Tuesday, October 09, 2007

¿Qué podría cambiar en economía si gana Cristina?. Casi nada

¿Qué podría cambiar en economía si gana Cristina?. Casi nada

Por: Enrique Szewach
Ámbito Financiero

Las recientes declaraciones del Presidente y su esposa ratifican los lineamientos que tendrá la política económica durante el próximo año, si, finalmente, Cristina es presidenta a partir del 10 de diciembre próximo. Respondiendo a una pregunta de un banquero brasileño sobre la inflación, la candidata argumentó, casi textualmente: los precios clave en la Argentina están «disciplinados».

La palabra disciplina, juntoa la palabra precios en la misma frase, es todo un diagnóstico respecto de la política antiinflacionaria. Agregó la primera dama: «Todo será gradual. Si ajustamos fuertemente las tarifas, vendrán los sindicatos a pedir más aumento». O «los cuestionamientos al INDEC surgen de grupos de presión a los que les conviene la inflación». Respecto del Presidente, según testigos y según el « comunicado» del secretario de Comercio, habría expresado: «Algunos grupos nos quieren desestabilizar con la inflación». Y más adelante a los empresarios: «Tengan cuidado, porque si suben mucho los precios, después los sindicatos van a pedir más aumentos de salarios». «Hay quienes especulan con la inflación». «A algunos les conviene la inflación». Lo sintéticamente arriba descripto refleja fielmente el diagnóstico que tiene el kirchnerismo respecto de las causas de la inflación y de cómo combatirla. Para el Presidente y su esposa, la aceleración de la tasa de inflación de la Argentina surge de un cierto descontrol «de la puja distributiva» en un país que crece. Por lo tanto, de lo que se trata es de « redisciplinar» a los díscolos. Generar el clima de que quienes suben los precios «desestabilizan». «Especulan». Son los « pícaros de siempre». Y que, en ese contexto, los sindicalistas se verán forzados a «pedir» una compensación equivalente. La clave, entonces, es lograr que las expectativas se moderen. Y esa moderación, sólo puede surgir de un «pacto social» en donde los empresarios se comprometan a una suba modesta de precios y los sindicalistas a aceptar un aumento moderado de salarios «ad referendum» de que, efectivamente, los empresarios cumplan con su parte. Quienes no firmen o no cumplan serán los « especuladores de siempre». Los « desestabilizadores». Los que quieren «empobrecer al pueblo», etc. etc.

Como puede apreciarse en todo este razonamiento, no hay espacio para la responsabilidad de las políticas públicas. Ninguna mención a la política monetaria, fiscal, cambiaria o de ingresos. Nada de lo que pasa con la tasa de inflación de este año, según el gobierno, tiene algo que ver con la expansión fenomenal del gasto público, la devaluación del peso frente a la mayoría de las monedas con las que comerciamos, la tasa de interés negativa, o los aumentos de salarios y subsidios. Todo «eso» es la garantía de las « cantidades». Es lo que explica el crecimiento, la baja del desempleo, el boom de consumo. En otras palabras, mientras el gobierno aseguraba las cantidades, los pícaros aumentaron los precios. El «acuerdo» es: nosotros seguimos garantizando las cantidades, ustedes no suban los precios, para que los sindicalistas no tengan la « excusa» de pedir más salarios. Esta es la base del « kirchnersianismo, modelo 2008».

Como puede apreciarse, el problema para el sector privado, incluyendo a los « amigos» no es menor. (Dicho sea de paso, en esta concepción no existen los «amigos».

Están los que «obedecen» o los «otros»). En efecto, los empresarios «formadores de precios» tienen que decidir si aumentan las cantidades y siguen ganando por volumen. O si aumentan los precios y «saltan el cerco» (¿Se acuerdan de esa expresión? Todo vuelve en la Argentina). Los sindicalistas tienen que elegir entre «aceptar» provisoriamente la «palabra empeñada» por los empresarios y reclamar un aumento salarial «bajo» a la espera que la tasa de inflación «baje» y correr el riesgo de «traicionar» a las bases y perder poder frente a sus rivales internos. O, por el contrario, ir al conflicto, exigir aumentos salariales que compensen la verdadera tasa de inflación y las expectativas. Y ser también ellos parte de la «desestabilización» y el «complot». Con toda humildad,creo que el sector empresario y hasta parte del sindical está subestimando la responsabilidad política que tendrá que enfrentar a partir del próximo año, si Cristina es presidenta.

La «política antiinflacionaria» será responsabilidad del sector privado, dado que el gobierno se ha reservado su papel de «árbitro», «guía» y, en todo caso, «denunciador de complots». Sin embargo, hay que reconocer que el gobierno ha dado algunas señales en torno a la política fiscal que podrían convertirse en el «andamiaje ortodoxo» del «pacto social» y el «combate contra las expectativas».

# Superávit

El Presupuesto de 2008 contempla un aumento del superávit primario y un aparente retorno a una postura más moderada en materia fiscal. Pero no todo lo que reluce es superávit. Cuando se habla de inflación, lo que importa, en todo caso, no es el superávit primario, sino el superávit total y no es el Presupuesto, sino lo realmente ejecutado. Y ajustándose más a la realidad, lo que importa es el ritmo de expansión del gasto y no el superávit, cuando de inflación se trata. En ese sentido, las señales que surgen del Presupuesto 2008, al que todavía le falta el ajuste de jubilaciones, el de salarios públicos y el de los gobernadores e intendentes del conurbano que vendrán a presentar la factura, le ponen un piso a la inflación del año que viene, ya que el principal interesado en que haya inflación será el propio gobierno. Me explico. Con una expansión del gasto de, al menos 12 a 15% y un crecimiento de la economía, digamos de 6% para ser optimistas. Para aumentar el superávit el año próximo los ingresos tienen que crecer, al menos 20%, lo que implica una necesidad de impuesto inflacionario de, por lo menos, 14- 15%.

En otras palabras, la verdadera aspiración del gobierno es que la Argentina de 2008 frene las expectativas de inflación creciente y esperalizándose, pero que, a su vez, dicha inflación se « estabilice» en torno a 15% de manera de seguir teniendo «caja» para controlar políticamente a todos los demandantes de gasto.

Si el precio de los commodities lo permite, los impuestos a la exportación, por su parte, serán un reaseguro de caja, y una limitante a la suba de los precios de los alimentos y una manera de financiar los subsidios que seguirán haciendo falta para que los aumentos tarifarios sean lo más graduales posibles. ( Dicho sea de paso, los mayores ingresos de las privatizadas, ¿serán también mayor rentabilidad?).

Se puede ahora completar el panorama. El kirchnersianismo de 2008 podría resumirse, sintéticamente, en «pacto para disciplinar expectativas». Política fiscal para consolidar una inflación de dos dígitos bajos y estables, de manera de seguir teniendo «caja» y control político. Y política cambiaria con tipo de cambio nominal evolucionando por debajo de la inflación -aprovechando la revaluación de las otras monedas- para dar protección a la industria y a los exportadores no agrícolas. Y política monetaria de tasa de interés negativa para «compensar» a los empresarios que firman el pacto y financiar la inversión.

Un párrafo aparte merecen los «banqueros». «Que no se hagan los vivos presionando sobre las tasas de interés, y que financien la producción, además del consumo». «Pacto más fisco» para los precios. Tasa negativa más tipo de cambio para las «cantidades». Pero ajustar por cantidades cuando se está en pleno empleo implica invertir o importar. Invertir es más demanda y más inflación,hasta que la inversión se concreta y se transforma en más oferta y esto no pasa automáticamente. Importar, con esta política cambiaria y mientras siga el dólar débil, es importar inflación, o que los empresarios acepten una menor rentabilidad. Tasas negativas de interés, son una buena noticia para los tomadores de crédito, pero difícilmente se pueda convencer a los depositantes, y si los depósitos dejan de crecer, el Banco Central tendrá que empezar a devolver liquidez, mientras compra dólares del superávit comercial para mantener un peso débil atado a un dólar débil. Y ello implica que no será fácil lograr aumento en el nivel de actividad, sostener el salario real, bajo desempleo, tasas de interés negativas, y todo esto con la inflación necesaria para financiar el aumento del gasto y del superávit.

El kirchnerismo versión 2008 se asemeja al restyling de los viejos modelos de autos. Pero la Argentina de 2008 necesita algo más que nueva parrilla, otros faros traseros, y otro tapizado. De lo contrario, el riesgo de desaceleración del crecimiento y aceleración de la inflación será creciente.

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