Friday, May 30, 2008

¿Todos somos empleados del gobierno?

¿Todos somos empleados del gobierno?
Por: Alberto Benegas Lynch (h)
Ámbito Financiero

La última alocución del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en nombre del gobierno pone en evidencia un serio problema conceptual que nos retrotrae a situaciones que se ensayaron en forma reiterada en nuestro país y en otros lares con resultados muy negativos, especialmente para la gente más necesitada.

Todas sus disquisiciones parecen partir de la premisa que los actuales gobernantes son los dueños de una estancia llamada Argentina. Así, se pronuncian sobre lo que deben ser el tratamiento de los distintos productos del agro, las exportaciones, la calidad de la tierra, los márgenes operativos, las formas de arrendamiento, el tipo de cambio y la asignación de factores productivos que de ello se deriva.

Esta es precisamente la tesis que prevalecía tras el «Muro de la Vergüenza» en Berlín y la razón del fracaso del sistema colectivista. Esto es así debido a que los precios constituyen señales clave para operar en el mercado al recoger información que por su naturaleza está dispersa y que es el resultado de conocimientos que quienes están en el «spot» y no pueden dirigirse desde el vértice del poder. Esta imposibilidad se debe a que la información no está disponible antes de que las transacciones se lleven a cabo. Por ello es que las góndolas están relucientes de productos en donde operan mercados libres y están vacías en los lugares en los que los megalómanos del momento pretenden dirigir la economía desde los despachos oficiales.

En la medida en que el aparato estatal se entromete en los millones de arreglos contractuales que se llevan a cabo voluntaria y libremente, se invalida la evaluación de proyectos y la propia contabilidad ya que los precios se convierten en señales falseadas.

Lamentablemente este grave malentendido no es sólo del gobierno sino que en muchos casos procede de quienes, en este caso, están supuestos de defender los intereses del campo.

En estos momentos resulta crucial recordar el consejo que surge de una pregunta que se formulaba Juan Bautista Alberdi y que respondía de este modo: «¿Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro: que no le haga sombra». Y tengamos muy en cuenta que el factor decisivo del aumento de salarios e ingresos en términos reales es la tasa de capitalización y ésta se obstaculiza en la medida en que los procesos de mercado se pretenden sustituir con decretos gubernamentales. Esta es la diferencia entre Uganda y Canadá. La aplicación de la filosofía inherente a la Constitución de 1853/60 hizo que en nuestro país los salarios de los obreros de la incipiente industria y de los obreros rurales fueran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, España e Italia, que la población se duplicara cada diez años y que nos disputáramos los primeros puestos con Estados Unidos en numerosos rubros, tal como lo explican historiadores de la economía como Colin Clark quien declaró que tuvo dos sorpresas mayúsculas a mediados del siglo xx: el resurgimiento de Japón y la caída vertiginosa de la Argentina.

El autor es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias.

Thursday, May 22, 2008

''Bicentenario será velorio: nos superan Brasil, Uruguay y Perú''

Lo dice el economista Fernando Navajas. Advierte por riesgos de "canibalismo político"
''Bicentenario será velorio: nos superan Brasil, Uruguay y Perú''

Fernando Navajas
Ámbito Financiero

«No hay que jugar al canibalismo político.» Para el director de FIEL, Fernando Navajas, esta frase describe el actual contexto económico y político que está transitando la Argentina: entre el conflicto con el campo, los empresarios que en vez de mejorar la productividad piden una moneda devaluada sin prever una espiral salarios-inflación, y la manipulación abierta del IPC por parte del gobierno.

Por eso, durante el diálogo que mantuvo con Ambito Financiero, este economista recibido con honores en la Universidad de La Plata en 1978 y con un doctorado en Oxford reclama que «es poco recomendable para el futuro del país especular con la pérdida de poder del Ejecutivo».

Periodista: ¿Confía en el nuevo Indice de Precios al Consumidor (IPC) que se publicará a partir del mes que viene?

Fernando Navajas: Este índice va a ser tomado y evaluado en sus propios términos y como cualquier índice oficial. Eso no dice mucho, lamentablemente. Desde luego que se van a tomar otras fuentes privadas, que van a proliferar si sigue este vacío institucional. Hoy se puede construir una bomba nuclear en una cocina y un IPC en una notebook. Sólo hace falta organizar la información dispersa y aplicar una metodología coherente.

P.: ¿En qué cifras está la inflación en lo que va del año y cuánto se proyecta para todo 2008?

F.N.: Está en 8% acumulado en cuatro meses, más del doble de lo que tuvimos en igual período de 2005, para elegir un momento en que no había controles directos. El número final de 2008 está abierto porque ahora estamos viendo que hay más de un equilibrio posible. Lo que sí podemos decir es que la inflación anual va a ser mayor, va a tener mayor variabilidad y va a tener un componente de persistencia o inercia más alto. Estas tres variables son diferentes y la atención a veces se fija sólo en el nivel, olvidándose de los otros dos. Los mayores shocks que está sufriendo la economía y la mayor discrecionalidad e intervención gubernamental van a hacer que la inflación sea más volátil y difícil de predecir. Por otro lado, la mayor inercia (cuanto de la inflación de cada mes se explica por el dato anterior), que según mis estimaciones definió un nuevo escalón a mediados de 2007 hace curiosamente más predecible a la inflación. Al mismo tiempo la hace más letal.

P.: ¿Es la inflación el principal problema que tiene el gobierno?

F.N.: Sí, hoy es el principal problema porque ya ha desarticulado el modelo post-2002 y va camino a dejarlo en knock out técnico. Va a significar el abandono, por la fuerza, de la política de tipo de cambio real alto y estable y luego va a debilitar las ventajas fiscales y comerciales del mismo. Es decir, va a desnudar las falencias estructurales y la ausencia de reformas que mejoran la productividad genuinamente.

# Trabajar duro

P.: ¿Cómo se podría morigerar?

F.N.: Trabajando duro por varios trimestres desacelerando en gasto público, haciendo una política financiera más ortodoxa y trabajando duramente con políticas de ingresos sobre las expectativas. Hoy esto puede hacerse con un costo visible y menor a la alternativa de una estanflación por las malas. Además, las condiciones externas favorables no generarían dudas sobre la tasa de crecimiento a largo plazo. Diferente sería con un shock externo negativo.

P.: ¿Qué piensa de las retenciones?

F.N.: Las retenciones tienen que ver con mayor recaudación y con atenuar el impacto de los precios internacionales en el costo de vida. El que diga que hoy la economía argentina podría o debería funcionar sin retenciones está equivocado. Otra cosa es lo que vemos desde marzo pasado, que fue un «juego de ultimátum» desproporcional, que no funciona en la práctica. Esto agigantó como nunca el poder de rechazo y libertad negativa de amplios sectores.

P.: Los industriales piden que el peso se deprecie aún más frente al dólar, ¿cree que esta política es viable para la Argentina en este contexto inflacionario?

F.N.: Creo que dentro de poco no lo van a pedir más como lo hacían antes porque se van a dar cuenta de que la espiral salario-precios nos lleva al desastre. Van a defender un tipo de cambio que no se pase al otro lado y van a hacer hincapié en que todo depende de la productividad y de las reformas requeridas para que eso ocurra. Es que no hay otro camino para lograr un bienestar perdurable.

P.: ¿Recomendaría una reducción en el tipo de cambio para ayudar a calmar la inflación?

F.N.: Eso ya está ocurriendo ahora. Con lo que no estoy de acuerdo es con bajar el tipo de cambio nominal y pensar que eso es todo. Hay varios episodiosen el baúl de la macroeconomía argentina para mostrar que eso es ilusionismo puro.

P.: ¿Qué perspectivas ve hoy para la economía interna?

F.N.: Son buenas si se corrigen los errores y se logra organizar un modelo económico moderno para manejar una expansión económica controlada. Creo que es poco recomendable jugar al canibalismo político y especular con la pérdida de poder del Ejecutivo. Nos va a ir mal por ese camino. Lo que no me deja dormir es la sensación de que perdemos el tren y que el bicentenario va a ser un velorio viendo cómo nos pasaron por arriba México, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay.

Entrevista de Laura Costa

Tuesday, May 20, 2008

Clave: ¿de dónde saldrá la plata del acuerdo?

Clave: ¿de dónde saldrá la plata del acuerdo?

Por: Enrique Szewach
Ámbito Financiero

El prolongado conflicto entre «el campo» y el gobierno ha tenido profundas consecuencias políticas y sociales. La popularidad del gobierno se ha desplomado. Sus planes de marketing, vinculados al «relanzamiento» de la Presidente, se han visto entorpecidos. Varias de las figuras importantes del justicialismo, gobernadores, intendentes, se encuentran obligados a realizar difíciles equilibrios entre sus votantes y su lealtad a la caja oficial. La oposición, por su parte, ha encontrado, al menos transitoriamente, una excusa para conseguir cierto espacio en la opinión pública y, finalmente, han surgido líderes regionales y sectoriales, con cierta proyección nacional.

Pero la prolongación del paro, pese al elíptico llamado al diálogo de Cristina de Kirchner y la presión del resto de las entidades empresarias, las encuestas de opinión, y los llamados de gobernadores «insospechados», también está golpeando al, hasta el momento, unido frente de las entidades agropecuarias. Por todo esto, los incentivos están ahora alineados para que se concrete el levantamiento, al menos provisorio, del paro, y ambos bandos se sienten a dialogar para llegar a un acuerdo. Sin embargo, no hay que olvidar que el conflicto, más allá de sus mencionadas consecuencias políticas y sociales, es eminentemente económico.

En efecto, todo empezó cuando el gobierno nacional quiso apropiarse de una porción mayor de los ingresos de los productores, dado el fuerte aumento de los precios internacionales de granos y oleaginosas ocurrido los últimos meses. De paso, con el esquema de «techo» al precio de la soja, se pretendió revertir, de alguna manera, la desastrosa política agropecuaria de los últimos años que, al intervenir en el mercado de la carne, el trigo y los lácteos, incentivó aún más el desplazamiento de la producción hacia el «yuyito». De manera que lo que está en discusión, después de todo, es la política agropecuaria en su conjunto. Y todo el esquema de subsidios, controles, precios máximos e impuestos a la exportación pergeñado por el gobierno K.

Sin embargo, la discusión se da, además, en un contexto de dificultades financieras crecientes para la Argentina, derivadas, por un lado, de un escenario internacional más complejo, pero, sobre todo, de la pérdida de reputación del gobierno, en cuanto al manoseo del CER (y las perspectivas de que dicho manoseo continuará, ahora disfrazado de nuevo índice) y la falta de propuestas concretas para solucionar la deuda con el Club de París; también de la deuda con aquellos que no entraron al canje y el incumplimiento de pagos de los reiterados fallos en contra del Estado argentino en el CIADI.

En otras palabras, el gobierno intentó apoderarse de, aproximadamente, dos puntos de PBI -con los precios actuales debe de ser un poco menos- para, simultáneamente, aliviar las necesidades financieras del año; evitar un traslado a precios internos mayor del boom de precios de los commodities; desalentar, con un mecanismo muy burdo por cierto, el aumento de la «sojización», y, de paso, juntar unos pesos más para la cada vez más costosa política de subsidios varios.

De manera que cualquier negociación que pretenda terminar exitosamente debe contemplar dos cosas: 1. Menor apropiación del Estado de los ingresos de los productores. 2. Cambios de fondo en la política hacia el mercado de carnes, trigo y leche.

Lo primero es una modificación, relativamente sencilla, del esquema de retenciones, pero ello indica que ese -digamos- 1,5% de PBI de recursos habrá que ir a buscarlo a otro lado o, como contrapartida, habrá que reducir subsidios en otros sectores y aumentar los precios para los consumidores.

Por otra parte, las modificaciones de largo plazo en los mercados «intervenidos» implican también aceptar mayores precios finales para los consumidores, al menos para productos «no populares» o el traslado de la « intervención» a otros integrantes de la cadena productiva de alimentos.

Dicho de otra forma, todos reclaman «que se arregle con el campo», pero algunos olvidan que «el arreglo» obligará a que algún otro pague la factura del festival de gasto y subsidios que el gobierno intentó que pagaran los agricultores. La buena noticia de largo plazo es que si finalmente se modifica de fondo la política agropecuaria, todavía se está a tiempo para subir al tren del resto de los emergentes agroindustriales exitosos que encabeza Brasil. (De paso, habría que cambiar urgentemente la política energética en su conjunto, con el mismo objetivo.)

La mala noticia, además de que habrá que «pagar» por los cambios, es que la reputación del gobierno para encarar programas creíbles de largo plazo está dañada. En síntesis, a no olvidarlo, la discusión con el campo ¡es por plata!

Dólar: la doble tenaza

Dólar: la doble tenaza
Por: Agustín A. Monteverde

Ámbito Financiero
En los últimos días, el BCRA se embarcó en una cruzada para forzar un descenso del dólar y mostrar que es impensable una devaluación nominal. Para ello, la autoridad monetaria debió desprenderse de una cifra récord de reservas. Paralelamente, inyectó pesos en el mercado buscando desalentar la suba de tasas. Dejando para otra ocasión explayarnos sobre la abierta incongruencia de pretender bajar el precio del dólar y el costo del dinero local en forma simultánea -que es lo mismo que financiar a bajo costo la huida de capitales-, cabe analizar la situación cambiaria.

Los economistas hemos afirmado repetidamente en los pasados años que, si se dejase flotar limpiamente el dólar -o sea, sin intervención del BCRA-, el tipo de cambio se ubicaría en torno a $ 2,60. Tales aserciones se basan en el hecho de que el tipo de cambio de equilibrio -es decir, a qué valor se puede comprar o rescatar la base monetaria (medios de pago) con las reservas del BCRA- es de $ 2,10. Si a ello adicionamos un margen de seguridad del orden de 25%, llegamos a aquel nivel de flotación de 2,60.

Pero, la base monetaria no es un concepto único e independiente. De acuerdo a las circunstancias temporales, favorables o desfavorables, en que se encuentra una economía, diferentes activos pasan a ser considerados como medios de pago por parte del público. Es así que en tiempos de desconfianza e incertidumbre los pasivos financieros del BCRA (letras, notas y pases) deben computarse dentro de la base monetaria. O, lo que es lo mismo, detraerse de las reservas (fondean casi 40% de las mismas). De hecho, estos instrumentos actuaron como medios líquidos cuando se sintieron los primeros remezones de la crisis del subprime. El BCRA salió a recomprar su deuda para no reconocer rendimientos propios de default. La semana pasada, nuevamente rescató letras.

Entonces, si tomamos toda esa base monetaria ampliada, el ratio entre base y reservas es de $ 3,20. Si añadimos el mismo margen de seguridad, de 25%, nos quedamos con un tipo de cambio de equilibrio de $ 4. Vemos pues que en una situación de desconfianza, con mercados atemorizados, sin acceso al crédito voluntario e inflación galopante, la suba del tipo de cambio no es necesariamente contradicha por los fundamentos técnicos.

Hasta aquí observamos -ficcionalmente- la viabilidad de una devaluación impulsada por el mercado. Queda todavía examinar la posibilidad de una devaluación motorizada por el Estado.

Veamos las perspectivas en materia cambiaria a la luz del modelo económico kirchnerista. No es novedad que el tipo de cambio alto fue, en estos años, la herramienta que aseguróla abundancia fiscal para un esquema de poder centrado en la caja. Una forma de recaudar fácil y sin esfuerzo, esquivando una tan trabajosa como necesaria reforma del sistema de ingresos públicos. Tampoco es novedad que la inflación se traduce en una apreciación del tipo de cambio en términos reales. Es decir, en la medida que los precios de toda la economía suben, un dólar compra cada vez menos unidades de costo argentino. Cuando en los últimos dos años se advertía la necesidad de detener la aceleración inflacionaria antes de traspasar la barrera de 17% a 20% anual, se señalaba que a partir de esa franja las expectativas sociales desplazan a los fundamentales y la inflación adquiere su propia dinámica autoindexatoria, carcomiendo la actividad económica y las bases mismas del modelo. Yo suscribía esa teoría.

Se confundió control de precios con combate a la inflación y aquel indeseado futuro llegó. Hoy, la inflación cabalga 30%, tornando inmateriales la suba de los salarios nominales y tritura el tipo de cambio real. A este ritmo, un dólar de $ 3,25 equivaldría a tan sólo $ 2,50 de apenas un año atrás. En esas circunstancias queda claro que el modelo actual naufraga sin remedio: el superávit comercial montado sobre la frágil ventaja cambiaria y los ingresos públicos derivados del comercio exterior serían las víctimas primeras de la apreciación del peso. No sólo los sectores más competitivos gravados con altísimas retenciones móviles sino las más ineficientes industrias sustitutivas serían ahogados por la tenaza mortal de una carga tributaria sin mesura y un tipo de cambio real enano. De no mediar una improbable política de shock, aun si se tomaran ya mismo medidas acertadas para poner bajo control la inflación, ésta no se detendrá de un día para otro.

Por ello, el kirchnerismo se verá ante una disyuntiva imposible de esquivar: a) abandonar el modelo basado en el dólar alto, «noventizarse» y realizar las reformas estructurales consiguientes, o b) insistir con el atajo, siguiendo la ruta fácil del paradigma productivista, implementando una o varias devaluaciones en busca de recuperar la elusiva ventaja cambiaria.

Parece difícil que los Kirchner opten por el primer camino. Supone desafíos ideológicos e iniciativas que quebrarían al medio su coalición y requerirían una mecánica enteramente nueva de poder. Si optan por más de lo mismo, a todas luces más probable, el que apueste al dólar ganará, y el que no, perderá. De esta forma se puede entender mejor por qué la gente -¿no era que el pueblo nunca se equivoca?- ha dolarizado sus depósitos bancarios. Muy simple: mientras las tasas pasivas son hasta 20% negativas en términos reales, una devaluación de sólo 15% a noventa días vista representa una tasa de 75% anual. Traicionar a los ahorristas o traicionar a los adláteres. Esa es la cuestión.

Monday, May 19, 2008

Whittle en castellano

Dedicado a todos los imbéciles que sostienen que a) la economía es un juego de suma cero, y b) que en las aldeas indias falta agua potable porque Luis se compró una camioneta.

Trinity (fragmento)
Por Bill Whittle (http://www.ejectejecteject.com/)
Traducción por Mike@

[…] El capitalismo pone nerviosa a mucha gente. Simplemente. No. Pueden. Soportarlo.

Ahora bien, yo he venido pensado desde hace tiempo sobre esto, y desde cualquier ángulo en que lo mire, llego siempre a la misma sorprendente conclusión, a saber:

El lugar donde uno se sitúe en el espectro político y lo que uno piense de la gente rica y la gente pobre, las naciones ricas y las pobres, y de cómo éstas deben comportarse en el mundo se reduce, en mi mente, a una y sólo una cuestión: ¿La riqueza puede crearse, o sólo puede ser redistribuida?

Si usted cree, como yo, que la riqueza puede ser manufacturada de la nada, entonces no hay límite a la cantidad de riqueza que usted puede amasar. Y como está siendo creada de la nada, no existe ninguna culpa moral en que usted haga dinero, porque usted trabajó duro para crearlo y no se lo ha robado a nadie.

Hay una expresión para esto: usted se lo ha ganado.

Lo que es más... como la caridad depende del exceso de riqueza (capacidad en exceso), mientras uno más haga para sí mismo, mejor para los demás. Usted podría tirar la plata para caridad por la ventana, si así de duro fuera su corazón; eso no cambia el hecho de que usted gastará dinero para obtener las cosas que desea, y mientras más tenga, más podrá gastar. Ese dinero va a otras personas. Este intercambio es llamado "la economía", y las sociedades ricas lo son porque han entendido en sus huesos esta pieza central del pensamiento capitalista: la riqueza puede ser creada de la nada, por el ingenio humano y el trabajo duro.

Ahora bien, la gente de izquierda siente en sus tripas una revulsión hacia los ricos y la riqueza, porque cuando ven riqueza asumen naturalmente que le fue robada a los que no tienen ninguna, o sea, los pobres. Ese ricachón en un jet privado obviamente le ha quitado la riqueza a la gente pobre y es por consiguiente un criminal.

Cuando uno piensa en todos los manifestantes que se ven en TV, ya sea que estén en contra del "imperialismo", o la globalización, o las corporaciones, o se autodenominen Defensores de los Pobres Tanto En EE.UU. Como En Las Naciones Pobres del Mundo... toda esta furia y resentimiento hirviente, todas estas amargas diatribas, pueden atribuirse, a fin de cuentas, a haber elegido creer que hay una cantidad limitada de riqueza en el mundo, y que los ricos (la gente y las naciones) obtienen y mantienen sus fortunas robando la prosperidad de los débiles.

Esto es tan idiota, tan demostrablemente falso, que uno realmente se pone a pensar por qué estamos teniendo esta discusión en primer lugar. Todo el dinero que le deben las naciones pobres a las ricas --dinero que les fue prestado para ayudar a que se levantaran de la pobreza y que fue derrochado en palacios para dictadores y Proyectos de Prestigio Socialista tales como Aeropuertos Internacionales en el Medio de la Nada--, todo este dinero sumado es apenas un pequeño porcentaje de la riqueza generada por las naciones ricas en un solo año. La idea de que los Estados Unidos pueden robar 10 trillones de dólares al año a naciones paupérrimas que no producen nada de valor es absolutamente demencial, y aún así, y aún así, la seguimos escuchando una y otra y otra y otra vez de los Profesionales del Agravio, que deben de ser obtusos más allá de la comprensión humana para continuar haciendo de esta absurda mentira la base de su entera filosofía.

Si podemos probar que nuestro principio fundamental es correcto, o sea, que la riqueza está limitada sólo por la imaginación y el deseo de trabajar duro, entonces no sólo la teoría económica de la izquierda se viene abajo como una estatua de Lenin… su entera visión del mundo tiene que tener un defecto fatal también. Porque si los EE.UU. generan tanta riqueza como para ser capaces de comprar petróleo a los precios fijados por el vendedor --consultar la realidad para la confirmación de este molesto hecho--, entonces tal vez los EE.UU. no están en Iraq o Afganistán para robar el petróleo de los pobres árabes. Debe de haber alguna otra razón para eso. Algo completamente incomprensible y desconocido… Seguridad Nacional, por ejemplo, o simple disgusto con la tortura y la represión y el terrorismo. Cosas como esas.

¡Métanse esto en la cabeza, socialistas tontitos! No existe una gran olla de riqueza llena de Auténtico Sudor Mágico de Obreros del Tercer Mundo, de la cual EE.UU. roba usando su poderío militar cuando se le acaba la riqueza en casa.

Aquí hay algo que aún el más lerdo manifestante hippie/poeta debería ser capaz de aprehender con su mente:

Usted compra un block de hojas: u$s 1,29
Usted roba una BIC del mostrador de Kinko's: gratis
Usted escribe el guión de "Weekend at Bernie's 3: Bernie's Revenge": gratis
Usted contrata alguien para tipearlo: u$s 30,00
Usted hace 5 copias en Kinko's: u$s 62,20
Usted envía las 5 copias por correo: u$s 7,82
Cinco idiotas en Hollywood se enamoran de la idea: gratis
Los cinco idiotas compiten con ofertas para usted: gratis
Usted recibe un cheque por: UN MILLON DE DÓLARES

Veamos, u$s 1.000.000 menos los u$s 101,30 de gastos... uhh... significa que usted, el Idiota del Pueblo, ha aumentado el Producto Bruto Interno en... uhh... un millón de dólares, y ha hecho una ganancia personal de u$s 999.898 con 69 centavos.

¿De dónde salieron esos u$s 999.898,69? ¡Del aire! Usted los creó, de la nada. Usted agregó valor al papel y tinta con los que empezó. Con su talento monumental, su magnífico intelecto y la pluma que haría a Shakespeare llorar de envidia, usted ha creado WB3. Usted les ha dado a millones de personas dos horas de descostillante hilaridad, por la que ellos pagarán u$s 8 por cabeza, y usted ha creado riqueza. Lo que es más, cuando usted vaya y se gaste la plata en esas bazofias materiales que hacen la vida más divertida, usted estará aportándole riqueza al distribuidor de Sea-Doo, al dealer de BMW, a las chicas de Cheetah's en Las Vegas y a todos los demás. Sin mencionar el aporte de, qué sé yo… alrededor de medio millón de dólares en welfare, Seguridad Social, Medicare, el Fondo Nacional de las Artes y el primer submarino volador a fusión nuclear y con armas láser, el USS George W. Bush.

Usted no necesitó robarle u$s 999.898,69 a un granjero en Angola.

Y del mismo modo en que su guión de WB3 vale más que el costo del papel y la tinta usados para escribirlo, también mi Ford Escort ZX2 2000 vale más que el bloque de metal, el silicio de los cristales, los químicos para los plásticos y los neumáticos, y el costo de la fábrica, la electricidad para operarla, y el salario de quienes lo construyeron. Ese auto, como ese guión, tiene mayor valor que los materiales que lo componen. Por medio del ingenio humano, el valor es agregado. La riqueza se crea de la nada.

Se crea más riqueza relativa al construir un Learjet que al hacer un lápiz, pero obviamente, hay muchos más lápices que Learjets. Cada vez que construimos alguno de los dos, o cualquiera de las millones de cosas que existen en el medio, creamos riqueza. De la nada. No fuimos y tomamos el dinero a punta de bayoneta de algún campesino que trata de ganarse su magro sustento diario en algún lugar, y si escucho esa mentira otra vez de alguno de esos magníficamente densos, ciegos y ensoberbecidos idiotas, de ahora en más los voy a patear en las bolas. No tenemos por qué volver una y otra vez sobre algo tan simple, tan básico y totalmente obvio.

Saturday, May 17, 2008

Wednesday, May 14, 2008

Cuban Defectors Adjust to a New Life


LOS ANGELES — Under a sunny sky on a manicured soccer field, the drill was repeated over and over for 15 minutes. Maykel Galindo would settle a cross just outside the top of the penalty area, then try to figure out a way to put the ball past the man in goal.

Sometimes, Galindo demonstrated the skill that has made him one of the most dangerous strikers in Major League Soccer. Other times, it was the unfamiliar goalkeeper who would make an acrobatic save or force a miss that left his opponent cursing in Spanish.

Most of Galindo’s Chivas USA teammates and coaches, their practice over, watched from the sideline benches a routine that might have played out at any soccer club anywhere in the world: goal scorer versus goalkeeper.

But this scene in late April was not about mano a mano. It was Cubano a Cubano, a chance to look out and see not only the past but also a future.

“I felt like I was in Havana,” the goalkeeper, José Manuel Miranda, said through an interpreter.

Almost two months ago, Miranda was among seven players who walked away from Cuba’s under-23 men’s soccer team during an Olympic qualifying tournament in Tampa, Fla.

He recently joined two of the others — midfielder Yordany Alvárez and defender Yenier Bermúdez — on a four-day bus ride from Miami for a tryout with the Los Angeles Galaxy. After the Galaxy declined to offer them contracts, they trained for two days with Chivas USA, the other M.L.S. team in Los Angeles. But Chivas USA also declined to keep them on.

Despite the setbacks, Miranda, Alvárez and Bermúdez hardly seem discouraged. They met with an immigration official at the end of April to begin seeking work permits, driver’s licenses, Social Security cards and green cards.

For now, they are relying on the largess of a network that runs through Cuban and soccer communities in Miami, New York and Los Angeles. They have received food, clothing, transportation, a cellphone and lodging. They also have the opportunity to stay in shape by playing several semiprofessional games each week. They earn $40 to $50 each per game, which Miranda said was about five times their monthly salary at the national soccer academy in Cuba.

“The Cuban community is very tight knit and very good at taking care of their own people,” said Alicia Molina, a lawyer for the nonprofit International Institute of Los Angeles who is representing the players in their applications for work permits. “This is not a typical experience of an immigrant, but it is typical of a Cuban.”

It is not, however, the typical path for a Cuban soccer player. Nearly 150 baseball players are known to have defected from Cuba, according to the Web site Cubanball.com. Among them are well-known major leaguers like Orlando Hernández, Liván Hernández and José Contreras.

But before Galindo’s defection during the Concacaf Gold Cup in 2005, when he sneaked out of the team hotel in Seattle, hopped on a city bus and asked the driver to call a Spanish-speaking high school teacher he had just met, soccer players only occasionally left for the United States. And none have caused more than a ripple in M.L.S.

After playing two seasons in Seattle for a second-tier pro league team, Galindo joined Chivas USA last year and became one of the league’s top scorers, with 12 goals, as his new team compiled the second-best regular-season record in M.L.S. This season, he is making $79,500.

In Cuba, the three young players became familiar with Galindo’s success because they watched pirated broadcasts of M.L.S. games. Miranda described their defections as “an important experience” because it planted the idea that they could make a living doing what they love.

“The idea of playing professional sports was completely foreign to us,” Miranda said. “It hadn’t occurred to us as an option.”

The role of flag bearer is one that Galindo plays reluctantly. He has been hesitant to comment about Cuban issues, including Fidel Castro’s passing of power to his brother, Raúl, earlier this year.

“When the seven guys left in Florida, the head of the Cuban soccer federation announced that Maykel is responsible for that,” said Galindo, who said he had not met the three players here until last week. “When I decided to come, I did it by myself. I didn’t recommend anybody else do it. But now that they’re here, I’m going to do what I can to help them.”

Galindo said there were no repercussions for his family when he left.

But after his defection, Bermúdez said his brother was dismissed from Cuba’s under-20 team. And when he called his mother from Florida, he said, the line was cut off. Bermúdez also left a girlfriend behind.

“I feel responsible for my brother,” he said through an interpreter. “It wasn’t his fault. It was my fault. He knew nothing.”

This and being branded a traitor by Cuban officials only increase his desire to succeed.

Bermúdez and Alvárez are 22, and Miranda is 21. Each showed his capabilities on the field in Florida, when Cuba tied the heavily favored United States, 1-1. Miranda made eight saves, Alvárez assisted on the goal and Bermúdez captained the team.

Chivas USA Coach Preki, who gave extensive tryouts to two other Cuban defectors last summer, said their will and skill would be tested.

“It’s about surviving, and Maykel is a survivor, but Maykel also has a quality,” he said, noting Galindo’s speed. “It goes hand in hand. You can bring a survivor here, but can he play the game?”

Paul Bravo, the Galaxy’s director of soccer, said the three men will probably be best served playing in the lower-level United Soccer Leagues.

“These guys are good athletes and have good minds for the game,” Bravo said. “I hope they make it. It’s not easy to walk away from the possibility of going to the Olympics, but they’re like a lot of people in Cuba — not just athletes. They’re looking for a better way of life.”

Alvárez and Miranda expressed disappointment with how the Galaxy tryout went, but they shrugged it off as a learning experience. In the last two months, they have had plenty. There was the cross-country trip, in which they did not shower, they survived on soda and junk food, and they endured standing at the side of a highway outside San Antonio one night when their bus broke down. There was practicing with David Beckham, whose poster hung in Miranda’s room in Cuba.

“They’re very happy now,” said Federico Velasquez, a Cuban immigrant and high school Spanish teacher from West New York, N.J., who has been their de facto agent, calling teams and finding places for them to stay. “They know everything is not easy, but they want to play professionally. They appreciate the opportunity they are getting.”

They hope, if work permits are secured, for another tryout. Until then, they will play as often as they can and take everything in, as they did recently on the freeway. They were quietly taking in sights that seemed foreign at every turn when they spotted a familiar one up in the hills.

“It was the sign that read Hollywood,” Bermúdez said. “We started taking photos. We’d only seen it in films.”

As he spoke, he became animated, his voice rising and eyes widening. It was as if, in his own mind, he was picturing something else he had seen before — a Hollywood ending.

Tuesday, May 13, 2008

Brazil Joins Front Rank Of New Economic Powers

Nation Launches Wealth Fund as Boom
Boosts Coffers; Putting the 'B' in BRIC
By MATT MOFFETT
May 13, 2008 - WSJ

SÃO PAULO -- For much of the decade, slow-growing Brazil seemed out of its league lumped in with the dynamic emerging economies of Russia, India and China in the so-called BRIC group. Skeptics said that RIC was more like it.

But slowly and without great fanfare, Brazil's economy has turned a big corner. Already a global power in agriculture and natural resources, Brazil has added a key ingredient that had long eluded it: a currency with staying power. In turn, that's helping unleash the greatest burst of prosperity the country has witnessed in three decades, attracting foreign investors by the score and providing a growth engine for a flagging global economy.

For the second consecutive year, Brazil's economy is growing at around 5%. That's still a far cry from Chinese growth levels. But the expansion has enabled Brazil, which seemed on the verge of a massive debt default in 2002, to build up enough stockpiles of U.S. dollars to outweigh its entire foreign debt and become a net creditor nation for the first time in its history.

Brazil has enough money lying around that Monday it announced it would follow other booming countries like China and Persian Gulf oil states in setting up a sovereign-wealth fund, worth between $10 billion and $20 billion, to invest its excess cash. In addition to the fund, Finance Minister Guido Mantega unveiled a new $125 billion industrial policy plan to stimulate new export and high-tech industries at home through tax breaks, venture capital and other incentives.

Brazil's newfound stability has elevated millions of poor Brazilians into the middle class, making it the largest population bracket in a nation long known for having only haves and have-nots. Adding to the optimism, Brazil recently made some vast new offshore oil discoveries that could catapult it into the ranks of major oil exporters.

Brazil is feeling confident enough about its economic place in the world that its leftist president, Luiz Inacio Lula da Silva, recently joked to an audience of Latin American businesspeople that he had lectured President Bush on cleaning up the U.S. credit crisis. "Here's the problem, son," Mr. da Silva said he told the president, apparently embellishing for effect. "We've had 26 years without growing. And now that we're growing, you come along and complicate things? Settle your crisis!" White House officials said the two had discussed the economy but not in those words.

On April 30, another piece fell into place for Brazil when Wall Street ratings firm Standard & Poor's upgraded Brazil's debt to "investment grade" -- making Brazil the last of the BRIC nations to have its creditworthiness win that coveted seal of approval. Brazilians rejoiced, pointing out that they had overhauled their economy even as the country's 23-year-old democracy was putting down ever deeper roots. India is the only other comparably functional democracy among the BRICs.

Mr. da Silva, the union leader turned business-friendly president, hailed the ratings upgrade as proof that Brazil is "a serious country, with serious policies." The boast echoed -- in reverse -- a famous put-down, apocryphally attributed to Charles de Gaulle, that "Brazil is not a serious country."

The nation of 190 million inhabitants hasn't shed all its economic perils. Much of its economic surge is riding on soaring commodities prices, including agrarian products, oil and minerals; a reversal would be deeply felt. It hasn't been long -- only 15 years or so -- since Brazil's inflation rate reached quadruple digits.

In contrast to the cool and calculating Russian Prime Minister Vladimir Putin, Mr. da Silva often seems an unlikely steward for a rising economy. He's known for off-the-cuff gaffes like once describing himself as the son of "a woman who was born illiterate." More substantively, critics say Mr. da Silva isn't doing enough to downsize a bloated public sector, which lifts Brazil's tax burden to around 36% of output, about twice the level of China or India.

But Mr. da Silva has proven himself an adept bridge builder who seems equally at home having barbecue with George Bush or drinking cafe cubano with Raul Castro. "Brazil doesn't really have any enemies," says economist Claudio Haddad, president of the Brazilian Institute of Capital Markets, a top business school. Brazil is the only one of the four big emerging economies without nuclear weapons. But while India, for instance, must stand vigilant over its nuclear-armed Islamic neighbor Pakistan, Brazil mainly has to worry about instability on its borders in Venezuela and Colombia.

Safe Haven

That's just fine with investors who see Brazil as a relatively safe haven, a resource-rich democracy that's growing steadily, if not spectacularly, in a quiet corner of the world. Brad Edson, chief executive officer of Phoenix-based NutraCea, a maker of rice bran products, was looking around the world for a site for a new processing plant. "Rice-growing areas are dotted with unstable political, social and economic environments and you tend to gravitate to the most stable ones," he said. Brazil was a no-brainer for the company's approximately $30 million investment.


Even before the investment-grade designation, Brazil was awash in foreign capital, much of it directed toward brick-and-mortar projects. So far this year, foreign direct investment is flowing into Brazil at a pace higher than last year's $34.6 billion, which was 84% more than in 2006.

On the outskirts of Rio de Janeiro, 13,000 laborers are working overtime to build German industrial giant ThyssenKrupp AG's new $4.6 billion steel plant, the largest mill to be built in Brazil in 20 years. Mexican billionaire Ricardo Salinas recently made a whirlwind visit to historically impoverished, but now economically surging, Northeastern Brazil to launch a chain of banks aimed at low-income clients. Illiterate clients will be able to register accounts using their fingerprints. International oil companies, such as Statoil SA of Norway and Royal Dutch Shell PLC, are set to invest $25 billion in Brazil in the coming years, according to Brazil's industry association for foreign oil companies.

"Brazil is one of the best places in the world to do business in the natural-resources sector," said Daniel Titcomb, president and CEO of Jaguar Mining Inc., a Concord, N.H., gold-mining company that's investing about $550 million in the central state of Minas Gerais. "They back up what they say with law."

Enhancing Brazil's attractiveness to capital are the democratic checks and balances that investors count on to protect their rights. But Brazil's chaotic version of democracy is a double-edged sword. Brazil's Congress lacks the internal discipline of the Chinese Communist Party and often seems to lack any discipline at all: About 15% of the Congress members are under formal investigation for alleged crimes, ranging from attempted homicide to money laundering.

Franklin Feder, Alcoa's president in Latin America, says from the standpoint of investor security, Brazil is far preferable to "an autocratic regime that can change radically from one day to another." Alcoa Inc. is putting $2 billion into hydroelectric power, mining and smelting projects throughout Brazil -- the company's most ambitious investment program anywhere. That said, democracy Brazilian style "provides us with many daily frustrations because of the speed of decision making," says Mr. Feder. Because of exhaustive paperwork, the process of licensing and building an Alcoa hydroelectric joint-venture in the Amazon has already taken a decade and the project still won't go on line until 2010 to 2011.

Nothing moves fast in Brazil. In Congress, bedeviled by corruption and a surfeit of small, weak parties, change occurs almost glacially. One of Mr. da Silva's major victories, a measure to reduce the Supreme Court's caseload, had been in the works since the 1960s.

Strictly from a standpoint of economic efficiency, "there's something to be said for command and control," says Stelleo Tolda, head of the online auction Web site MercadoLivre. Brazil's homeless and landless are organized into pressure groups that block trains carrying minerals and conduct paralyzing protests on farms.

Brazil lacks the savings and investment rates of China and India. But Brazil has reached a more mature stage of development than China and India -- with a larger share of the population urbanized and higher per capita wealth -- so it's simply less likely to take giant leaps these days.

Skeptics on the Revival

Indeed, there are still plenty of skeptics on the Brazilian revival. Harvard Business School economist Aldo Mussachio recently wrote a paper whose title suggested Brazil was "off the yellow BRIC Road." Mr. Mussachio says the bubble in commodity prices suggests that there's every chance its economy will eventually fall back to earth.


Brazilian taxpayers don't get much bang for their buck in areas like education, where Brazilian 15-year-olds scored about 20% lower than their Russian peers in a standardized science test.

The government for years deferred tough budget choices by cranking up the money presses to appease competing interest groups. The result was inflation that rocketed to four-digit levels through much of the 1980s and early 1990s. When Mr. da Silva became president in 2003, after his fourth bid for the office, the problems were so menacing that there was little choice but to confront them head on. Nervous investors had sent the real tumbling to all-time lows, generating a dangerous resurgence of inflation and fears Brazil would default on its debt.

Mr. da Silva, who had moderated his economic position from his early days as a fire-breathing populist, hewed to economic orthodoxy. He gave a free hand to his central-bank president, Henrique Meirelles, former president of BankBoston Corp., to throttle inflation by pushing interest rates well above 20% for most of Mr. da Silva's first year in office. Rates came down only gradually, and the human cost was steep. In 2005, when the Rio de Janeiro trash company was looking to hire 1,000 garbage men earning salaries of around $300 per month, some 400,000 people put in applications.

Mr. da Silva toughed out the downturn -- as well as a campaign-financing scandal that claimed many of his closest political allies. Then, over the past couple of years, his luck and Brazil's started turning. Prices for Brazil's soybeans and iron ore hit sky-high levels. Brazil's state oil company discovered what some geologists consider one of the biggest global oil strikes in the past 20 years in the Tupi field beneath rock, sand and salt at the bottom of the Atlantic Ocean. Government social programs, slow to get off the ground, gained momentum, and brought monthly stipends of up to $57 to 11 million families.

Cledorvino Belini, president of Fiat SpA in Latin America, says those programs helped trigger "a bottom-up economic shock. People bought more bread, and the baker bought a TV, and the guy who sold the TV bought a pickup truck. And so it went."

It also helped that the central bank had established its credibility as defender of the currency during a long campaign raising rates to depress inflation. It could then cut interest rates sharply in 2006 to stimulate lending. Private credit has expanded to about 35% of output from 22% in 2002. The longest terms for auto loans have been extended to a once-unheard-of 99 months, and car sales rose by 28% last year to a record 2.4 million cars.

Consumer Confidence

"Consumer confidence was what moved the needle," says Marcos de Oliveira, president of Ford Motor Co. in Brazil. The consumer thought, "I'm not so concerned about losing my job [and] I can get into longer-term financing."

Many investors are being lured by the growing and diverse consumer class. The top tier of Brazilian shoppers ply plastic as avidly as those anywhere else in the world; the Louis Vuitton shop in São Paulo's chic Jardins district is one of the company's top performers. But what's really new is the emergence of a large middle market. "Everyone's after that broad part of the pyramid," says Jorge Hillman, director general of Brazilian operations of Masisa, a big Chilean company that is building a new $130 million plant to make particleboard for the booming furniture market.

A recent study by the local office of the French research firm Ipsos found that since 2005 more than 20 million people had entered the middle class, defined here as families with monthly income of around $635. The percentage of middle-class Brazilians has grown to 46% from 34%.

The new middle class has propelled a doubling in the domestic market for cosmetics, home electrical appliances and computers since 2002, according to Euromonitor International. In the computer sector, middle-class buyers are accounting for about 40% of sales, according to market analysts. Brazil now ranks fourth globally in computer sales behind the U.S., China and Japan.

"You no longer have to live from month to month in Brazil, fearing the next crisis will strike," says Alexandre Mendes, a restaurant maitre d', hefting a new color printer he'd just bought on installment at a tech shop.

Monday, May 12, 2008

Israel's economy, 60 years on

Israel's economy, 60 years on
Out of a rough beginning comes prosperity, and some global respect

By Amotz Asa-El
Last update: 7:00 p.m. EDT May 11, 2008

TEL AVIV (MarketWatch) -- Israel was born not only into war, carnage and controversy but also into shortage. Shorn of cash and goods, it had to ration meat, eggs and cooking oil through a coupon system that soon generated undernourishment, bread lines and a thriving black market.

Worse, lacking allies, trade partners and natural resources while swamped by poor immigrants, the Israeli economy was also burdened by its leaders' rigorous socialism. Central planning initially generated growth, but Israel's protectionist duties, sclerotic financial system, high labor costs, bloated public sector and exorbitant defense spending soon proved untenable. By the 1980s the stock market had collapsed, the major banks were nationalized, inflation hit 440% and foreign-currency reserves all but vanished.

As Israel celebrates its 60th birthday memories of this economic desolation seem exotic.

The shekel is now one of the strongest currencies in the world, inflation is 2.5%, last year's 5% growth was the developed world's highest for the fifth consecutive year, while unemployment slid to a 15-year low of 6.5%. While analogous in some ways to other economic miracles, Israel's is still politically, socially and culturally unique.

First, Israel's politicians produced a shock therapy unprecedented in its severity and effect. It came in two installments: first, in 1985 the government of Shimon Peres abolished overnight a slew of food subsidies; froze by decree all retail prices as well as public-sector wages and hiring; slashed the defense budget by 20%; hiked interest rates, and then allowed the Bank of Israel to manage monetary policy independently. The government also began to slash duties, sell assets and de-regulate the bond market.

The second phase came this decade, as the government of Ariel Sharon and his Treasurer Benjamin Netanyahu -- responding to a harsh recession -- abruptly cut child allowances, single-mother wages and much of the rest of an elaborate social safety net. Then they sold major state assets like the El Al airliner and the Bezeq telecoms giant; slashed public-sector wages; raised the pension age; took the big pension funds away from the unions; abolished the banks' control of the long-term savings industry; began to cut taxes; and made the three national seaports compete with each other.

While the reforms of the 1980s stabilized the currency and began the retreat from socialism, these measures globalized Israel's economy. With the budget deficit shrinking within five years from 7% to 0.8% of GDP, and with the debt-to-GDP ratio reaching a 40-year-low of 81%, the global financial community began to understand that Israel means business.

Yet there were factors at play that transcended macro-economic policymaking.
One is, paradoxically, Israel's defense burden. Though in every other respect a liability, Israel's initial lack of arms suppliers compelled it to build its own military industry, which eventually climbed from manufacturing bullets to inventing submachine guns and finally developing tanks, battleships and fighter jets.

The arms industry -- led by aerospace giant Israel Air Industries -- not only became a major exporter, it also mass-produced technicians, engineers and inventors. In the late-1980s, when Israel was forced to cancel an overly ambitious fighter-jet project, thousands of suddenly-jobless engineers and programmers unwittingly launched the hi-tech start-up industry that soon became the darling of foreign investors.

Already then, well before any of them made his first million, Israeli techies came to epitomize the daring, mobility and originality that have historically been hallmarks of invention in general, and of Jewish commerce in particular.
Fortunately for Israel, all this coincided with the end of the Cold War.

First, huge parts of the world that had ostracized Israel, including Russia and China, suddenly traded with it, and nearby India and Turkey emerged as strategic trade partners. More importantly, a million immigrants thronged to Israel. These bought with them entrepreneurial energy, professional skills and a consumerist hunger that produced the world's largest per-capita rate of engineers and scientists, a massive retail expansion and a spectacular housing boom.

All these combined made the hi-tech industry take off. By last year its $32 billion in exports comprised half of all Israeli industrial exports. Meanwhile multinationals like Microsoft Corp., Hewlett-Packard, Motorola, Inc. and Google, Inc. set up R&D centers in Israel, and foreign buyouts of companies like software developer Mirabilis by AOL, now owned by Time Warner Inc., for $407 million in 1998; or printing-technology developer Indigo by HP for $719 million in 2002; or disc-on-key inventor M-Systems by SanDisk Corp. for $1.5 billion in 2006 -- have become so common that they are no longer front-page news.

Success was not exclusive to the technology sector. Teva Pharmaceuticals Industries , Tnuva Food Industries, the largest dairy products manufacturer in Israel, food giant Strauss Group and Iscar Metalworking, are but some instances of multi-billion-dollar companies excelling in such traditional industries as pharmaceuticals, food production and machine-tool manufacturing. Yet unlike the typical hi-tech success story, they employ thousands and focus on manufacture rather than invention.

Fairly or not, they are not automatically associated with the high-tech entrepreneur who has become a teen-ager's role model and the stereotypical Jewish Mother's dream child, unseating the historic doctor and lawyer.

Sixty years on, Israel's GDP is scratching $200 billion, nearly six times its original, relative per-capita level, while skyscrapers crowd Tel Aviv, multilane thruways, tunnels, fast trains and spaghetti junctions crisscross the country, and some 80 malls, the first of which only opened in 1986, are brimming with customers, turnovers and luxuries -- probably the happiest, and starkest, contrast to 1949's bread lines.

Sunday, May 11, 2008

Fairness, idealism and other atrocities

Commencement advice you're unlikely to hear elsewhere.
By P.J. O'Rourke
May 4, 2008

Well, here you are at your college graduation. And I know what you're thinking: "Gimme the sheepskin and get me outta here!" But not so fast. First you have to listen to a commencement speech.

Don't moan. I'm not going to "pass the wisdom of one generation down to the next." I'm a member of the 1960s generation. We didn't have any wisdom.

We were the moron generation. We were the generation that believed we could stop the Vietnam War by growing our hair long and dressing like circus clowns. We believed drugs would change everything -- which they did, for John Belushi. We believed in free love. Yes, the love was free, but we paid a high price for the sex.

My generation spoiled everything for you. It has always been the special prerogative of young people to look and act weird and shock grown-ups. But my generation exhausted the Earth's resources of the weird. Weird clothes -- we wore them. Weird beards -- we grew them. Weird words and phrases -- we said them. So, when it came your turn to be original and look and act weird, all you had left was to tattoo your faces and pierce your tongues. Ouch. That must have hurt. I apologize.

So now, it's my job to give you advice. But I'm thinking: You're finishing 16 years of education, and you've heard all the conventional good advice you can stand. So, let me offer some relief:

1. Go out and make a bunch of money!

Here we are living in the world's most prosperous country, surrounded by all the comforts, conveniences and security that money can provide. Yet no American political, intellectual or cultural leader ever says to young people, "Go out and make a bunch of money." Instead, they tell you that money can't buy happiness. Maybe, but money can rent it.

There's nothing the matter with honest moneymaking. Wealth is not a pizza, where if I have too many slices you have to eat the Domino's box. In a free society, with the rule of law and property rights, no one loses when someone else gets rich.

2. Don't be an idealist!

Don't chain yourself to a redwood tree. Instead, be a corporate lawyer and make $500,000 a year. No matter how much you cheat the IRS, you'll still end up paying $100,000 in property, sales and excise taxes. That's $100,000 to schools, sewers, roads, firefighters and police. You'll be doing good for society. Does chaining yourself to a redwood tree do society $100,000 worth of good?

Idealists are also bullies. The idealist says, "I care more about the redwood trees than you do. I care so much I can't eat. I can't sleep. It broke up my marriage. And because I care more than you do, I'm a better person. And because I'm the better person, I have the right to boss you around."

Get a pair of bolt cutters and liberate that tree.

Who does more for the redwoods and society anyway -- the guy chained to a tree or the guy who founds the "Green Travel Redwood Tree-Hug Tour Company" and makes a million by turning redwoods into a tourist destination, a valuable resource that people will pay just to go look at?

So make your contribution by getting rich. Don't be an idealist.

3. Get politically uninvolved!

All politics stink. Even democracy stinks. Imagine if our clothes were selected by the majority of shoppers, which would be teenage girls. I'd be standing here with my bellybutton exposed. Imagine deciding the dinner menu by family secret ballot. I've got three kids and three dogs in my family. We'd be eating Froot Loops and rotten meat.

But let me make a distinction between politics and politicians. Some people are under the misapprehension that all politicians stink. Impeach George W. Bush, and everything will be fine. Nab Ted Kennedy on a DUI, and the nation's problems will be solved.

But the problem isn't politicians -- it's politics. Politics won't allow for the truth. And we can't blame the politicians for that. Imagine what even a little truth would sound like on today's campaign trail:

"No, I can't fix public education. The problem isn't the teachers unions or a lack of funding for salaries, vouchers or more computer equipment The problem is your kids!"

4. Forget about fairness!

We all get confused about the contradictory messages that life and politics send.

Life sends the message, "I'd better not be poor. I'd better get rich. I'd better make more money than other people." Meanwhile, politics sends us the message, "Some people make more money than others. Some are rich while others are poor. We'd better close that 'income disparity gap.' It's not fair!"

Well, I am here to advocate for unfairness. I've got a 10-year-old at home. She's always saying, "That's not fair." When she says this, I say, "Honey, you're cute. That's not fair. Your family is pretty well off. That's not fair. You were born in America. That's not fair. Darling, you had better pray to God that things don't start getting fair for you." What we need is more income, even if it means a bigger income disparity gap.

5. Be a religious extremist!

So, avoid politics if you can. But if you absolutely cannot resist, read the Bible for political advice -- even if you're a Buddhist, atheist or whatever. Don't get me wrong, I am not one of those people who believes that God is involved in politics. On the contrary. Observe politics in this country. Observe politics around the world. Observe politics through history. Does it look like God's involved?

The Bible is very clear about one thing: Using politics to create fairness is a sin. Observe the Tenth Commandment. The first nine commandments concern theological principles and social law: Thou shalt not make graven images, steal, kill, et cetera. Fair enough. But then there's the tenth: "Thou shalt not covet thy neighbor's house. Thou shalt not covet thy neighbor's wife, nor his manservant, nor his maidservant, nor his ox, nor his ass, nor anything that is thy neighbor's."

Here are God's basic rules about how we should live, a brief list of sacred obligations and solemn moral precepts. And, right at the end of it we read, "Don't envy your buddy because he has an ox or a donkey." Why did that make the top 10? Why would God, with just 10 things to tell Moses, include jealousy about livestock?

Well, think about how important this commandment is to a community, to a nation, to a democracy. If you want a mule, if you want a pot roast, if you want a cleaning lady, don't whine about what the people across the street have. Get rich and get your own.

Now, one last thing:

6. Don't listen to your elders!

After all, if the old person standing up here actually knew anything worth telling, he'd be charging you for it.

P.J. O'Rourke, a correspondent for the Weekly Standard and the Atlantic, is the author, most recently, of "On The Wealth of Nations." A longer version of this article appears in Change magazine, which reports on trends and issues in higher education.

Friday, May 09, 2008

Del control del índice al control de precios

Del control del índice al control de precios

Por: Enrique Szewach
Ámbito Financiero

Hacia principios de 2007, el gobierno decidió modificar su política antiinflacionaria, pasando del control de precios, sobre ciertos productos y servicios sensibles, al control del índice. Desde entonces, la regla fue manipular los datos para que, en cada mes, la inflación oficial, medida por el Indice de Precios al Consumidor, mostrara una tendencia levemente descendente.

Obviamente, esta particular política antiinflacionaria muestra hoy un estruendoso fracaso. En dos niveles. No logró moderar las expectativas de inflación de la población (todas las encuestas privadas la ubican por arriba de 30% anual), ni logró que las negociaciones paritarias tomaran en cuenta el índice oficial para ajustar salarios.

La política fiscal expansiva y la política monetaria acomodaticia hicieron, entonces, su trabajo sin problemas. Esto fue, en el fondo, una buena noticia, dado que la combinación expansióncontrol de precios estricto hubiera llevado a un resultado todavía peor: desabastecimiento generalizado y mercados negros. Pero aún sin los signos más graves de una política de precios equivocada, queda claro, a estas alturas, que «algo hay que cambiar» en materia antiinflacionaria. El poder de compra salarial empieza a mostrar síntomas de deterioro, y los índices «verdaderos» de pobreza e indigencia presentan un incremento peligroso para la tranquilidad social.

Es cierto que, por este camino, la inflación para sola, pero a un costo de nivel de actividad extraordinario. Injustificado con este escenario internacional todavía benigno en materia de precios internacionales. El diagnóstico oficial insiste en que la aceleración de estos meses de la tasa de inflación responde a una combinación de un «problema internacional», la inflación de alimentos, junto con una « patología local»: el apetito desmedido de ganancia de los empresarios, en especial, las grandes cadenas de venta minorista.

Sin embargo, cuando se analizan los números, este diagnóstico es difícil de sostener. Por un lado, es cierto que la inflación de alimentos ha provocado un salto importante en la tasa de inflación mundial. Tanto los países exportadores con precios libres, como los países importadores, presentan aumentos importantes en sus tasas de inflación en los últimos meses. Brasil, Uruguay o Chile muestran tasas de inflación de dos dígitos en alimentos, incluso los dos últimos proyectan, en este rubro, tasas cercanas a 20% anual. China, «oficialmente», reconoce una tasa de inflación cercana a 10% anual también. La gran diferencia con esos países está en la evolución de la inflación que controla la política monetaria, fiscal y cambiaria, es decir, la inflación «core».

En otras palabras, dado que alimentos, en general, en estos países, tiene una participación en el índice cercana a 30% del total, inflaciones de 20% en alimentos «pegan» 6% en el índice total. El resto, 2, 3, 4%, lo aporta la inflación del resto de los productos y servicios.

¿Qué pasa en la Argentina? Paradójicamente, y pese a las retenciones, las prohibiciones de exportar y los subsidios, los precios de los alimentos han aumentado «bien medidos» por arriba de 30% en el último año. Pero más que la « perversidad» empresarial de aproveconvalidadascharse del hambre del pueblo, parece haber primado, en este caso, el fuerte desaliento a la oferta y los elevados costos de logística y laborales que forman parte de la estructura de costos de la cadena de distribución de alimentos en el país. Pero, aun aceptando el diagnóstico oficial de que los precios de los alimentos crecen por los monopolios (dicho sea de paso, hace cinco años que este gobierno tiene el control de Defensa de la Competencia, el Congreso y los jueces. De manera que si existen monopolios y mercados concentrados es su responsabilidad), lo cierto es que, dado que la participación en el índice de precios de los alimentos ronda el mencionado 30%, si el resto de los precios, los que controla la política fiscal y monetaria, no se hubieran movido, la tasa de inflación de la Argentina no podría superar 10-11%, bien lejos de 30% actual. Esto indica que la inflación «core» está creciendo fuertemente, aun en un contexto de congelamiento o poco aumento de los precios regulados por el Estado. Es más, en abril, la inflación «core», bien medida, superó la evolución de la inflación de alimentos, con precios más calmos después del levantamiento provisorio del paro del campo. ¿Y entonces? Entonces, está claro que, más allá de la inflación de alimentos, el problema es que esta política fiscal, monetaria y de ingresos ha llevado al desborde del resto de los precios de la economía argentina (y no sólo el de la televisión por cable). Pero la alternativa de modificar la política fiscal y monetaria no entra, todavía, en el «relato» oficial. De manera que el gobierno prefiere instalar el diagnóstico de una inflación derivada del aumento del precio de los alimentos y del apetito empresarial por apropiarse de utilidades desmedidas.

En ese contexto, la «receta» es simple. Mantener la estructura de retenciones y subsidios para controlar los precios de los alimentos (contemplando, eso sí, los problemas de rentabilidad de los pequeños productores y, eventualmente, corrigiendo errores de «diseño»), y volver desde el control del índice, al control-«acuerdo»- de precios, para los productos y servicios más sensibles. La «amenaza» de contrapartida es, por supuesto, la reapertura de las paritarias con una mayor pérdida de rentabilidad. (Además de las tradicionales, AFIP, Medio Ambiente, etc.)

De manera que lo que se viene parece estar más cerca de «doblar la apuesta», que de reconocer que esta política fiscal y monetaria no puede ser sostenida. Una vieja maldición china dice «ojalá te toque vivir épocas interesantes». Se vienen épocas interesantes.