Friday, August 17, 2007

El próximo gobierno está a tiempo de superar la crisis

El economista del mes: Adolfo Sturzenegger

El próximo gobierno está a tiempo de superar la crisis

Adolfo Sturzenegger fue el encargado en agosto de exponer su visión del actual momento de la economía argentina en la ya tradicional entrega de este diario «El economista del mes». Quien se desempeña como profesor de la Universidad Nacional de La Plata y director de la consultora IBC&P advierte sobre la peligrosa dinámica fiscal que torna a hacerse insostenible. Habla de la necesidad de un reacomodamiento de la política económica que, hecha a tiempo, le dará margen de maniobra al próximo gobierno. De lo contrario habrá serios problemas económicos y sociales. Para leer detenidamente.

1 Teniendo en cuenta el nuevo contexto de los mercados internacionales, ¿cuál es su visión de la situación argentina?

Vamos a recordar 2007 como un año en el que hubo dos transiciones, una constitucionalmente programada, esperada y visible, que es la transición política. Otra no programada y menos visible que es una transición económica, más específicamente una transición en la política económica. Esta consiste en que, por varias razones, esa política efectuó un pasaje desde una zona bien fácil por la cual transitó los cuatro años anteriores, hacia una bien difícil hoy. Tal pasaje le exige un importante reacomodamiento en el sentido de que varios de sus principales componentes, dado que la situación es muy distinta, deberían ser diferentes de los utilizados en los cuatro años pasados. En este momento, voy a reflejar mi opinión optimista acerca de la posibilidad de que tal reacomodamiento efectivamente se concrete. Y esto por dos razones. La primera es política. El nuevo gobierno va a tener un horizonte político básico de cuatro años, o sea mucho más extenso que el que ha tenido el actual presidente en los últimos meses, preocupado casi exclusivamente por la próxima elección de octubre. No parece políticamente racional que el nuevo gobierno haga lo mismo que hoy con un horizonte tan distinto. La segunda es económica. Al transitar ahora la política económica por una zona bien difícil, los riesgos de no intentar un reacomodamiento de ella serían muy altos, y por eso creo que lo más probable es que se tenga clara conciencia de ello, y que consecuentemente tal reacomodamiento se concrete.

2 ¿Cuáles fueron las bases de la economía hasta hoy?

Para explicar mejor el pasaje de la política económica de una zona a otra, debemos comenzar a explicar por qué existió una zona bien fácil en los cuatro años pasados. En este período actuaron cinco factores «facilitadores». En primer lugar, los altos precios internacionales de nuestros principales commodities de exportación, como trigo, soja, maíz, petróleo, cobre, carne, leche. En segundo término, de importancia decisiva para la facilidad, esos cuatro años se inician con un altísimo nivel de recursos ociosos. Esto permitió que no existieran tensiones importantes entre el objetivo de un alto crecimiento con el objetivo de la estabilidad de precios. Así, en 2002, teniendo en cuenta el desempleo y el subempleo demandante, se llegó a tener 40% de nuestra población trabajadora con problemas de empleo. Por otro lado, la utilización de la capacidad instalada industrial apenas superaba 50%. Algo similar ocurría en otros sectores de actividad. Un tercer factor, también decisivo, fue que el país logró entrar en una fuerte reversión fiscal completamente diferente a la situación de los 50 años previos. Los importantes superávit fiscales que se generaron en esos cuatro años fueron importantes facilitadores, ya que otorgaron al gobierno amplios márgenes fiscales que permitieron sostener una política de ingresos que pudo contar con la posibilidad de introducir importantes subsidios al transporte, a la energía y a los alimentos, con lo cual se pudo reforzar aún más la compatibilidad entre fuerte crecimiento y razonable estabilidad de precios. El cuarto fueron los altos niveles de inversión en los servicios públicos privatizados concretados en los 90. Por esto, el gobierno pudo congelar o atrasar las tarifas de esos servicios públicos sin riesgos importantes de restricciones infraestructurales que pegaran duro sobre el crecimiento. El último punto es que el dólar experimentó una fuerte depreciación internacional en los dos últimos años del período. Así, el gobierno se dio el lujo de que manteniendo un peso nominalmente constante con relación a la divisa norteamericana, el tipo de cambio real multilateral no descendió, lo que se tradujo en el mantenimiento de un alto nivel de competitividad internacional.


3 ¿Cómo es la situación hoy?

En la economía de hoy existen claras señales de que se han debilitado los cuatro últimos factores que permitieron transitar la etapa «bien fácil». Es así que, salvo los precios internacionales de nuestros commodities de exportación, las condiciones del resto de los facilitadores cambiaron significativamente. Por el propio desenvolvimiento económico exitoso, prácticamente desapareció la existencia de recursos ociosos. El desempleo estaría llegando a ser de sólo 8%, y los márgenes de capacidad de producción sin utilizar ya prácticamente no existen. A su vez, la dinámica fiscal instalada en 2007 ha sido tan desalentadora, que los márgenes que permitían apoyar una activa política de ingresos estabilizadora de los precios también han desaparecido. Por el contrario, uno comienza a preguntarse de dónde va a sacar el gobierno los fondos para poder seguir aumentando la inversión pública, lo cual es necesario para poder mantener los subsidios actuales para evitar ajustes traumáticos de tarifas y precios, o para poder afirmar la política de gasto social. En tercer lugar, por la evolución natural de las cosas, han desaparecido completamente los márgenes que brindaban las inversiones hechas en el pasado en los servicios públicos privatizados. Por último, qué va a ocurrir con el dólar en el mercado internacional es impredecible. Sabemos que en los últimos cuatro años se devaluó y eso fue un facilitador, pero ¿qué pasará hacia delante?

4 ¿Cuál es la principal consecuencia del debilitamiento de estos factores facilitadores?

Creo que ha sido la aparición de una fuerte tensión entre el objetivo de alto crecimiento y el de la estabilidad de precios. Las señales de esta tensión son visibles. Por un lado, el gobierno comienza a manipular la información que mide los precios al consumidor. Difícilmente esto hubiera sucedido si la inflación hubiese dado señales de desaceleración. Por otro lado, el índice de precios de la construcción se mueve interanualmente en 20%, el de precios en el interior en 13%, y el de precios mayoristas, aún con un dólar sin mayores aumentos, en 10%.
Pero además de la tensión entre estabilidad de precios y crecimiento, existen otras. En lo fiscal, por ejemplo, después de lo que está sucediendo en este año, aparece claramente la tensión entre el objetivo de mantener o aumentar gastos públicos necesarios, y el objetivo de aumentar los superávit fiscales. Otra tensión entre objetivos deseables es la que se manifiesta en la infraestructura económica. Hoy se requieren fuertes inversiones en el sector de servicios públicos privatizados y para ello se hace necesario ajustar significativamente las tarifas de esos servicios, pero simultáneamente se hace necesario evitar shocks tarifarios que resultarían recesivos y desestabilizadores. Por último, dado que no sabemos qué va a ocurrir internacionalmente con el dólar, se puede plantear la tensión entre el objetivo de mantener un tipo de cambio real elevado, con el objetivo de no devaluar nominalmente el peso para evitar mayores presiones inflacionarias.


5 ¿Qué habría que modificar?

Mientras que en los últimos años se trató de movilizar grandes cantidades de recursos ociosos existentes, hoy se trata de crear recursos adicionales y de aumentar la eficiencia en el uso de los factores de producción. Ya no se trata más de aumentar la demanda global al mayor ritmo posible, lo cual fue correcto en los cuatro años pasados, sino de ampliar la capacidad de oferta global lo máximo que se pueda, lo cual es algo muy diferente.

El reacomodamiento debería abarcar una visión amplia y otra más específica. De acuerdo con la primera, se deberían hacer dos cosas. Primero, priorizar, al menos para los próximos dos años la desaceleración inflacionaria, aún cuando esto tenga el costo de tener que resignar algunos puntos de crecimiento. Para el nuevo gobierno, será un riesgo (político y económico) muchísimo menor crecer a 5% en vez de a 8%, que el correspondiente a una situación en que no se detiene el proceso de aceleración inflacionaria. Lo segundo es que hay que priorizar objetivos de mediano plazo por sobre cualquiera de corto plazo, o sea hacer lo contrario que en los últimos meses.

6 ¿Qué cambios recomendaría?

Dentro de la visión específica, en primer lugar habría que hacer cambios en la política fiscal. En esencia, sería necesario quebrar la equivocada dinámica de este año, para volver a la de los cuatro años anteriores (ver nota aparte). En cuanto a la política monetaria, debería dejar de ser lo permisiva que fue en los cuatro años pasados. Si bien tal permisividad fue básicamente correcta dado el contexto de ese momento donde lo esencial era ocupar a factores productivos ociosos, ahora ya no lo es. Resulta necesario hoy hacerla más activa de tal forma que la tasa de interés real pasiva resulte positiva. Creo que al menos temporariamente, para el período donde la desaceleración en el crecimiento de los precios sea el objetivo prioritario, el esquema monetario debe acercarse a la idea de fijar metas de inflación, decidiendo sobre la base de ese esquema cuán restrictiva debe ser la política. En relación con la cambiaria, también aquí el Banco Central debe aceptar que la prioridad inicial del reacomodamiento que se requiere sería la de priorizar la estabilidad de precios, y por ello no debe temer de aceptar alguna gradual apreciación real del peso. A título de ejemplo, si el dólar se mantuviera internacionalmente estable, las devaluaciones nominales del peso que se produjeran, en cualquier caso, deberían ser menores que la tasa de interés pasiva y que la inflación. Esto significaría reducir el tipo de cambio real multilateral y algún debilitamiento en la competitividad internacional, pero sería importante aceptarlo. Por un tiempo va a ser necesario no atender los reclamos ansiosos de los sectores productores de bienes transables. En cuanto a la política de servicios públicos privatizados, sería necesario presentar un plan creíble de ajustes tarifarios para cambiar las expectativas del sector privado que debe invertir en él. Tal vez un horizonte de tres años para ir efectuando ajustes graduales resulte lo más conveniente. Por último, las cuatro políticas anteriores deberían enmarcarse dentro de un ambiente organizacional que denote credibilidad, respeto, y falta de arbitrariedad del gobierno en sus relaciones con el sistema de información económica y con el sistema de mercados y precios.

7 ¿Qué opinión le merece el anuncio de Cristina Kirchner, como candidata, de crear un Consejo Económico Social?

Lo esencial para el éxito del futuro gobierno es encontrar la forma de concretar un reacomodamiento sustantivo de la política económica hoy prevaleciente. Si se pensara que la creación de ese Consejo puede ser una forma de sustituir, o de poder soslayar, la ejecución de ese reacomodamiento, ello sería un gran error. Bajo esta circunstancia, los acuerdos que eventualmente pudiera lograr ese Consejo resultarían inconsistentes con el proceso de aceleración inflacionaria en que está inmersa la economía, y en el que seguirá estando sin cambiosen las políticas económicas,con lo cual tales acuerdos nunca se concretarían en la realidad económica. Por el contrario, si hubiera consistencia entre los resultados esperables de un reacomodamiento de la política económica y los acuerdos corporativos que se obtuvieran en el Consejo, la creación de este ente puede no ser negativa. Mientras el caso de inconsistencia sería similar al de Gelbard de 1974, el de consistencia sería más parecido al de Gómez Morales de 1951. Sin embargo, aún aceptando la hipótesis de consistencia, mi preferencia sería por la no creación de tal consejo.

8 ¿Cuáles son sus expectativas durante el nuevo gobierno?

Hoy estamos experimentando una visible crisis financiera internacional. Además, como sabemos, el impacto financiero que ha tenido sobre nuestra economía ha resultadoamplificado, ya que transitamos una performance relativa al grueso del resto de los países emergentes, muy preocupante.

Sin embargo, a pesar de tal situación, tengo un visión bien optimista para los próximos años para el caso en que se concrete un importante reacomodamiento de la política económica. Para ello me baso en siete aspectos de la realidad actual que creo llevarían a buen puerto a la economía si tal intento de reacomodamiento efectivamente se concreta. El primero es que disponemos de un muy buen nivel de reservas internacionales. El segundo es que, pese a un importante debilitamiento en lo fiscal, seguimos teniendo la buena situación de los dos superávit gemelos. En tercer lugar, todavía se está cobrando cada año un importante nivel de impuesto inflacionario de más de 2.500 millones de dólares. Cuarto, los resultados cuasifiscales del Banco Central todavía son positivos. Como consecuencia de los últimos tres factores, el quinto es que tenemos una dinámica de nuestra deuda pública muy sostenible. En los últimos tres años las relaciones entre esa deuda y nuestro PBI han estado bajando en forma significativa. El sexto es que continuamos teniendo buenos precios internacionales para nuestras principales exportaciones. Por ejemplo, trigo, maíz y soja, tienen hoy precios internacionales que están alrededor de 50% más altos que hace un año. Por último, nuestro tipo de cambio real multilateral actual brinda fuertes márgenes para nuestra competitividad internacional. Basta recordar que con base diciembre 2001 igual a 1, nuestro tipo de cambio real multilateral actual supera los 2,20, siendo a su vez bastante más altos los cambios reales bilaterales con el euro y el real.

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