¿Qué saben los mercados?
Por: Enrique Szewach
Ámbito Financiero
Argentina de 2001 no tenía, prácticamente, superávit-fiscal operativo. Hoy tiene un excedente que ronda 3% del PBI.
La Argentina de 2001 mostraba un déficit de cuenta corriente de casi dos puntos de PBI; hoy presenta un superávit que ronda 2% del Producto. La Argentina de 2001 pagaba casi 4 puntos de su Producto en intereses de la deuda pública, deuda que estaba dolarizada en 97%. La Argentina de 2008 paga, aproximadamente, 2% del PBI en intereses de una deuda que sólo está «dolarizada» en 50%. Por último, las reservas internacionales del Banco Central rondaban los u$s 16 mil millones en 2001. Hoy andan cerca de los u$s 48.000 millones. Sin embargo, el «riesgo argentino» de 2001, medido como la tasa de interés implícita en las colocaciones de deuda soberana, se parece mucho a la que se paga hoy.
La pregunta surge inmediatamente: ¿qué descuenta el mercado para que el riesgo 2008 se parezca tanto al riesgo 2001?
Sin pretender arrogarse la «representación de los inversores», se pueden arriesgar algunas respuestas.
1. La Argentina tiene superávit fiscal para pagar intereses y un poquito de capital. Pero necesita que el mercado de deuda voluntario esté abierto y fluido para renovar el resto del capital. El año que viene, los vencimientos superan en más de u$s 4.000 millones los de 2008.
Por otra parte, va venciendo «deuda de convocatoria», que se renueva por «deuda de mercado», a tasas que, como se vio, más que duplican las que se pagaban en los compromisos que vencen. Se está gestando, entonces, una peligrosa « dinámica de la deuda» muy conocida para los argentinos.
2. El superávit fiscal es altamente dependiente de los impuestosa la exportación y de bajar el ritmo de expansión del gasto. Por el lado de los ingresos, los precios de los commodities han dejado de crecer y están bajando. Mientras, la presión sobre el gasto no cede. La movilidad jubilatoria comenzará a erosionar el superávit de la ANSeS -que hasta ahora financiaba al Tesoro-.
Asimismo, el ajuste en transferencias a provincias y en obra pública tiene un límite derivado de la propia situación fiscal provincial y de los compromisos asumidos para mantener las precarias alianzas del kirchnerismo. Por otra parte, la reducción de los subsidios energéticos surge, hasta el momento, como demasiado tímida, dada la magnitud de las distorsiones existentes.
3. La aceleración de la inflación le ha quitado competitividad industrial a la Argentina y afecta el poder de compra de los consumidores. A su vez, la crisis energética y otras señales han reducido la expansión de la inversión y la oferta local. La economía se está desacelerando por estos efectos y, a la vez, están creciendo las importaciones. Esto, sumado al deterioro de la demanda global y la comentada caída de los precios de los commodities, hace que el superávit comercial se esté reduciendo.
4. Las esperanzas de que el «relanzamiento» del gobierno incluyera un plan antiinflacionario integral se están esfumando junto con las que suponían una «normalización» del INDEC. Dicho sea de paso, la normalización del INDEC sólo puede darse después de que baje la inflación y nunca antes. Resulta como mínimo ingenuo esperar que el gobierno blanquee una tasa de inflación que duplica o triplica, según el mes, a la oficial.
En otras palabras, el INDEC será creíble cuando la inflación real de cada mes se termine pareciendo a la que informe el INDEC. Ello requiere, entonces, primero, bajar la inflación.
5. La política monetaria, por la fuga de capitales, se ha vuelto menos expansiva. Sin embargo, la combinación política fiscal expansiva y política monetaria contractiva no hace más que crear condiciones de estanflación.
6. Este mismo escenario hace que la política cambiaria también quede limitada. El tipo de cambio cuasi fijo se ha convertido en la única «ancla» antiinflacionaria efectiva que tiene la macro.
7. Por último, y quizás éste sea el punto principal, las sucesivas apariciones de la Presidente y sus principales voceros han explicitado que de todo lo anterior, el gobierno no se ha dado por enterado. Lo que recuerda, modificada, aquella frase de Groucho: «Más vale permanecer callado y dar la impresión de que se ignora la realidad que abrir la boca y alejar toda sospecha».
Monday, August 11, 2008
¿Qué saben los mercados?
Posted by Louis Cyphre at 6:59 AM
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