuanto a la economía local desde febrero, antes del conflicto con el campo, el nivel de actividad venía flojo. Hay menos pedidos. Esto se ve no sólo en Capital y Gran Buenos Aires sino también en el interior. No existe entusiasmo. Algunos sectores mantienen volumen y en otros está cayendo. Al aumentar el nivel de incertidumbre los empresarios postergan decisiones de inversión. Para algunos, la crisis es una oportunidad, pero la historia muestra que las crisis son recesivas.

En el Presupuesto 2009 la pauta de crecimiento del PBI es 4%, por ende, lo que el gobiernoquiere decir es que de aquí en adelante ya no se crecerá. Se detuvo el crecimiento. Hay un achicamiento del horizonte, la realidad es el día a día. Así es muy difícil planear inversiones.

Hay dos razones para pedir la apertura de las paritarias por aumentos salariales, una es la competencia interna en la CGT, por eso Hugo Moyano no puede quedarse en silencio, y otra es que saben cuándo apretar. Es el oficio del dirigente sindical. La inflación probablemente dejó de crecer. Aquellos que pactaron 19,5% de aumento salarial quieren ajustes, existe un complejo cuadro salarial. Cuando en 2002 cayó fuerte el salario real la CGT fue mediadora, en 2007 hubo una importante suba del salario real. Es un mix entre política, oficio y diferencias sectoriales. Se trata de una puja distributiva.

Pensar que todo está bien, en equilibrio, que los gremialistas son los que ponen proa a los aumentos salariales no es así. Lo que pasa es que a la debilidad política se le animan todos, la contrapartida de esto es que se te animan todos. La lucha distributiva se hace más salvaje en una etapa del ciclo en que no hay mucho para repartir. Esto que pasa debería llevarnos a decirle a Moyano que se quede en el molde, y a aquellos que apoyan y están cerca del matrimonio Kirchner deberían ir a tomarlos de las solapas y decirles «¡despiértense!». La agenda es apretada, insisto que hay que recuperar credibilidad con un mundo que dejó de ser viento a favor.

3.- Adiós al superávit fiscal

Acá tratan los pagos y los gastos como sinónimos. Me parece que lo que están haciendo es pisar los pagos y no bajar los gastos. Cuando se pongan al día con los pagos, hay que olvidarse del superávit. El ejemplo son los jubilados. La mínima la aumentaron 400% desde 2002 pero el resto quedó postergado y tenemos el caso Badaro y, por éste, miles de juicios de actualización. Esto llevó a presentar la ley de movilidad al Congreso. Vi unos cálculos que, cuando paguen más o menos razonablemente estas jubilaciones, adiós superávit.

Otro tanto ocurre con el superávit comercial. En los primeros siete meses del año, el valor de las exportaciones creció 37%, pero sólo 3% por volumen, el resto, 33% por precios. Y las importaciones aumentaron-47%, pero 30% por volumen.
Claramente estamos más dependientes de los precios internacionales; el superávit está atado con alfileres. Somos más vulnerables de lo que nos quieren hacer creer. Con la soja a los precios de 2007 tendríamos déficit comercial. En el gobierno nacional están ofuscados, dicen que tienen superávit gemelos y no les creen. Tenemos que darnos cuenta que somos más pobres y cambiar el discurso, porque los términos de intercambio dejarán de ayudarnos. El dólar seguirá recuperando terreno frente al euro. Esto va a ocurrir porque la historia me enseñó que cuando un precio relativo está caro, bajará y viceversa. Y, lo que es más importante, a u$s 1,60 el euro, los europeos viajaban de shopping a EE.UU. y los vinos franceses ya no podían venderse en el mercado americano. La fantasía de pensar que esto era la normalidad, la nueva economía, era una ficción y los argentinos con la experiencia acumulada saben que algo va a pasar.

Thursday, September 25, 2008

Friday, September 19, 2008

"Caída de commodities puede causar shock en la economía"

Entrevista al economista Carlos Rodriguez. «Con crisis o sin ella, nadie nos iba a prestar plata», asegura

"Caída de commodities puede causar shock en la economía"

Ámbito Financiero

El economista Carlos Rodríguez dijo que "con crisis internacional, o sin ella, nadie nos la iba a prestar (a la Argentina)".

«Cuando acá los llamados progresistas dicen que el liberalismo está quemando los libros con la intervención en Estados Unidos, se equivocan. Hasta el Nobel Milton Friedman aseguró que el error que se cometió en la crisis del 30 fue no haber intervenido, dado que lo que la gente quería eran billetes y la Fed no se los dio». De esta forma, el rector de la Universidad del CEMA, Carlos Rodríguez, habló de las medidas tomadas por el gobierno de Estados Unidos ante la crisis financiera internacional.

En el plano local, dijo: «No creo que la crisis nos vaya a afectar demasiado. Es cierto que precisábamos dinero para el año próximo, pero con crisis internacional o sin ella, nadie nos la iba a prestar». Además, desmitificó al superávit comercial como un signo positivo para la Argentina en sí mismo. «Alfonsín también tenía superávit comercial», ironizó.

Esto fue lo destacado del diálogo que mantuvo Carlos Rodríguez con este diario:

Periodista: ¿vio alguna vez una situación similar a la que se vive en Estados Unidos?

Carlos Rodríguez: Nunca. Por su puesto que el 11 de setiembre de 2001 no estaba la cuestión en el mercado de capitales. Esta es una situación que ha ido madurando y formando a lo largo de muchos años y que se está desenvolviendo como una gran crisis. No cabe duda de que debe ser la más grande desde los años 30, aun cuando tiene características similares.

P.: ¿Qué tiene de similar la crisis actual con aquel crac?

C.R.: La caída en el valor de los activos de los bancos que generan quiebras en cadena y eventualmente pueden llegar a generar la desconfianza en el sistema bancario. Por lo tanto, también la corrida contra los depósitos que a su vez genera una contracción grave del crédito y una caída en el sector real. Durante la crisis del 30 fueron bancos comerciales los que cayeron, ahora son grandes entidades financieras, enormes bancos de inversión que se han dedicado a comercializar derivados basados en valores del sector real como petróleo, hipotecas, commodities. Lo que se hizo con AIG ahora fue lo que la Fed no hizo en su momento durante la crisis del 30. El gobierno lo compró, se hace responsable de todos los pasivos de esa compañía, pero también se adueña de los activos que poco a poco se irán liquidando. Eso es regulación capitalista. El capitalismo reconoce la regulación, no es la libre competencia a ultranza en todas las situaciones. Pero no las admite porque sí, sino en casos puntuales. En estas grandes crisis financieras hay enormes bancos o compañías aseguradoras que son las primeras en caer y obviamente eso requiere regulación, de la misma forma que se regulan los servicios públicos. Los bancos comerciales todavía no están en problemas.

Cuando acá los llamados progresistas dicen que el liberalismo está quemando los libros con la intervención en Estados Unidos se equivocan. Hasta el Nobel Milton Friedman aseguróque el error que se cometióen la crisis del 30 fue no haber intervenido, dado que lo que la gente quería eran billetes y la Fed no se los dio.

P.: Entonces, ¿no habrá corridas de depósitos?

C.R.: Todavía no. Pero si continúan este tipo de sorpresas, podría llegar a pasar. El tema es en cuánto están afectados en este momento los activos de los bancos comerciales. Sólo Dios sabe en qué medida los bancos se metieron en estas hipotecas basura.

Pulpos

P.: ¿No encuentra comparación con lo que sucedió en la Argentina en los 90, cuando en un fin de semana se trataba de solucionar una situación puntual de un banco para que el lunes operara normalmente?

C.R.: No. Estados Unidos tiene un sistema financiero muy sofisticado. Los bancos estatales (una gran parte de la banca) no tienen permiso para operar en los demás estados del país o en el resto del mundo. No son pulpos gigantescos. El problema de la concentración bancaria es que aunque disminuye el riesgo por el tamaño, el día que se cae, se arma una crisis sistémica gigantesca. Pero los bancos chicos americanos son más parecidos a los argentinos de hoy en el sentido de que se dedican a la banca tradicional, no a estos derivados financieros que son difíciles de regular y de controlar. Por supuesto que los bancos comerciales argentinos son también seguros ahora ya que no hay contracción de crédito que nos pueda hacer daño porque simplemente no hay crédito.

P.: ¿Qué pasa en la Argentina?

C.R.: Me preocupa la caída de los bonos argentinos. Cuando Cristina de Kirchner dice que estamos fuertes, más fuertes que el resto del mundo, es cierto. Es lo mismo que decir que los que viven en el medio del Africa también están aislados, desafectados, de esta crisis internacional.

P.: Más allá de que el país esté aislado, ¿acá se sentirá la crisis?

C.R.: No creo que nos vaya a afectar demasiado. Es cierto que precisábamos dinero para el año próximo, pero con crisis internacional o sin ella, nadie nos la iba a prestar. Ahí vuelve a acertar la Presidenta. El impacto de la crisis financiera no va a ser demasiado fuerte; nuestros bancos no están afectados, su patrimonio no se está pulverizando excepto por la caída en el valor de los bonos, que están bajando un poco por la crisis internacional, pero más que nada por lo que está haciendo el INDEC por controlar los índices de indexación. Lo que sí va a suceder es que al pincharse el globo del crédito internacional y al caer los commodities, va a bajar la recaudación. Eso puede provocar un shock en el sector real. No sé cuándo llegará, pero se está desarrollando.

P.: ¿El gobierno hace una valorización de lo que está pasando?

C.R.: Este gobierno salió de la nada. Es un universo particular que creó Eduardo Duhalde de la nada y fue llevado por las circunstancias. Este gobierno heredó una situación metaestable, bastante favorable internamente ya que se habían hecho todos los ajustes pertinentes y de afuera vino el empujón del globo financiero de commodities. Habrá que ver cómo reacciona el día en que le saquen la burbuja. Cuando surge un problema parecen un « elefante en un bazar». No bien subieron un poco los precios, simplemente rompieron el termómetro. Eso no es control de precios. Empezaron tratando de convencer a los hipermercados de que vendan a los precios indicados. Cuando vieron que nadie lo hacía, simplemente pusieron el número de inflación. A este gobierno, cuando lo fuerzan a salir de su burbuja, reacciona mal. Reacciona tan mal que hasta a los del Plan Fénix los asusta.

P.: ¿Cómo encuadra en esa descripción el anuncio del pago al Club de París?

C.R.: Primero quisiera ver qué se hará. En principio, no estoy seguro de que sea legal. Después, hay un tema de montos en discusión. No está encapsulado dentro de un proyecto de repago de deuda; eso es parte de los problemas. El pago al FMI fue para independizarse del organismo. Hasta ahí lo entiendo; yo estuve de acuerdo y lo promoví. Lo del Club de París es distinto. Es cancelar la deuda de un acreedor en particular cuando tenemos muchos. No está claro por qué se les ocurrió elegir al Club de París y no a otro. No está claro por qué por medio de un decreto presidencial puedan usar reservas internacionales que no les pertenecen, sino al Banco Central. Es un problema si se hiciera, pero no estoy seguro de que se vaya a hacer. Si la Argentina hubiese deseado reinsertarse en los mercados internacionales, hay maneras lógicas de hacerlo: dejar de atacar a la comunidad internacional, reconocer los pasivos, alejarse de Hugo Chávez. Hay mucho por hacer, no sólo un pago esporádico.

Herencia

P.: ¿Podrán mantenerse los superávits gemelos?

C.R.: El superávit comercial fue heredado. Las importaciones son mucho más altas que con la convertibilidad. Este gobierno no es un gobierno proteccionista en el sentido de controlar las exportaciones. El superávit comercial en sí mismo puede ser un símbolo de superfortaleza, pero también puede ser el símbolo de pánico, de que nadie quiere tener la plata dentro del país y que quiere dólares. Cuando caigan los precios de los commodities y las exportaciones empiecen a bajar, el ajuste será recesivo. Caerían las importaciones a través de un ajuste recesivo. Ya veo que en ese caso, el gobierno simplemente pondrá control de cambios y apelará al proteccionismo económico a través de alguna cláusula del Mercosur. Alfonsín también tenía superávit comercial.

P.: ¿Qué observa en el plano político con respecto a la situación económica actual?

C.R.: El conflicto es que las bases peronistas, de intendentes para arriba y sindicalistas, están viendo que el año que viene se les va a diluir el poder en las elecciones. Está descontado que van a perder mucho. Han logrado resucitar al radicalismo y eso ya es mucho. El peronismo está en muy mala posición y eso los preocupa. Lamentablemente, un peronismo preocupado no gira hacia la sensatez, sino al revés. Es muy probable que las bases peronistas y los sindicatos corran al gobierno por el lado de la insensatez de izquierda, más populismo que el del gobierno. Eso generará bases de inestabilidad, riesgo, miedo en la transición hacia el año electoral. Los pocos peronistas que queden después de la elecciones van a tratar de correr más por izquierda todavía.

P.: ¿Qué cree que hará el gobierno en ese caso?

C.R.: A medida que se vaya acercando el momento terminal, las metodologías del gobierno se van a ir debilitando. El desbande sindicalista se manifiesta en pedidos de sueños incompatibles con el del gobierno y eso puede acelerar mucho el problema. Con una inflación oficial de 8% y una verdadera de entre 20% y 30%, en las negociaciones salariales del año próximo los sindicalistas van a tratar de apretar más todavía, sobre todo en año electoral. No presagio nada bueno por el lado político.

Monday, September 15, 2008

Antonini pastorcillo

Antonini pastorcillo

Por: Andrés Cisneros (*)
Ámbito Financiero

En el caso Antonini Wilson, resultaba esperable que el jefe de Gabinete y el ministro del Interior corrieran a defender la investidura presidencial o su colega de Justicia reclamara, por enésima vez, una improbable extradición del valijero.

Llama la atención, en cambio, la manera que nuestra Cancillería eligió para la defensa de nuestras instituciones. En su comunicado oficial, responsabilizó redondamente al gobierno de los Estados Unidos, a través de «las aseveraciones irresponsables efectuadas por la fiscalía en base a material armado y producido por el FBI, es decir, con conocimiento de autoridades políticas de Estados Unidos». De una.

Ante un problema, lo primero es acotarlo. ¿Era necesario extender el conflicto al entero gobierno norteamericano? ¿Es mejor tener enfrente a todo el sistema institucional de los Estados Unidos, en lugar del desacreditado Antonini Wilson?

En el juicio sólo aparecen meras afirmaciones de Antonini y sus compinches. Lo que se juzga allí son delitos cometidos en territorio norteamericano, en ningún modo involucra al tema argentino. No debiéramos imitar la reacción del gobierno autocrático iraní, reprochando al argentino, cuando nuestra Justicia, y no el Ejecutivo, solicitara la extradición de ex funcionarios y líderes religiosos de aquel país en la investigación del atentado a la AMIA.

Otro peso

El FBI puede tener brillos y oscuridades, pero nadie debiera creer que nuestro prestigio en el mundo goza de un boyante esplendor. Cotejar versus Antonini no parecía complicado: se trata de un mequetrefe de alquiler, que seguramente ha mentido toda su vida. El gobierno de los Estados Unidos tiene otro peso, y millones de personas pueden tender a creerle más a su Justicia que a la nuestra. ¿Fue, entonces, sensato acusarlo, cuando Washington no aparecía ni de lejos en el cuadro?

Hay formas de entender a la política que, ante cualquier tropiezo con la realidad, siempre alegan el accionar malvado de algún tercero en las sombras. Pero si todo el tiempo, en todos los casos, persistiéramos en culpabilizar invariablemente a perversos enemigos al acecho, el final puede parecerse al del pastorcillo y el gran lobo.

Las conspiraciones del FBI salen hasta en las películas, pero si un mercenario pueril, probado frecuentador de funcionarios argentinos y venezolanos, se sube a un avión fletado por la Argentina, con una valija llena de dólares inexplicables que intenta ingresar sin avisarles, no resulta detenido ni indagado por juez alguno, es visto en un acto oficial en la Casa Rosada y se marcha sin que nadie se lo impida, nuestra respuesta debiera incluir algunos esclarecimientos y no limitarse a una indignada invocación de virtudes mancilladas.

Hace once meses, cuando recién aparecían las grabaciones, el gobierno reaccionó de manera similar, y una mayoría importante del poder legislativo en su conjunto lo acompañó, condenando oficialmente a los Estados Unidos directamente como país, por haber «alentado una nefasta operación de inteligencia que tiene como consecuencia directa el menoscabo de la institución presidencial de nuestra Nación».

Coincidencias

Ahora, al momento de redactar la Cancillería, este comunicado del jueves, ¿habrá tomado en cuenta si el Congreso estará dispuesto a repetir ese apoyo al Ejecutivo, mientras el mundo nos observa muy atentamente?

Por otra parte, este innecesario enfrentamiento con Washington se produce exactamente a veinticuatro horas de que Bolivia expulse al embajadornorteamericano y Venezuela haga lo propio un día después, justamente en la misma fecha del comunicado de nuestra Cancillería. Nadie supone que se trata de una casualidad: por tres distintas razones, tres distintas cancillerías apelan, una vez más, a la siempre confortable explicación de la conspiración foránea.

Si enfrentarnos con Washington por Antonini ya resultaba discutible, hacerlo pegándonos al bonapartismo setentista de Chávez y Morales supone agravar el problema, no acotarlo ni mucho menos solucionarlo.

El interés nacional en juego envuelve a la figura presidencial, piedra angular de nuestro sistema republicano, recuperado en 1983 luego de sacrificios que merecen un gran respeto. Las reacciones ante la adversidad debieran incluir, antes que nada, un previo análisis de nuestras propias inconductas y, si al final decidimos inculpar a conspiradores extranjeros, convendría estructurar argumentaciones al menos algo más sólidas que la efervescencia jacobina de una asamblea estudiantil adolescente.

(*) Ex vicecanciller durante la gestión de Guido Di Tella.

Thursday, September 11, 2008

Monday, September 08, 2008

Democrats must learn some respect

Democrats must learn some respect

By Clive Crook

Published: September 7 2008 19:03 | Last updated: September 7 2008 19:03

This article is not the first to note the cultural contradiction in American liberalism, but just now the point bears restating. The election may turn on it.

Democrats speak up for the less prosperous; they have well-intentioned policies to help them; they are disturbed by inequality, and want to do something about it. Their concern is real and admirable. The trouble is, they lack respect for the objects of their solicitude. Their sympathy comes mixed with disdain, and even contempt.

Democrats regard their policies as self-evidently in the interests of the US working and middle classes. Yet those wide segments of US society keep helping to elect Republican presidents. How is one to account for this? Are those people idiots? Frankly, yes – or so many liberals are driven to conclude. Either that or bigots, clinging to guns, God and white supremacy; or else pathetic dupes, ever at the disposal of Republican strategists. If they only had the brains to vote in their interests, Democrats think, the party would never be out of power. But again and again, the Republicans tell their lies, and those stupid damned voters buy it.

It is an attitude that a good part of the US media share. The country has conservative media (Fox News, talk radio) as well as liberal media (most of the rest). Curiously, whereas the conservative media know they are conservative, much of the liberal media believe themselves to be neutral.

Their constant support for Democratic views has nothing to do with bias, in their minds, but reflects the fact that Democrats just happen to be right about everything. The result is the same: for much of the media, the fact that Republicans keep winning can only be due to the backwardness of much of the country.

Because it was so unexpected, Sarah Palin’s nomination for the vice-presidency jolted these attitudes to the surface. Ms Palin is a small-town American. It is said that she has only recently acquired a passport. Her husband is a fisherman and production worker. She represents a great slice of the country that the Democrats say they care about – yet her selection induced an apoplectic fit.

For days, the derision poured down from Democratic party talking heads and much of the media too. The idea that “this woman” might be vice-president or even president was literally incomprehensible. The popular liberal comedian Bill Maher, whose act is an endless sneer at the Republican party, noted that John McCain’s case for the presidency was that only he was capable of standing between the US and its enemies, but that should he die he had chosen “this stewardess” to take over. This joke was not – or not only – a complaint about lack of experience. It was also an expression of class disgust. I give Mr Maher credit for daring to say what many Democrats would only insinuate.

Little was known about Ms Palin, but it sufficed for her nomination to be regarded as a kind of insult. Even after her triumph at the Republican convention in St Paul last week, the put-downs continued. Yes, the delivery was all right, but the speech was written by somebody else – as though that is unusual, as though the speechwriter is not the junior partner in the preparation of a speech, and as though just anybody could have raised the roof with that text. Voters in small towns and suburbs, forever mocked and condescended to by metropolitan liberals, are attuned to this disdain. Every four years, many take their revenge.

The irony in 2008 is that the Democratic candidate, despite Republican claims to the contrary, is not an elitist. Barack Obama is an intellectual, but he remembers his history. He can and does connect with ordinary people. His courteous reaction to the Palin nomination was telling. Mrs Palin (and others) found it irresistible to skewer him in St Paul for “saying one thing about [working Americans] in Scranton, and another in San Francisco”. Mr Obama made a bad mistake when he talked about clinging to God and guns, but I am inclined to make allowances: he was speaking to his own political tribe in the native idiom.

The problem in my view is less Mr Obama and more the attitudes of the claque of official and unofficial supporters that surrounds him. The prevailing liberal mindset is what makes the criticisms of Mr Obama’s distance from working Americans stick.

If only the Democrats could contain their sense of entitlement to govern in a rational world, and their consequent distaste for wide swathes of the US electorate, they might gain the unshakeable grip on power they feel they deserve. Winning elections would certainly be easier – and Republicans would have to address themselves more seriously to economic insecurity. But the fathomless cultural complacency of the metropolitan liberal rules this out.

The attitude that expressed itself in response to the Palin nomination is the best weapon in the Republican armoury. Rely on the Democrats to keep it primed. You just have to laugh.

The Palin nomination could still misfire for Mr McCain, but the liberal reaction has made it a huge success so far. To avoid endlessly repeating this mistake, Democrats need to learn some respect.

It will be hard. They will have to develop some regard for the values that the middle of the country expresses when it votes Republican. Religion. Unembarrassed flag-waving patriotism. Freedom to succeed or fail through one’s own efforts. Refusal to be pitied, bossed around or talked down to. And all those other laughable redneck notions that made the United States what it is.

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Copyright The Financial Times Limited 2008

Wednesday, September 03, 2008

agarrame las bolas

¿Y si mercado impulsa devaluación?

¿Y si mercado impulsa devaluación?

Por: Agustín A. Monteverde
Ámbito Financiero

La presidente Cristina de Kirchner ha anunciado que instruyó al ministro de Economía para que utilice las reservas de libre disponibilidad del Banco Central y cancele la deuda de u$s 6.706 millones con el Club de París. La primera consideración que cabe hacer del anuncio es que deja al descubierto la inexistencia fáctica que padecen en la Argentina las instituciones que las leyes -aunque sólo formalmenteconsagran. La completa subordinación de la autoridad monetaria -supuestamente independientea los dictados del Ejecutivo ha quedado expuesta con la mayor crudeza.

Aunque a primera vista parece un paso en la dirección correcta, la decisión constituye una grave error, por varias razones.

En primer lugar, es incomprensible cancelar la totalidad de la deuda cuando, tratándose de créditos blandos de fomento, podría negociarse su refinanciación parcial a bajo costo.

Mucho más bajo, por cierto, que las estrafalarias tasas que nos cobra Hugo Chávez por hacer de trader de nuestros bonos con los bancos de Venezuela.

Tal como hicimos con el FMI, somos tan firmes frente al imperialismo capitalista que antes que negociar pagamos de contado. Perdemos, entonces, la posibilidad de refinanciar a bajas tasas sólo para evitar una auditoría del peligrosísimo FMI. ¿No ocurrirá que lo realmente peligroso sería una auditoría de las cuentas públicas por quienquiera que no esté sujeto a los aprietes del inefable Moreno?

Un gobierno mucho más preocupado por los gestos -o aún mejor, las gesticulacionesque por los hechos concretos. Que con esta decisión ha buscado dar una -aunque tardíaseñal de voluntad de pago. Pero en las delicadas circunstancias actuales y las inciertas perspectivas de las finanzas públicas, además de voluntad el mundo reclama medidas concretas que aseguren capacidad de pago.

Mala señal

Y aquí, como ocurre con frecuencia, el atajo no resulta el mejor camino. El negarnos tercamente a una auditoría del FMI constituye una señal nada despreciable sobre la escasa confiabilidad de las cuentas públicas y la pretendida solidez fiscal. De todas formas, las precedentes consideraciones tienen consecuencias menores frente al serio daño que se le inflige a nuestra moneda. Las reservas internacionales tienen como exclusivo propósito respaldar el valor del dinero en circulación. La notable detracción que se hace a ese respaldo constituye una suprema irresponsabilidad, cuyas derivaciones en el tiempo pueden ser gravísimas.

No podría ser de otra manerasi se tiene en cuenta que el pago representa prácticamente la cuarta parte de las reservas netas del BCRA (es mucho más gravoso, aún, si se utiliza el dudoso concepto referido por «reservas de libre disponibilidad», que suman menos de u$s 14.800 millones).

Veamos. Las reservas internacionales al 22 de agosto -último dato oficial- eran de u$s 47.204 millones. Una parte sustantiva de esas reservas están fondeadas con pasivos financieros del BCRA (Lebac, Nobac y pases pasivos) y que representan unos u$s 16.763 millones. Por lo que las reservas netas, propias del BCRA, se reducen a unos u$s 30.440 millones.

Por su parte, la base monetaria a aquella fecha alcanzaba los $ 98.320 millones. Esto arroja un tipo de cambio de equilibrio de $ 4,14 por dólar. Y ello sin computar un margen mínimo por diferencial de riesgo, que lo lleva con comodidad por encima de los $ 4,55.

En los últimos tiempos ha recrudecido la presión del lobby empresario local para que se efectúe una nueva devaluación, a lo que algunos integrantes del gobierno se han resistido para evitar una consiguiente e inevitable llamarada inflacionaria. La irreflexiva decisión de pagar con reservas nos pone en riesgo de que la próxima devaluación sea impulsada por el mercado antes que por el gobierno.

La autoridad monetaria, golpeada repetidamente en su solvencia, ha quedado vulnerable a una eventual corrida cambiaria. Es cierto que también con reservas se pagó al FMI. Pero las circunstancias económicas y financieras, tanto locales como globales, han sufrido un drástico deterioro desde aquella oportunidad.

No es malo cumplir, aunque con imperdonable demora, con las obligaciones que se contraen. Pero no es éticamente lícito recurrir para ello al despojo a terceros, en este caso la sociedad argentina toda, y particularmente las familias con menores recursos, más expuestas a la pulverización de sus salarios que provocan la devaluación y la inflación.

Los créditos del Club de París financiaron a empresas que ya han devuelto al Estado argentino los fondos correspondientes a los vencimientos. Fondos que el gobierno tiene la obligación de haber mantenido en alguna cuenta oficial reservada para tal destino. Y que a ellos debe recurrir; y no a las reservas, que son respaldo y contrapartida de los billetes en circulación. Un nuevo atentado a nuestra soberanía monetaria.

Por unos días, en el mejor de los casos semanas, la cancelación total dará oxígeno a los títulos públicos. Se recibirán también comentarios elogiosos de la prensa internacional. Pero la Argentina no cambiará, por esta mera decisión, en lo más mínimo su situación de aislamiento financiero. No, al menos, hasta que se ofrezcan fundamentos sólidos de que la capacidad de pago acompaña esta (algo novedosa) voluntad.

Las reservas debieran ser en el peor de los casos un recurso extremo a utilizar para demostrar una inquebrantable voluntad de pago en situaciones realmente desesperantes. No cuando se tiene la oportunidad -pero no la voluntad-de renegociar al alcance de la mano. Y cuando aún hay que hacer algo con los holdouts, a quienes no se les ha devuelto ni siquiera el capital que nos prestaron. La voluntad de someterse a negociaciones francas tiene más valor que la prepotencia.

El argumento usado para justificar la intempestiva decisión ha sido el que se trataría de una deuda «de las más genuinas porque prefinancia exportaciones, no es deuda de carácter financiero» (sic CK). No se entiende entonces el porqué de tantos años de destrato. Pero menos se entiende que pretendamos que el mundo se interese por nuestros bonos soberanos, que caen por cierto en el ignominioso terreno de la deuda de carácter financiero. Salvo que lo único que preocupe al oficialismo es retomar el disparate fastuoso del tren bala.

La principal razón que ahuyenta a los inversores es que en la Argentina no hay otra seguridad jurídica que la sospechosa amistad con los gobernantes. Todos saben que se está estafando a los tenedores de bonos con ajuste por inflación.