Tuesday, June 24, 2008

El retroceso en un siglo


El bicentenario 1a parte

El retroceso en un siglo


Por: Orlando J. Ferreres
Ámbito Financiero

Las personas hacen un balance mensual, y a veces no saben si llegan a fin de mes. Las empresas hacen un balance anual y establecen una Memoria de las principales decisiones que han tomado. Los países hacen un balance de un siglo, donde miran cómo les ha ido y hacen planes para corregir los errores, analizar el mundo del futuro, ver dónde estará el mismo, y establecer una estrategia para aprovechar las nuevas oportunidades, consolidando un proyecto común de todos los habitantes, que encarne sus esperanzas.

Aun cuando faltan dos años para el segundo centenario ya se habla mucho de él, por lo tanto es oportuno hacer un balance del país, comparando el primer centenario con este segundo siglo de vida de la Argentina.

Nuestro país es el octavo territorio del mundo, con 2.791.810 km2 (superficie continental) y es además un territorio bien dotado de recursos naturales, agropecuarios, mineros, de petróleo y gas, pesca, agua potable. Por lo tanto, administrado no muy bien, sino sólo como el promedio del mundo, debería ser la octava potencia mundial por tamaño económico.

Si retrocedemos a 1910, ¿qué encontramos?: Que la Argentina era la octava nación del mundo por producción económica, por producto bruto, que es la forma de medir estas cuestiones por todos aceptada. Para 2010 estaremos alrededor del puesto 40 y eso que se han dividido muchas naciones a lo largo de este siglo, lo cual nos favorece en la comparación, ya que algunas son ahora más chicas, no por menor crecimiento, sino por división de esos países.

La Argentina es uno de los países que más ha retrocedido relativamente en este siglo. Esto va a ser un impacto muy negativo para la población, sobre todo cuando los argentinos tomen conciencia de lo que ya saben, pero que aún no es aceptado, que hemos tenido una muy mala administración del país en estos 100 años. Gobiernos que han experimentado recetas ridículas, inconducentes, en vez de aplicar lo que se observa que da resultados en la mayoría de los otros países.

¿Qué pasó con nuestro nivel de vida promedio? Para ello la mejor medida estadística aceptada es el ingreso per cápita, o producto bruto interno per cápita. A los fines de este artículo vamos a compararnos con Canadá, pero daría lo mismo o aun peor, con Australia, Estados Unidos, que tenían una estructura productiva similar a la Argentina en 1910. España e Italia tenían un nivel de vida que era la mitad del de la Argentina en 1910, por lo cual recibimos tanta inmigración de esos países hacia aquí. Hoy esos 2 países tienen un nivel de vida que es el doble que el nuestro.

Desde 1810 hasta 1910 tuvimos el mismo ingreso por persona que Canadá.

Esto continuó de alguna manera hasta 1940, o sea que por 130 años mantuvimos esa relación. Pero a partir de allí las evoluciones son tan diferentes, tan volátiles las nuestras, tantos experimentos de cualquier improvisado que llegaba al poder por revolución militar o voto, tantos generales y doctores, y nos contaban las cifras como más les gustaba: «desde 1930 hasta ahora hemos mejorado el nivel de vida en 100%» y era cierto ( pasamos de u$s 4.000 per cápita a u$s 8.000 per cápita), pero los otros países lo habían mejorado 300% (ver gráfico).

La Argentina está seca en el corazón de los argentinos, no nos duele este descender, no hay reacción de la Nación, o casi no la hay. Sigue la caza de puestos de los políticos de turno, repartiéndose entre ellos las licuaciones, las devaluaciones, las retenciones, las banelcos, la inflación, los altos aranceles, la pesificación diferencial, los corralitos, las lecop, los patacones, el plan Bonex y tantos otros experimentos más (incluso guerras) de los que ya no quiero acordarme. Reaccionando, podemos estudiar con gente que se haya preparado, una estrategia para una Argentina que recupere el fervor y establecer a dónde queremos ir y cómo llegar.

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