Friday, June 20, 2008

Ya se paga impuesto a la renta financiera

¿No hay siquiera una idea?
Ya se paga impuesto a la renta financiera

Por: Enrique Szewach
Ha vuelto a circular la idea -declaración inoportuna del jefe de Gabinete, Alberto Fernández- de incluir la renta financiera entre los rubros alcanzados por el Impuesto a las Ganancias. La idea no es nueva y hasta, quizás, tendría sentido en un rediseño global del sistema impositivo argentino. Pero, mientras tanto, lo cierto es que el impuesto a la renta financiera ya se cobra. Y es muy elevado.

La tasa de inflación de la Argentina, medida correctamente en sus precios al consumidor, ronda, al menos, 25% anual. Siempre que la tasa de interés pasiva sea claramente inferior a dicho valor, y dado que está prohibido el ajuste por inflación, los depositantes de pesos en el sistema financiero argentino (plazos fijos), junto a los tenedores de pesos en general, ya pagan un impuesto superior al de Ganancias: el impuesto inflacionario cuyo monto equivale a la diferencia entre la tasa de inflación y la tasa de interés pasiva, multiplicado por el capital depositado. Obviamente, el impuesto es aún mayor si la plata se queda en el bolsillo.

Exploremos los datos. El circulante en poder del público, a fines de mayo de este año, era de 67.000 millones de pesos. De manera que, a una tasa de inflación de 25% anual, el importe del año del impuesto inflacionario equivale a 16.750 millones de pesos o, con el dólar a $ 3,10, 5.400 millones de dólares. Que se lleva íntegramente el Estado. ¡Aproximadamente tres veces el aumento de las retenciones móviles por las que pelea el sector agrario!

Puede ser que, viendo estos números, los Kirchner entiendan mejor el porqué de los cacerolazos y la pérdida de imagen.

Sigamos. Las cuentas corrientes del sector privado alcanzabana 40.000 millones de pesos. El impuesto anual aquí es de 10.000 millones de pesos y lo recaudan las entidades financieras. Es decir que los «malvados» banqueros, reciben del Estado un subsidio superior a 3.200 millones de dólares. En realidad, para ser justos, este importe lo comparten el Estado -por los encajes- y los deudores, dado que la tasa activa sería seguramente mayor de no mediar este impuesto. (Y quizás les compense a los bancos, en parte, los montos nunca reconocidos por las diferencias de la pesificación asimétrica). Además, el spread bancario, la ganancia financiera, tampoco está alcanzado por el ajuste por inflación. De manera que, antes de que se enojen los amigos banqueros, su beneficio es mucho menor.

Pasemos a las cajas de ahorro del sector privado. Un monto aproximado a los 35.000 millones de pesos. En este caso, como se paga una tasa, aunque sea baja, el impuesto es algo menor, unos 8.400 millones de pesos anuales. Aquí también la recaudación se reparte entre el Estado, los bancos y los deudores del sistema.

Finalmente, los mencionados depósitos a plazo fijo. El monto en este rubro, es de, aproximadamente, 60.000 millones de pesos. Descontada la tasa pasiva promedio del sistema, el impuesto resultante anual es de unos 9.000 millones de pesos. También repartido entre banqueros, deudores y Estado.

Obviamente, aquí no se incluye la renta obtenida por la tenencia de títulos públicos. Pero, un impuesto a dicha renta no haría más -en las condiciones actuales- que subir la tasa de interés que debe pagar el Estado para colocar deuda, de manera que, simplemente, sería el propio Estado el que terminaría pagando el impuesto.

En ese sentido, aun si no existiera el impuesto inflacionario, cualquier impuesto a la renta financiera, de acuerdo a las condiciones del mercado, se trasladaría a la tasa activa, de manera que, en vez de ser un impuesto a las ganancias de los depositantes, se convertiría, fácilmente, en un impuesto a los préstamos bancarios. ¿No hay una mejor idea?

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