Friday, September 19, 2008

"Caída de commodities puede causar shock en la economía"

Entrevista al economista Carlos Rodriguez. «Con crisis o sin ella, nadie nos iba a prestar plata», asegura

"Caída de commodities puede causar shock en la economía"

Ámbito Financiero

El economista Carlos Rodríguez dijo que "con crisis internacional, o sin ella, nadie nos la iba a prestar (a la Argentina)".

«Cuando acá los llamados progresistas dicen que el liberalismo está quemando los libros con la intervención en Estados Unidos, se equivocan. Hasta el Nobel Milton Friedman aseguró que el error que se cometió en la crisis del 30 fue no haber intervenido, dado que lo que la gente quería eran billetes y la Fed no se los dio». De esta forma, el rector de la Universidad del CEMA, Carlos Rodríguez, habló de las medidas tomadas por el gobierno de Estados Unidos ante la crisis financiera internacional.

En el plano local, dijo: «No creo que la crisis nos vaya a afectar demasiado. Es cierto que precisábamos dinero para el año próximo, pero con crisis internacional o sin ella, nadie nos la iba a prestar». Además, desmitificó al superávit comercial como un signo positivo para la Argentina en sí mismo. «Alfonsín también tenía superávit comercial», ironizó.

Esto fue lo destacado del diálogo que mantuvo Carlos Rodríguez con este diario:

Periodista: ¿vio alguna vez una situación similar a la que se vive en Estados Unidos?

Carlos Rodríguez: Nunca. Por su puesto que el 11 de setiembre de 2001 no estaba la cuestión en el mercado de capitales. Esta es una situación que ha ido madurando y formando a lo largo de muchos años y que se está desenvolviendo como una gran crisis. No cabe duda de que debe ser la más grande desde los años 30, aun cuando tiene características similares.

P.: ¿Qué tiene de similar la crisis actual con aquel crac?

C.R.: La caída en el valor de los activos de los bancos que generan quiebras en cadena y eventualmente pueden llegar a generar la desconfianza en el sistema bancario. Por lo tanto, también la corrida contra los depósitos que a su vez genera una contracción grave del crédito y una caída en el sector real. Durante la crisis del 30 fueron bancos comerciales los que cayeron, ahora son grandes entidades financieras, enormes bancos de inversión que se han dedicado a comercializar derivados basados en valores del sector real como petróleo, hipotecas, commodities. Lo que se hizo con AIG ahora fue lo que la Fed no hizo en su momento durante la crisis del 30. El gobierno lo compró, se hace responsable de todos los pasivos de esa compañía, pero también se adueña de los activos que poco a poco se irán liquidando. Eso es regulación capitalista. El capitalismo reconoce la regulación, no es la libre competencia a ultranza en todas las situaciones. Pero no las admite porque sí, sino en casos puntuales. En estas grandes crisis financieras hay enormes bancos o compañías aseguradoras que son las primeras en caer y obviamente eso requiere regulación, de la misma forma que se regulan los servicios públicos. Los bancos comerciales todavía no están en problemas.

Cuando acá los llamados progresistas dicen que el liberalismo está quemando los libros con la intervención en Estados Unidos se equivocan. Hasta el Nobel Milton Friedman aseguróque el error que se cometióen la crisis del 30 fue no haber intervenido, dado que lo que la gente quería eran billetes y la Fed no se los dio.

P.: Entonces, ¿no habrá corridas de depósitos?

C.R.: Todavía no. Pero si continúan este tipo de sorpresas, podría llegar a pasar. El tema es en cuánto están afectados en este momento los activos de los bancos comerciales. Sólo Dios sabe en qué medida los bancos se metieron en estas hipotecas basura.

Pulpos

P.: ¿No encuentra comparación con lo que sucedió en la Argentina en los 90, cuando en un fin de semana se trataba de solucionar una situación puntual de un banco para que el lunes operara normalmente?

C.R.: No. Estados Unidos tiene un sistema financiero muy sofisticado. Los bancos estatales (una gran parte de la banca) no tienen permiso para operar en los demás estados del país o en el resto del mundo. No son pulpos gigantescos. El problema de la concentración bancaria es que aunque disminuye el riesgo por el tamaño, el día que se cae, se arma una crisis sistémica gigantesca. Pero los bancos chicos americanos son más parecidos a los argentinos de hoy en el sentido de que se dedican a la banca tradicional, no a estos derivados financieros que son difíciles de regular y de controlar. Por supuesto que los bancos comerciales argentinos son también seguros ahora ya que no hay contracción de crédito que nos pueda hacer daño porque simplemente no hay crédito.

P.: ¿Qué pasa en la Argentina?

C.R.: Me preocupa la caída de los bonos argentinos. Cuando Cristina de Kirchner dice que estamos fuertes, más fuertes que el resto del mundo, es cierto. Es lo mismo que decir que los que viven en el medio del Africa también están aislados, desafectados, de esta crisis internacional.

P.: Más allá de que el país esté aislado, ¿acá se sentirá la crisis?

C.R.: No creo que nos vaya a afectar demasiado. Es cierto que precisábamos dinero para el año próximo, pero con crisis internacional o sin ella, nadie nos la iba a prestar. Ahí vuelve a acertar la Presidenta. El impacto de la crisis financiera no va a ser demasiado fuerte; nuestros bancos no están afectados, su patrimonio no se está pulverizando excepto por la caída en el valor de los bonos, que están bajando un poco por la crisis internacional, pero más que nada por lo que está haciendo el INDEC por controlar los índices de indexación. Lo que sí va a suceder es que al pincharse el globo del crédito internacional y al caer los commodities, va a bajar la recaudación. Eso puede provocar un shock en el sector real. No sé cuándo llegará, pero se está desarrollando.

P.: ¿El gobierno hace una valorización de lo que está pasando?

C.R.: Este gobierno salió de la nada. Es un universo particular que creó Eduardo Duhalde de la nada y fue llevado por las circunstancias. Este gobierno heredó una situación metaestable, bastante favorable internamente ya que se habían hecho todos los ajustes pertinentes y de afuera vino el empujón del globo financiero de commodities. Habrá que ver cómo reacciona el día en que le saquen la burbuja. Cuando surge un problema parecen un « elefante en un bazar». No bien subieron un poco los precios, simplemente rompieron el termómetro. Eso no es control de precios. Empezaron tratando de convencer a los hipermercados de que vendan a los precios indicados. Cuando vieron que nadie lo hacía, simplemente pusieron el número de inflación. A este gobierno, cuando lo fuerzan a salir de su burbuja, reacciona mal. Reacciona tan mal que hasta a los del Plan Fénix los asusta.

P.: ¿Cómo encuadra en esa descripción el anuncio del pago al Club de París?

C.R.: Primero quisiera ver qué se hará. En principio, no estoy seguro de que sea legal. Después, hay un tema de montos en discusión. No está encapsulado dentro de un proyecto de repago de deuda; eso es parte de los problemas. El pago al FMI fue para independizarse del organismo. Hasta ahí lo entiendo; yo estuve de acuerdo y lo promoví. Lo del Club de París es distinto. Es cancelar la deuda de un acreedor en particular cuando tenemos muchos. No está claro por qué se les ocurrió elegir al Club de París y no a otro. No está claro por qué por medio de un decreto presidencial puedan usar reservas internacionales que no les pertenecen, sino al Banco Central. Es un problema si se hiciera, pero no estoy seguro de que se vaya a hacer. Si la Argentina hubiese deseado reinsertarse en los mercados internacionales, hay maneras lógicas de hacerlo: dejar de atacar a la comunidad internacional, reconocer los pasivos, alejarse de Hugo Chávez. Hay mucho por hacer, no sólo un pago esporádico.

Herencia

P.: ¿Podrán mantenerse los superávits gemelos?

C.R.: El superávit comercial fue heredado. Las importaciones son mucho más altas que con la convertibilidad. Este gobierno no es un gobierno proteccionista en el sentido de controlar las exportaciones. El superávit comercial en sí mismo puede ser un símbolo de superfortaleza, pero también puede ser el símbolo de pánico, de que nadie quiere tener la plata dentro del país y que quiere dólares. Cuando caigan los precios de los commodities y las exportaciones empiecen a bajar, el ajuste será recesivo. Caerían las importaciones a través de un ajuste recesivo. Ya veo que en ese caso, el gobierno simplemente pondrá control de cambios y apelará al proteccionismo económico a través de alguna cláusula del Mercosur. Alfonsín también tenía superávit comercial.

P.: ¿Qué observa en el plano político con respecto a la situación económica actual?

C.R.: El conflicto es que las bases peronistas, de intendentes para arriba y sindicalistas, están viendo que el año que viene se les va a diluir el poder en las elecciones. Está descontado que van a perder mucho. Han logrado resucitar al radicalismo y eso ya es mucho. El peronismo está en muy mala posición y eso los preocupa. Lamentablemente, un peronismo preocupado no gira hacia la sensatez, sino al revés. Es muy probable que las bases peronistas y los sindicatos corran al gobierno por el lado de la insensatez de izquierda, más populismo que el del gobierno. Eso generará bases de inestabilidad, riesgo, miedo en la transición hacia el año electoral. Los pocos peronistas que queden después de la elecciones van a tratar de correr más por izquierda todavía.

P.: ¿Qué cree que hará el gobierno en ese caso?

C.R.: A medida que se vaya acercando el momento terminal, las metodologías del gobierno se van a ir debilitando. El desbande sindicalista se manifiesta en pedidos de sueños incompatibles con el del gobierno y eso puede acelerar mucho el problema. Con una inflación oficial de 8% y una verdadera de entre 20% y 30%, en las negociaciones salariales del año próximo los sindicalistas van a tratar de apretar más todavía, sobre todo en año electoral. No presagio nada bueno por el lado político.

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