Saturday, December 26, 2009
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Monday, December 14, 2009
El modelo del bicentenario
El modelo del bicentenario
Mario Teijeiro
Presidente del Centro de Estudios Públicos
http://www.cep.org.ar
11 de Diciembre de 2009
Mientras Kirchner no descansa y trabaja frenéticamente para robarse todas las banderas “progresistas”, destruir a sus competidores y ser reelecto en el 2011, la oposición está consensuando el siguiente diagnóstico:
• Estamos frente a un problema esencialmente político, de una democracia corrompida por la concentración del poder en el Poder Ejecutivo nacional;
• Para superar esta situación, la oposición debería acordar un pacto de la Moncloa argentino que comprenda las políticas de estado que ejecutará quien gane en el 2011 con el apoyo del resto del espectro político.
¿Será este planteo suficiente para superar nuestros males? Las dudas son varias. Los vicios de nuestra democracia, ¿son atribuibles exclusivamente a los Kirchner? ¿O responden a problemas sociales y culturales más profundos? ¿Bastará con que los Kirchner sean derrotados en el 2011 para poder recuperar una democracia con equilibrio de poderes y un modelo económico que permita crecer sostenidamente y reducir la pobreza? ¿Qué tipo de políticas de estado puede consensuar hoy la dirigencia opositora? Pues no basta consensuar en el error sino es necesario acertar con las políticas de estado adecuadas.
El punto de partida de esta nota es simple: la cultura media de nuestra población es la que determina la calidad de nuestra política. El empobrecimiento de las mayorías es lo que condiciona que una clase política que necesita de los votos para competir por el poder, llegue a consensos distribucionistas que atentan contra el crecimiento. Hoy mandan las encuestas y la tendencia de mediano plazo es muy preocupante, pues es difícil que la política tome un camino independiente de la evolución de las variables sociales. La pobreza mayoritaria lleva generalmente a políticas de estado distribucionistas y éstas desalientan la inversión y multiplican la pobreza, condenándonos así a un círculo vicioso.
Para poder salir de la trampa primero cabría revertir los factores que están multiplicando la pobreza; segundo, deberíamos aspirar a un modelo de país distinto, donde sea mayoría una clase media de ciudadanos independientes y responsables -no los dependientes del Estado-; y tercero, deberíamos cambiar radicalmente el modelo económico y la política migratoria para acercarnos a esa meta.
El circulo vicioso
Las tendencias demográficas y sociales que se visualizan en nuestro país muestran un empobrecimiento de la clase media y un crecimiento estructural de la pobreza. Esta evolución no es casualidad sino es consecuencia inevitable de la inmigración de pobreza de países vecinos, de la mayor tasa de natalidad de nuestra población pobre y de la emigración de los hijos de familias de clase media y alta. También es consecuencia de la destrucción de la educación pública, de un clima de negocios que atenta contra la inversión privada y del crecimiento de la presión tributaria que desalienta el trabajo formal. La calidad educativa es particularmente importante para la prosperidad de la clase media cuando cientos de millones de trabajadores se están incorporando a la globalización dispuestos a sacrificios máximos para superar la pobreza.
El crecimiento relativo de la población pobre tiene consecuencias políticas inevitables, la principal de las cuales es un electorado crecientemente dispuesto a responder a propuestas distribucionistas. En una democracia con voto universal los representantes adecuan sus propuestas a las encuestas y las políticas tienden así a coincidir con los intereses de las mayorías empobrecidas. “Pretendo pelearle al peronismo esa bandera de la justicia social”, declara el nuevo presidente del radicalismo Ernesto Sanz. Pero claro, esa competencia por el poder augura la continuidad de un círculo vicioso, pues las propuestas distribucionistas ahuyentan la inversión, destruyen la cultura del trabajo, fomentan la paternidad irresponsable -con los subsidios a la niñez- y generan cada vez más pobres.
La destrucción del espíritu de competencia entre los empresarios protegidos; y de la cultura del esfuerzo entre los recipientes de las dádivas estatales, es una pieza clave del círculo vicioso. “El énfasis excluyente en la distribución está convirtiendo a millones de argentinos, sean obreros o empresarios, en mendicantes del Estado”, nos dice con razón Mariano Grondona. ¿Qué han de apoyar electoralmente esas mayorías que viven del empleo público, de una jubilación estatal, de un plan Familias, o de los negocios con el Estado, sino el agrandamiento de las prebendas distribucionistas?
En este círculo vicioso se encuentra hoy nuestro país y esto explica por qué la oposición compite con propuestas aún más generosas que las del oficialismo (el subsidio universal a la niñez es el ejemplo más reciente). Explica por qué a Kirchner le ha sido posible encontrar aliados circunstanciales entre la oposición para sancionar leyes “progresistas”. Explica también el creciente peso político de las organizaciones piqueteras que representan a sectores informales cada vez más numerosos.
El consenso del bicentenario
En este contexto la idea que ronda por la oposición es un pacto de la Moncloa argentino, capaz de generar un consenso multipartidario que se traduzca en políticas de estado que ejecutaría quien gane las elecciones del 2011 con apoyo de quienes pierdan. La manifestación más destacada de esta idea es el Plan elaborado por Terragno y apoyado por Duhalde. Se trata de un plan industrialista/desarrollista que cuenta con el apoyo de la UIA. El gravamen de la renta financiera, la desgravación de las utilidades reinvertidas, una fuerte presión impositiva para financiar un estado de bienestar universalista, un programa importante de inversión en infraestructura, son algunos de sus rasgos centrales. De reducir los impuestos al comercio exterior ni se habla. Tampoco se habla de cambiar la política migratoria, ya que los empresarios consideran que la inmigración de mano de obra barata baja los costos laborales y permite competir con Brasil. Se trata del mismo modelo proteccionista en lo comercial, con inmigración de pobreza de países vecinos y una política impositiva asfixiante para financiar un estado de bienestar con políticas universales.
El plan Terragno podría ser una mejora marginal frente a los excesos del Kirchnerismo si se revirtiera la desinversión en infraestructura, si hubiera menos discreción y más respeto por los intereses de la empresa privada y se restaurara el superávit fiscal. Pero es la continuidad de un modelo de país que nos hace perder las oportunidades comerciales que hoy ofrece la globalización, nos asemeja cada vez más a Latinoamérica –sociedades con pocos ricos muy ricos y mayoría de pobres dependientes del Estado- y tiene el potencial de acelerar un círculo vicioso donde la pobreza condiciona políticas populistas y las políticas populistas provocan más pobreza.
Democracia y crecimiento económico
La conciliación de democracia y crecimiento económico es muy difícil en países con extensas mayorías de población pobre. Ahí están los ejemplos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, en los que el proceso democrático ha degenerado en gobiernos reivindicatorios de las mayorías populares, que atentan contra los derechos de propiedad, destruyen la confianza y multiplican la pobreza. Argentina, que era un país distinto con una clase media imbuida de los valores del esfuerzo individual y el ahorro, ingresó en ese círculo vicioso en 1945 y está por verse si podrá salir de él.
El círculo virtuoso entre democracia y crecimiento económico puede darse, pero es un estrecho pasaje que necesita simultáneamente una clase política que renuncie al populismo y una exitosa economía de mercado que genere simultáneamente crecimiento y reducción de la pobreza y desarrolle una mayoritaria clase media independiente -no prebendaría del Estado- que sirva de sostén político para la continuidad de una economía abierta y competitiva.
Brasil y Chile son dos modelos distintos en la búsqueda de ese estrecho pasaje. Brasil tiene cada vez más peso en la esfera internacional por su tamaño y por la coherencia histórica de su política exterior (mientras nosotros carecemos de tamaño y de confiabilidad internacional). Las poderosas centrales empresarias han logrado influir para encarrilar la política interna hacia un respeto de sus intereses, aunque al costo de aceptar una altísima presión tributaria y una extendida intervención distributiva del Estado. Esta combinación parece apropiada y suficiente en un contexto internacional muy favorable. Pero la vulnerabilidad del modelo brasileño radica en que como consecuencia del proteccionismo industrial y de las ineficiencias asociadas a la intervención estatal distributiva, la economía crece poco y no transforma pobres en ciudadanos de clase media independientes, sino en una masa de dependientes del estado, enemigos crónicos de los valores del esfuerzo individual. El riesgo del modelo brasileño es que como consecuencia de algún tropezón económico, probablemente relacionado al fin del contexto internacional favorable, las mayorías electorales reclamen una nueva vuelta de distribucionismo y el país cambie hacia un círculo vicioso, como ocurrió en Argentina luego del 2001.
El modelo chileno en cambio está también apoyado en una institucionalidad política que respeta los intereses empresarios pero dentro de un modelo con libertad de comercio exterior y un Estado mucho más chico. Esto le ha permitido crecer espectacularmente y reducir genuinamente la pobreza generando empleos (no artificialmente subsidiando la pobreza). Consecuentemente el modelo chileno está en un círculo virtuoso, pues su éxito está cambiando la cultura de empresarios y obreros que crecientemente creen en la iniciativa privada y no en las prebendas estatales. Ese cambio cultural sostiene políticamente un modelo de economía abierta y competitiva y Chile está a punto de elegir como presidente a un empresario multimillonario.
La visión de quienes proponen nuestro Pacto de la Moncloa es emular a Brasil. Los politólogos ansían emular la calidad de su política y los empresarios prebendarios ansían adquirir la capacidad de lobby de sus colegas brasileños. Pero la comparación entre los dos países vecinos sirve para demostrar que el modelo a emular es Chile, que tiene mayor calidad institucional, menos corrupción, mayor capacidad de crecer y reducir la pobreza y consecuentemente mayores chances de sostenibilidad política.
El modelo del bicentenario no debería perpetuar el modelo industrialista, sino volcarse al libre comercio. No debería mantener la inmigración de pobreza sino tener una política migratoria selectiva. No debería continuar con un distribucionismo universal -que requiere una presión impositiva que anula la competitividad y genera informalidad- sino limitar la intervención distributiva a atender la extrema pobreza. No debería mantener la dependencia política de los gobiernos provinciales a través de la coparticipación federal y otras transferencias, sino darles la responsabilidad de manejar sus gastos con recursos propios. No debería mantener la educación secuestrada por los intereses de los burócratas provinciales y de los gremios docentes de la CTA, sino hacerla competitiva y meritocrática.
Si emulamos a Brasil, seguiremos pareciéndonos cada vez más a ese país, creciendo de manera mediocre y concentrada, acumulando villas miserias en nuestros conurbanos, multiplicando el crimen y el narcotráfico y prolongando un círculo vicioso a través de la influencia del deterioro social sobre el populismo político. Pero la pregunta del millón es cómo cambiar un modelo intervencionista que desde 1945 ha creado tantas deformaciones culturales e intereses políticos y económicos coincidentes con su perpetuación.
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Friday, September 04, 2009
Tuesday, July 07, 2009
Acerca de liberales, libertarios y conservadores
En un no tan reciente comentario a un post de Luis, di mi opinión coincidente sobre los "libertarios". A la vez, ese comment fue tomado como un post propio, y generó una oleada de críticas.
Creo que ha llegado el momento de efectuar algunas indispensables aclaraciones y distinciones y –si se puede- aquietar las aguas, para quienes así lo quieran. Los que –como en los códigos procesales antiguos- quieran hacer una "dúplica" de la "replica" no esperen otra respuesta. Sigan hablando solos.
1. El liberalismo no es un bloque monolítico, en que todos los liberales estén obligados a compartir el 100% de los postulados de algunos de ellos; si algo debe caracterizar al liberal es el antidogmatismo y la disposición a albergar distintos matices. Lamentablemente, no es esa la tendencia en el ciberespacio.
Inclusive dentro de los "libertarios" hay algunos que son simplemente liberales, y prefieren autodenominarse de otra manera para no quedar marcados con el estigma impuesto por la izquierda, de "neoliberales" (curiosamente, en las décadas del 60 y 70 Alsogaray se definía como "neoliberal", porque en entonces el liberalismo era el objeto de anatema, e incluso en un libro dio explícitamente esa razón para el empleo del término).
Ciertos "libertarians" creen poseer el monopolio del liberalismo, y no admiten la posibilidad de que se pueda ser conservador y liberal, o liberal y creyente; no, para algunos el liberalismo nació o se agota en Murray Rothbard, David Friedman y Ayn Rand (personalmente, considero a esta última una autora menor) olvidando la historia y despreciando los matices. Además su intolerancia con todo lo que huela a conservadorismo me recuerda a las furiosas luchas internas dentro del socialismo marxista (los estalinistas mataban a los trotskistas; en la guerra civil española, a los anarquistas, como recuerda George Orwell).
Lo más liberal que pueden hacer los "libertarios" es aceptar que dentro del liberalismo hay matices, tendencias y que no tiene sentido que alguna de ellas reclame para sí la exclusividad del pensamiento liberal.
2. El liberalismo no nació como "creatio ex nihilo" de algunos iluminados, sino que fue el fruto de un progreso lento en el reconocimiento de que existen ciertos derechos anteriores al estado y al soberano –en lo político- y que en lo económico, la libre iniciativa privada es más eficiente para el progreso económico que el estatismo y las regulaciones. A lo largo de siglos, se fueron estableciendo límites al poder real y luego de los parlamentos (la Carta Magna de 1215, el "bill of rights" de 1688, la Constitución de Filadelfia de 1787, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 y el constitucionalismo liberal del siglo 19.
Salvo la revolución francesa en que el jacobinismo es el antecedente de las matanzas y el totalitarismo de la revolución rusa –Edmund Burke la repudió con toda energía- las constituciones y estatutos de limitaciones fueron obras de conservadores y religiosos. La revolución norteamericana fue comparativamente incruenta; no hubo una justicia revolucionaria, ni un reinado del terror; George Washington se negó a convertirse en un dictador. Y los constituyentes eran moderados, por lo que resistieron todo ataque masivo contra la libertad religiosa. En la Convención de 1787 había congregacionalistas, episcopales, luteranos, cuáqueros, metodistas, católicos y deístas, sin una religión determinada; pero el deísta Benjamín Franklin pidió que se orara durante la Convención.
Frédéric Bastiat advirtió la diferencia entre las tendencias disolventes de la Revolución Francesa, y el carácter moderado y conservador de la Revolución Norteamericana; entre la democracia rousseauniana y la democracia jeffersoniama, elogiando la segunda, aunque señalando que la esclavitud y los aranceles eran inconsistentes con aquellos principios. Pero Bastiat no era un energúmeno antiestatista, sino que asignaba al Estado la función de tutelar la libertad y la propiedad.
3. Paradójicamente sin algo de Estado –con las garantías de la división de poderes, de un gobierno limitado, sin el concepto de que existen derechos y garantías anteriores al estado, que son reconocidos por la Constitución pero que le preexisten- es decir, sin el liberalismo político, no puede prolongarse mucho tiempo el liberalismo económico. Decía Adam Smith en 1776: "Ni el comercio ni las manufacturas pueden florecer en un Estado que no goce de una administración arreglada de justicia, en donde el pueblo no se crea seguro en la posesión de su propiedad, en que no se sostenga y prote¬ja por la ley la buena fe de los contratos..." ("Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones", Libro V, T.III, pág. 220, Ed. Orbis, 1983).
Hacer respetar la propiedad y los contratos es una de las responsabilidades del estado, a través del Poder Judicial; garantizar las libertades reconocidas por los artículos 10, 11, 12, 14, 16, 17, 18, 19 y muchos más de la Constitución Nacional depende necesariamente de un Estado que tenga el monopolio del uso de la fuerza y del dictado de normas imperativas, y un Poder Judicial que dé operatividad a las garantías y derechos constitucionales. Cómo se designe a jueces, quiénes sean es una cuestión importante, y asegurar su independencia daría lugar a un extenso post, pero cualquiera fuere el procedimiento que se siga para su nombramiento, duración y remoción, son, con todos sus defectos –que los conozco muy bien, pues llevo 32 años de abogado- necesarios, como lo señalaba Adam Smith en la obra ya citada (Libro V, Tomo III, páginas 23 a 36 y 220).
Sí, me responderán algunos libertarios; pero el Poder Judicial puede ser reemplazado por el arbitraje privado; la policía, por fuerzas de seguridad contratadas por particulares, lo mismo que el ejército; las vías públicas de comunicación o las rutas marinas, por carreteras o vías navegables privadas. No advierten que si todo fuera privado, en muchos casos peligraría la propiedad privada:
1) Por lo pronto, existen derechos de índole extracontractual o aun contractual, pero que alguien investido de poderes suficientes debe hacerlos reconocer y cumplir coactivamente, si el obligado no lo hace espontáneamente. Si alguien provoca un daño a la persona o a los bienes de otro, o si una persona física o jurídica no cumple sus obligaciones contractuales o extracontractuales, su cumplimiento debe ser impuesto al incumplidor o al causante de los perjuicios. Para que haya arbitraje, debe existir la previa voluntad de someterse a las decisiones del árbitro –lo que no siempre ocurre- e inclusive para ejecutar las decisiones arbitrales, debe haber un poder que imponga coercitivamente el cumplimiento de aquéllas. Y el Poder Judicial, en última instancia, necesita de un brazo armado, llámese policía, gendarmería e inclusive ejército, toda vez que "una regla sin sanción es como una campana sin badajo"..
2) Para que los derechos de circulación reconocidos por los artículos 11, 12, 13 y 26 de la Constitución argentina sean operativos, los ríos interiores, las calles, las rutas y el espacio aéreo no deben tener un propietario privado, con facultades para impedir el tránsito. Sin espacios de dominio público –aunque esté concesionado- y si todo fuera de propiedad privada, la libertad de circulación podría verse seriamente obstaculizada, si no impedida.
Ante la objeción de su propiedad podría ser privada, pero sujetos a la obligación de permitir el paso con restricciones de quienes quieran hacerlo, de todos modos competería al Estado imponer el cumplimiento de aquellas limitaciones al dominio privado.
3) Si sufro un atentado contra mis bienes o mi persona, descartada la venganza personal –que sería una suerte de privatización de la justicia estatal- alguien debe hacerlos respetar.
Sí, puedo contratar –de hecho lo hago- agencias de seguridad privada. Pero si de todos modos soy víctima de un delito, no tienen facultades, salvo flagrancia, de detener al delincuente. Es el Estado quien para esos menesteres –encarcelar al delincuente, hacerlo juzgar, condenarlo, evitar que escape y asegurar las reparaciones pecuniarias por el delito- no debe estar "ausente" (para emplear una terminología tan grata a la izquierda).
4. Para que haya un gobierno limitado –lo que constituye la esencia de todo programa liberal- primero debe haber un gobierno; y para que efectivamente reconozca límites y no abuse de sus prerrogativas – de iure y de facto- es necesaria la división de poderes. Eso presupone la existencia de órganos estatales, encargados de prevenir o sancionar los atentados contra la vida, la libertad y la propiedad que son –desde Locke- las garantías básicas que justifican la existencia del gobierno.
5. Sin libertades civiles garantizadas por el Estado, no hay libertades económicas. Asegurarlas es mucho más importante que aplicar erróneamente el "liberalómetro" a otras personas o ideas en cuestiones ajenas a lo esencial.
No dejo de ser liberal por creer en Dios; no dejo de serlo porque crea que existen normas éticas y costumbres colectivas –restricciones autónomas al interés individual inmediato- fundamentales para la vida en sociedad (lo que no significa autoritarismo ni imposición de mis criterios morales); no dejo de ser liberal porque crea que la liberalización de la droga no puede ser absoluta, ni para todas las edades, ni sin sujeción a controles de calidad, de expedición a personas mayors y autorizadas, aunque sí podría aceptar la licitud de la comercialización de algunas drogas "blandas", como la marihuana, bajo ciertas condiciones y limitaciones; no dejo de ser liberal por mi asumido conservadorismo; y no dejo de ser liberal porque considere que la moral propiciada por Ayn Rand es lógicamente endeble, ya que el derecho de bregar por la satisfacción del propio interés y buscar la felicidad ("We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness", como dice la Declaración de Filadelfia) no significa que sea una obligación, ni que el altruismo deba ser combatido (en el sitio web www.objetivismo.com dice…"el hombre...debe vivir por su propio propósito, sin sacrificarse para otros o sacrificar a otros para sí; debe trabajar por su propio interés racional y lograr su propia felicidad como el propósito moral más alto de su vida. Así, el objetivismo, rechaza cualquier forma de altruismo".
El anticonservadorismo de los "libertarians" hizo que muchos de ellos apoyaran a Obama (http://libertarianobama.blogspot.com/; http://www.cato-at-liberty.org/2008/02/29/libertarians-for-obama/). Que tienen todo el derecho del mundo a sostener sus ideas no lo discuto, pero me alarma su ceguera, pues afecta a la primera potencia mundial. Me hace acordar a mí mismo en la década del 90, y a los liberales argentinos que en el año 2003 dieron su voto a López Murphy para la primera vuelta, que miraban con horror a ese provinciano petiso, negrito y presuntamente corrupto llamado Menem –quien, por supuesto, no era un genuino liberal, aunque había privatizado, había tolerado las críticas y respetado las libertades y el disenso como ningún otro gobernante argentino en mis cinco décadas de vida- posibilitando que llegara inconstitucionalmente al poder Mr. K., continuada la dinastía por Mrs. K.
6. Casi ninguno de los liberales clásicos era anti-conservador, antirreligioso, ni repudiaba en forma fundamentalista todo tipo de acción estatal:
1) Empezando por John Locke –uno de los padres del liberalismo político- fuertemente influido por el tomista anglicano Richard Hooker, y que en su "Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), afirma la existencia de Dios y que "el conocimiento moral es tan susceptible de certeza real como las matemáticas". Junto con su predicación de la tolerancia ("Epístolas sobre la tolerancia"), escribió "Reasonableness of Crhistianity".
2) Adam Smith era un clérigo; Edmund Burke, un conservador contrario a la revolución francesa, (no obstante fue un wig, no un tory, y propició la independencia de las colonias norteamericanas, así como la libertad económica).
3) Frédéric Bastiat ("Armonías Económicas", versión castellana, traducción al castellano de D. Francisco Vila, Librería de Mariano Escribano, Madrid, 1870), sostenía que la idea básica de sus escritos es "religiosa, pues nos dice que no es solamente la mecánica celeste, sino también la mecánica social, la que nos revela la sabiduría de Dios y nos manifiesta su gloria" (obra citada, página ); "….hay en este libro un pensamiento dominante; que se cierne sobre todas las páginas, vivifica sus líneas, Este pensamiento es aquel con que da principio el símbolo cristiano: Creo en Dios" (pág. 480).. En materia de servicios públicos, acepta que la coacción es inevitable (obra citada, pág. 244, aunque señalando sus inconvenientes. Admite el rol del Estado para velar por la seguridad pública, administrar los bienes públicos que gozan todos los ciudadanos pro indiviso, como los ríos, bosques, caminos, pagar las deudas y percibir las contribuciones fiscales (pág. 444).
4) Lord Acton, menos conocido que su célebre frase ("el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente") era un católico convencido.
7. Inglaterra y Estados Unidos no se hicieron grandes repudiando sus tradiciones ni el pensamiento religioso (in God we trust, proclaman sus dólares), sino conciliando el liberalismo económico y político, con cierto conservadorismo cultural, adunando la novedad con la tradición, las libertades con el orden.
No fueron ni son sociedades perfectas, ¡vaya novedad! Los Estados Unidos no son totalmente liberales, ¡por supuesto! Pero siempre las realidades aparecen deslucidas frente a las supuestas sociedades ideales. Lo que no tengo dudas es que si persisten en su actual tendencia a hacerse más "liberals" en las costumbres y ethos sociales y menos liberales en lo económico, seguirán el camino de decadencia por el que comenzó a transitar Europa.
8. La Constitución argentina de 1853-1860, indiscutiblemente liberal (antes de sus reformas de 1957 y 1994) e inspirada, entre otros, en las "Bases" de Alberdi, contenía una serie de disposiciones que nada tenían que ver con el liberalismo fundamentalista al estilo de los admiradores de Ayn Rand: invocaba la protección de Dios, "fuente de toda razón y justicia" en el preámbulo; disponía –y dispone, porque en esa parte no fue modificada- que "todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución" (artículo 21); encomendaba al Congreso, entre otras cosas, promover la conversión de los indios al catolicismo (artículo 67, inciso 15) y "proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción general y universitaria, y promoviendo la industria, la inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales navegables, la colonización de tierras de propiedad nacional, la introducción y establecimiento de nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y la exploración de los ríos interiores, por leyes protectoras de estos fines y por concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo" (artículo 67, inciso 16).
Las normas de la Constitución liberal de 1853 se hicieron realidad, gracias a la obra de seres humanos que seguramente no aprobarían los "tests" de liberalismo de los modernos puristas, siempre dispuestos a rechazar toda identificación con el conservadorismo, denostar las religiones o las personas de carne y hueso que no responden a sus moldes abstractos:
* Urquiza era un caudillo entrerriano, semibárbaro para los cánones actuales, pero sin sus armas y su decisión no se habría derrocado a la tiranía de Rosas. Fue un patrón de estancia, pero también el factotum de la organización nacional.
* Durante el gobierno de Nicolás Avellaneda se impusieron tarifas proteccionistas; los trazados de ferrocarriles se hicieron a través de concesiones temporales de privilegios.
* Carlos Pellegrini creó, ¡horror y vilipendio! el Banco de la Nación Argentina.
* En la década del 30, un liberal como Federico Pinedo –cuyas obras "Argentina en un cono de sombra", "Argentina, su posición y su rango en el mundo", "La CEPAL y la realidad económica latinoamericana" y "El Fatal Estatismo", deberían leer muchos liberales argentinos de pocos años- tomó medidas intervencionistas, en medio de una profunda crisis mundial como fue la de la década de 1930, de las que luego se arrepintió. Por supuesto, los que hacen cosas, los que han tenido responsabilidades de gobierno, corren el riesgo de equivocarse y tienen la certeza de que serán criticados; exponen su honra a la malevolencia o al cinismo escéptico. Resulta más fácil postear por internet con pseudónimos.
* En mí pese a todo querido Tucumán, la Constitución de 1807, de la que fueron corredactores mi abuelo paterno y dos tíos abuelos –todos ellos dueños de ingenios- el partido liberal propulsó y obtuvo la incorporación al texto constitucional de las bases de una legislación social para proteger a sus obreros, lo que muestra las distintas tonalidades del liberalismo.
9. Quizás no formulé algunas distinciones en lo que fue mi comentario, porque según he podido consultar por Internet, no todos quienes se dicen "libertarians" –que en Estados Unidos tiene el sentido de distinguirse de los "liberals"- comparten opiniones sobre cuestiones controvertidas (abortion, guns, etc.). A simple vista, estoy de acuerdo en gran medida con el programa del Libertarian Party (www.lp.org), pero no lo votaría si fuese estadounidense: se asemeja demasiado a los pocos liberales argentinos que quedan, que se han resignado a la insignificancia política para preservar una pretendida y desaconsejable pureza doctrinaria.
Las opiniones de Murray Rothbard sobre Reagan ("Ronald Reagan: An Autopsy") que encontré en el sitio http://www.lewrockwell.com/rothbard/rothbard60.html tienen un retintín similar a las críticas de Alberto Benegas Lynch (h) y otros liberales argentinos "puristas" al menemismo. Parecería que James Carter hubiera sido mejor. El Carter que posibilitó el triunfo del sandinismo en Nicaragua, casi permite el acceso al poder de la guerrilla en El Salvador, y fue un factor decisivo, por acción y por omisión, en la caída de un régimen pro-occidental como era el del Sha de Irán y su reemplazo por la tiranía fundamentalista del los ayatollah (Khomeini empezó con las tomas de rehenes, los atentados antiisraelíes y fue continuado por sus sucesores en las bombas, la financiación a los extremismos, las amenazas a Israel y Occidente. Se termina haciendo el juego a los peores, porque las opciones reales no son las que se consideran óptimas.
8. Me pregunta Klausbert qué rótulo tienen desde mi óptica Clint Eastwood, Drew Carey, la gente de Reason.com, o qué sería Ayn Rand.
Respondo que para novedades, prefiero los clásicos. Ya expresé mi opinión sobre Ayn Rand. No tengo por qué conocer al dedillo los puntos de vista del ex alcalde de Carmel, ex actor y actual director de cine Clint Eastwood: era un buen actor. Por Wikipedia me entero que Drew Carey "is an American comedian, actor, photographer, and game show host", lo que sin duda lo convierte en un gigante del intelecto y un referente ideológico. Milton Friedman es un competente economista; supongo que has leído además de las obras de divulgación más conocidas (Libertad para elegir), su "Teoría de los precios"; pero confieso humildemente que no estoy interiorizado de sus pareceres sobre todos los temas, ni estoy obligado a compartir las que sí conozco sobre teoría monetaria o sobre la droga. En cualquier caso, nunca fue un "libertarian" ni un anarco-capitalista; en materia de política monetaria asigna al estado un rol activo, aunque no discrecional.
9. Otro comentarista que pretende tomarme examen es Franco, quien quiere que le dé nombres de "estos libertarios que tanto desprecian". Respondo: no desprecio a los libertarios. No conozco lo suficiente sobre Ron Paul para despreciarlo o apreciarlo, es una figura demasiado cercana en el tiempo, y probablemente, sin otra relevancia que haber sido candidato dentro de una interna. Creo que está a favor del patrón oro, sobre lo que no tengo un criterio definitivo (Ludwig von Mises era un fervoroso partidario de aquel sistema; Friederik von Hayek propiciaba la desnacionalización del dinero; Milton Friedman sugería una política de la Reserva Federal, consistente en aumentar la oferta monetaria a una tasa uniforme, para evitar la discrecionalidad, pero no cuestionaba la banca central, el monopolio estatal de la emisión, la reserva fraccionaria y otras instituciones, y atribuía la depresión de 1930 a una contracción monetaria, evitable con una política emisionista que consideraba apropiada para esas circunstancias). Ya expresé mi punto de vista sobre Murray Rothbard y Ayn Rand.
Admiro profundamente a Alberdi, pero claramente no era un "libertario", sino un liberal a secas. He leído sus principales obras, y debo suponer que Franco, que lo incluye entre sus mentores, también. No sé por qué motivo me excluye del liberalismo por mi asumido conservadorismo; en cuanto a las imposiciones morales que me atribuye, sería interesante que explique qué es lo que quiero "imponer" y cómo puedo hacerlo desde un sitio web. Si ser conservador o profesar una religión es una "imposición" a quienes no la tienen, y si por tenerla merezco la expulsión de su selecto grupo de iniciados, no me importa: seguiré siendo liberal, conservador y religioso; si por falta de perspectiva histórica y de sindéresis política cree que son incompatibles, allá él.
A despecho de la intolerancia que me atribuyen, aclaré en mi "comment" que constituyó la manzana de la discordia: "Quizás es una injusticia lo que estoy diciendo porque reconozco que hay o puede haber matices...y si alguno de los libertarios no está encuadrado en esas generalizaciones arbitrarias, pido disculpas. Pero también pido a la mayoría de ellos menos dogmatismo, y más disposición a luchar por una sociedad no perfecta, sino posible y mejor…si a alguien molesté, lo lamento y espero que sepa comprender". No puedo sino reiterar mis palabras.
Posted by Louis Cyphre at 12:40 PM 1 comments
Tuesday, May 19, 2009
Bar Question
Stage, Inc. (“SI”) is a properly formed close corporation. SI's Articles of Incorporation
include the following provision: “SI is formed for the sole purpose of operating comedy
clubs.” SI has a three-member Board of Directors, consisting of Al, Betty, and Charlie,
none of whom is a shareholder.
Some time ago, Charlie persuaded Al and Betty that SI should expand into a new
business direction, real estate development. After heated discussions, the board
approved and entered into a contract with Great Properties (“GP”), a construction
company, committing substantial SI capital to the construction of a new shopping mall,
which was set to break ground shortly.
Although Charlie remained enthusiastic, Al and Betty changed their minds about the
decision to expand beyond SI's usual business. SI was struggling financially to keep its
comedy clubs open. Al and Betty decided to avoid SI's contract with GP in order to
devote all of SI's capital to its comedy clubs.
Last month, GP approached Charlie about another real estate project under
development. GP was building a smaller mall on the other side of town and was
seeking investors. Aware that Al and Betty were unhappy about the earlier contract with
GP, Charlie believed that S's board would not approve any further investments in real
estate. As a result, Charlie decided to invest his own money in the endeavor without
mentioning the project to anyone at SI.
Meanwhile, Al and Betty have come to suspect that Charlie has been skimming
corporate funds for his personal activities, and, although they have little proof, they want
to oust Charlie as a director.
1. Under what theory or theories might SI attempt to avoid its contractual obligation to
GP and what is the likelihood of success? Discuss.
2. Has Charlie violated any duties owed to SI as to the smaller mall? Discuss.
3. Under what theory or theories might Al and Betty attempt to oust Charlie from the
Board of Directors and what is the likelihood of success? Discuss.
Posted by Ramiro at 10:56 PM 0 comments