Tuesday, April 29, 2008

Milagro argentino: de nada crear crisis

Milagro argentino: de nada crear crisis

Por: Enrique Szewach
Ámbito Financiero

«Conozco países que tienen problemas, pero países que se zambullen en problemas, sólo la Argentina», decía un presidente del Banco Central hace muchos años. Efectivamente, basta con ver el primer cuadro como para verificar la gran distancia que se observa entre los indicadores centrales de «salud» económica que presenta la Argentina, y el «clima» que rodea a la toma de decisiones económicas en los últimos tiempos.

En efecto, los tres indicadores de «solvencia» que se presentan muestran variaciones extremadamente positivas respecto de los valores existentes en los preliminares de la crisis de 2001. El Indice de Precios de las Materias Primas, que elabora el BCRA, creció 226%. El tipo de cambio real multilateral, también comparado con ese momento trágico, es 257% superior y, finalmente, el porcentaje de intereses de la deuda pública a pagar, respecto de los recursos tributarios, cayó 50%. Para completar el cuadro, un «indicador de bienestar», el PBI per cápita, creció 27% respecto de finales del gobierno de Fernando de la Rúa.

Cualquier extraterrestre con algún conocimiento de economía, enfrentado a estos números, apostaría que el país que los genera está en medio de una prosperidad y tranquilidad sin precedentes. La pregunta, sin embargo, surge inmediata: ¿Cómo es posible que con semejantes indicadores, la Argentina esté hoy en medio de la peor crisis política y económica desde finales de 2002? Es probable que la respuesta pueda encontrarse en el pésimo manejo macroeconómico que reflejan los indicadores del cuadro número 2, «el modelo MRN».

Para los jóvenes y los poco memoriosos, el primer ganador millonario del PRODE fue un albañil paraguayo llamado Mercedes Ramón Negrete (de allí la sigla MRN). Cuando Don Ramón ganó ese premio millonario, se pensó, como no podía ser de otra manera, «qué suerte, está salvado el hombre». Sin embargo, la historia fue muy distinta. Lo primero que hizo Negrete fue abandonar a su «compañera» y dedicarse, con esmero digno de mejores causas, a gastarse el premio sin mucha previsión. Como se sabe, a cierto ritmo de gasto, aun una fortuna termina siendo despilfarrada y agotada. Y eso le pasó al pobre Ramón, que, al poco tiempo, había vuelto al punto de partida.

# Enjundia

En el mismo sentido que MRN, el gobierno kirchnerista se ha dedicado, con una enjundia también digna de mejores causas, a gastar este extraordinario premio internacional, «captado» con impuestos varios, en fogonear el consumo. En subsidiar precios a la clase media y alta. En invertir, con gran ineficiencia, en donde podría haber invertido el sector privado, en otras condiciones. Y, en general, en alentar una política fiscal procíclica, que tuvo como resultado lo que presenta el cuadro 2. Una deuda pública que ha crecido respecto de la crisis de 2001 (aunque, como se mostró en el cuadro anterior, con un mejor perfil en los pagos. Y, además, una menor carga de deuda en moneda extranjera). Una aceleración dramática de la tasa de inflación (que es al menos tres veces la de países similares) aun con precios clave congelados, retenciones a la exportación para moderar la «agroinflación» y sin haberse terminado el cambio de precios relativos post megadevaluación de 2002. Y una falta de largo plazo preocupante en las variables monetarias, en donde la mejora en los ingresos del sector privado no se ha traducido en una recuperación del tamaño del sistema financiero. Y en donde priman índices de « liquidez» (fondos dispuestos a «correr», que duplican la situación de finales de 2001).

En otras palabras, el mismo marciano, enfrentado al cuadro 2, no podría atribuirlo al mismo país que representa el cuadro 1. Está claro que, si no se corrigen las causas que determinan el cuadro 2, algunos de los números del cuadro 1 empezarán a empeorar. En especial, como ya está pasando, el tipo de cambio real multilateral « atacado» por el diferencial de inflación entre la Argentina y el resto del mundo, que ya no es totalmente compensado por la revaluación del resto de las monedas. Y el PBI per cápita que, como ya se mencionara en notas anteriores, comenzará a desacelerar su crecimiento por freno al consumo, debido al deterioro del poder de compra salarial, y por menor inversión por incertidumbre de horizonte.

Pero a diferencia de MRN, que ganó un premio «de una sola vez», todavía la Argentina, en sus términos del intercambio y mientras el dólar no pegue la vuelta, sigue ganando un PRODE diario. Esa es una muy buena noticia, porque bastaría un cambio drástico de la política fiscal, un blanqueo de los índices de precios, como parte de un «relanzamiento» de la seguridad contractual y el abandono de la reputación de defaulteador serial. Una reducción gradual de los subsidios a los sectores de más ingresos y una política social de ayuda directa y focalizada a los sectores de menores recursos para superar, de a poco, los problemas que muestra el cuadro 2 y sumar esas variables a las positivas que presenta el cuadro 1.

Claro que ello implicaría dejar de lado las teorías exóticas de los «complots». Tener menos «precios argentinos» y más precios internacionales. Menos capitalismo de amigos y más capitalismo competitivo. Menor discrecionalidad y más reglas. Menos poder basado en la caja y más poder basado en los consensos. En síntesis, sería parecerse cada vez más a Brasil, Chile, Uruguay y Perú y un poco menos a Venezuela, Bolivia, Ecuador y ¿Paraguay? Lamentablemente, por lo que trasciende desde el poder, para ese momento todavía falta. Los chinos dicen que crisis es oportunidad. Los argentinos hemos probado la inversa. Convertimos una oportunidad en crisis.

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