Sunday, July 01, 2007

Empalidece el milagro industrial argentino frente a Brasil y a Chile

Empalidece el milagro industrial argentino frente a Brasil y a Chile

Por: Daniel Artana
Ámbito Financiero

Más allá del discurso con fuerte tono ideológico que plantean algunos miembros del equipo económico y algunos dirigentes empresarios sobre las bondades del llamado modelo productivo y su capacidad para desarrollar a la industria nacional luego de la perniciosa década del 90, es interesante repasar la evolución de la actividad industrial argentina en una perspectiva comparada. La crisis de 2001 y 2002 afectó seriamente a todas las actividades económicas, y casi todas han tenido una recuperación importante desde entonces.

Impulsada por una notable mejora en la rentabilidad empresaria, la industria se ha recuperado por encima de los picos previos de actividad alcanzados en el año 1998. La licuación de las deudas por la pesificación asimétrica en pesos mejoró la hoja de balance del sector, y la reducción de salarios y tarifas de energía en dólares mejoraron los flujos dado que los precios tendieron a acompañar más de cerca la evolución del tipo de cambio. Mayores precios de commodities internacionales y la fuerte suba del PBI en dólares de Brasil y Chile, destinos principales de las exportaciones del sector, contribuyeron a esta recuperación. También es evidente que se han concretado inversiones, al menos observando la evolución de indicadores indirectos como la utilización de la capacidad instalada (que ha dejado de crecer hace ya bastante tiempo) y de la producción (que ha seguido aumentando).

# Comparación

Sin embargo, esta importante recuperación no permite concluir que el sector ha entrado en un proceso de crecimiento sostenido. Si se compara la evolución de la producción de la Argentina, Brasil y Chile desde 1993 a la fecha (ver gráfico), puede observarse que entre 1998 y hoy la industria argentina ha aumentado 21%, en Brasil 31% y en Chile 48%. Del mismo modo, entre 1998 y 2007 las exportaciones industriales de la Argentina prácticamente se duplicarían en dólares, pero esta cifra empalidece ante aumentos de casi el triple en Brasil y Chile. Una conclusión similar se puede obtener si se observa la evolución de los volúmenes exportados por los tres países.

Tampoco es acertado hablar de una importante contribución de la industria en la recuperación del empleo. Entre 1998 y 2006 la información de las encuestas de hogares revela que el sector habría contribuido con alrededor de 90.000 empleos de 1,8 millón que se crearon en toda la economía. Un modesto crecimiento del empleo industrial de 4% en ocho años es entendible en una actividad que se caracteriza por ser capital intensiva.

Para poder descontar el terreno perdido con nuestros vecinos la industria argentina necesita más inversión. El diagnóstico oficial procura ayudar al sector a dar el salto por la vía de resolver las restricciones al crédito. Se ha entretenido con la idea de un banco oficial al estilo el BNDES brasileño que replicaría en gran escala la política de tasas de interés «razonables» para préstamos a mediano y largo plazo que actualmente se destinan a las pymes (algo menos de 9% anual en pesos con plazos de 3 a 10 años según la información oficial).

Este intento de avanzar por la vía del crédito es curioso, al menos si se introducen en el análisis las características del sistema tributario argentino que, ante la falta de ajuste por inflación, permite deducir los intereses nominales pagados por una empresa que se endeuda. Durante los últimos 12 meses los precios a los productores industriales aumentaron alrededor de 10%. Si se toma como referencia la tasa en pesos para préstamos a mediano plazo a la cual han logrado financiamiento en el mercado internacional algunas empresas y bancos radicados en el país (en el entorno de 12%), la deducción de los intereses nominales hace que la tasa real de interés pagada por una empresa industrial, después de impuestos, sea 2% anual negativa. No parece entonces que el financiamiento a tasas altas sea una traba seria para la inversión industrial.

# Interrogante

Los problemas, al menos en relación a otros países, parecen estar en otro lado. La buena rentabilidad de hoy ¿se mantendrá en el futuro? Esta pregunta es de respuesta incierta por las falencias en la política pública. Por un lado, la fuerte expansión del gasto público en dólares deja cada vez más solo al Banco Central en su intento por frenar la apreciación cambiaria que de hecho se da por la vía de mayores costos en dólares.

Algunos diputados de origen sindical proponen cada vez más intrusión en el manejo empresario, y los costos laborales suben por aumentos de salarios por encima de la productividad, por subas de impuestos previsionales (al eliminarse los topes para los aportes) y por el «subsidio» a la industria del juicio que resulta de los cambios en el régimen de accidentes de trabajo.

El sesgo oficial hacia el mercado interno condiciona a los proyectos exportadores. Quienes sustituyen importaciones no sólo pueden vender más caro por la protección arancelaria sino que muchas veces reciben protección adicional por la vía de restricciones cuantitativas que les facilitan la cartelización de la oferta con los competidores extranjeros, a expensas de los consumidores nacionales, mientras que los industriales que exportan sufren una quita por las retenciones y, en algunos casos, restricciones cuantitativas para vender al exterior.

Y la fragilidad energética actual junto con la decisión populista de evitar que los consumidores residenciales de ingresos medios y altos paguen su parte de las nuevas inversiones y de los costos plenos de operación pone el peso del financiamiento de las obras en los usuarios industriales, sin que ello les asegure que habrá un abastecimiento fluido de energía en los próximos años.

En resumen, si en lugar de perder el tiempo mirando para atrás, el debate se concentrara en arreglar las falencias de la política actual el ansiado milagro industrial argentino estaría mucho más cerca de concretarse.

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