Thursday, July 19, 2007

Carlos Rodríguez

Entretenido y polémico
Ámbito Financiero
19 julio 07

Carlos Rodríguez fue el encargado en julio de brindar un completo informe de actualidad en lo que es la ya tradicional entrega de este diario de «El economista del mes». Doctorado en la Universidad de Chicago, profesor durante siete años en Columbia y actualmente rector de la Universidad del CEMA, señala que «si cuando no hay energía, la solución es venderla barata, eso es suicida». A mediano plazo, duda de las perspectivas de crecimiento.

Carlos Rodríguez
1- ¿Es posible seguir creciendo a alto ritmo?

El crecimiento no está basado en un esfuerzo sostenible de inversión, sino básicamente en un boom de consumo con centro en políticas de ingresos y controles de precios. Esto lleva a que estemos consumiendo buena parte del stock de capital acumulado antes de la crisis. Seguimos usando el mismo modelo de economía abierta de mercado que prevaleció hasta antes de la crisis, emparchándolo pobremente cada vez que ocurre algún problema de corto plazo. En verdad, no podemos decir que se trate de un «nuevo modelo productivo». Lo único que existe es el mismo sistema económico de antes, ayudado por un factor exógeno que es el aumento de los precios en dólares de los commodities que exportamos y en sostener alto un precio, que es el del dólar. A su vez, mantenerlo en un valor elevado se heredó del pánico que generó la crisis con la devaluación de 2002. En sí el objetivo de Eduardo Duhalde era llevarlo a $ 1,40, luego se fue a $ 4, para bajar después a $ 3. Como resultado, mejoró la posición del sector que compite con las importaciones, que se convirtió en un fuerte aliado del gobierno. Debería haber producido también una caída en los salarios reales, pero el gobierno no permitió que eso ocurriera, que hubiera sido lo que las reglas del mercado hubieran determinado.

2- ¿Qué consecuencias se derivan de mantener el tipo de cambio alto?

Se están generando dos desajustes. Uno es que el Banco Central, para mantener el dólar alto, se ve obligado a comprar divisas con deuda. El otro es que hay una creciente presión inflacionaria, si bien no explosiva. A su vez, para no dejar que los precios suban, se tomaron dos medidas que están mal. Se está implementando un control psicológico sobre los precios, que es una herramienta que no tiene período ni plazos y que se traduce en que se hace difícil predecir. Se dicen malas palabras, se amenaza, pero en los medios pocos de los afectados se animan a criticar. Controlar la inflación a través de este tipo de metodologías no permite afirmar que la economía tenga un buen pronóstico hacia futuro. Es un «control psicológico» porque todavía no se invocó la ley de abastecimiento formalmente (y creo que hay complicaciones legales para ello).

La segunda acción que se tomó fue intentar eliminar el problema adoptando medidas que tiraron un manto de dudas sobre las estadísticas. El problema INDEC es mucho más grave de lo que uno piensa. Así, se destruye totalmente la credibilidad de las estadísticas oficiales.

En síntesis, se presiona a las empresas para que no suban los precios, y si lo hacen, se presiona a los empleados del INDEC para que no lo registren. Una economía que implementa estas medidas no tiene buenas perspectivas de crecer en el mediano plazo. Se parece más a la Rusia centralmente planificada en la cual las estadísticas no significaban nada. Incluso genera dudas respecto del crecimiento: cómo sé si crecí si no creo en las estadísticas. Sin ser cínico, es evidente que crecimos porque se lo percibe en la calle. Hoy por hoy, es lo que se siente lo que determina los valores económicos más que lo que las estadísticas oficiales indican. Por otro lado, si se disminuye artificialmente el nivel de precios, se estaría haciendo otro default sobre la deuda indexada por CER que ya fue refinanciada.

Sería un modelo si el gobierno quisiera un dólar alto, pero de una manera sostenible, que al presentarlo al mercado los agentes económicos puedan hacer sus decisiones con credibilidad, con confianza y entendiendo cómo funciona. Si cada vez que el tipo de cambio real tiende a bajar se inventa una nueva serie de precios o se aplica este tipo de controles psicológicos, se vuelve imposible planificar hacia el futuro. Todos estos remedios son un poco burdos. Son cosas que ocurren en medio de la guerra, cuando no se está viviendo una.

Cuando se planifican inversiones, se lo hace sobre la base de esperanza de ganancias, de expectativas de salarios y de precios. Pero en este momento no hay reglas de juego que permitan definir cómo estimarlas. Los economistas hemos quedado fuera de la profesión en este momento, simplemente porque no hay variables para poner dentro de nuestros modelos.

A los que proponen el dólar alto les recomendaría que para que una cosa sea cara, tiene que ser escasa. Es por eso que es importante eliminar los impuestos a la importación y abrir más la economía. Lo que ocurre es que esta modificación no beneficiaría a los que hoy piden que la moneda extranjera esté cara.

3- ¿Cómo cree que puede afectar la crisis energética?

Es evidente que los expertos en el tema que advertían a coro que esto iba a ocurrir tenían razón. Estamos teniendo una situación crítica. Y ese mismo coro continúa diciendo que va a seguir siendo complicado. Además, si cuando no hay energía, la solución es venderla más barata, la solución es suicida. Y es justamente lo que se está haciendo.

La nafta en la Argentina cuesta la mitad de lo que cuesta en Estados Unidos, cuando históricamente eso nunca fue así. Siempre acá ha costado entre dos y tres veces lo que valía en EE.UU. Y encima en nuestro país la mitad del precio es impuesto.

Después de todas las inversiones que se hicieron y de lo orgullosos que estábamos por poder exportar energía, gas y combustible, ahora estamos pasando a depender de Bolivia, Brasil, Paraguay y Chile.

Estas realidades del mercado no pueden ser evitadas. Pueden ser postergadas, pero no hay manera de disfrazarlas permanentemente. La energía y todos los precios de los servicios públicos están congelados. Eso sirvió para que el dólar fuera alto y los salarios no cayeran. Fue justamente lo que creó una alianza política sumamente importante: tanto el sector industrial competitivo de las importaciones como los sindicatos se convirtieron en aliados del presunto modelo que les da a los dos un precio relativo alto. Pero esto tiene un costo: las reservas de la energía. No hubo más búsquedas, perforaciones ni ampliación de la capacidad de transporte de energía.

Así, en algún momento, cuando se acaba, se hace necesario subir el precio. Pero si el gobierno lo hiciera, caerían los salarios y de esa manera se desarmaría el pacto político entre empresarios y sindicatos. Además, los componentes de la alianza industrialista cambian porque dejaría de ser la industria sustitutiva de las importaciones la que se beneficia y pasaría a ser la de los servicios, especialmente la de los públicos, como las comunicaciones, energía, transporte, entre otros.

Es por eso que no puedo creer que sean tan suicidas de vender tan barata la energía. Es una medida ridícula.

Quiero suponer que es una estrategia que dura hasta las elecciones. O hasta que suba la temperatura...

4- ¿Por cuánto tiempo más se podrá mantener el dólar a 3,10 pesos?

Por el camino que vamos, el tipo de cambio nominal va a estar barato muy pronto. Todo el mundo está apostando a que sigan entrando capitales y a que si el Central deja de comprar, el dólar se caería. En la Argentina eso cambia de un día para el otro y se pasa de vendedor a comprador. Si eso ocurre, es posible que la Secretaría de Comercio Interior controle también el precio del dólar. Es así que, con la pérdida de confianza de las instituciones, la gente va a lo más seguro, que es la divisa. A su vez, es imposible que baje el tipo de cambio porque Néstor Kirchner dejaría de ser lo que es. Una cosa es incompatible con la otra. La alianza política que lo sostiene es la que le favorece el dólar alto. A su vez, la propia naturaleza de esa alianza genera desconfianza, con lo que aumenta el riesgo-país y no se favorece la entrada de capitales.

5- ¿Cómo ve el comportamiento del mercado de títulos argentinos?

Hace pocos meses, el gobierno afirmaba que habíamos llegado a una prima de riesgo-país que era más baja que en los 90. La pregunta es qué pasó que en muy poco tiempo subió y alcanzó a ser el doble que la de Brasil, la de Uruguay, y hasta es más alta que la que tuvimos durante la convertibilidad. Entonces hay alguien en el mundo que piensa que nuestros títulos no son tan buenos como los brasileños. Si bien no es altísimo el nivel, es el doble que el promedio latinoamericano. Somos el segundo Estado con el riesgo-país más alto de América latina, detrás de Ecuador, donde hay una fuerte expectativa de que va a entrar en default.

6- ¿Cómo ve las cuentas públicas?

El superávit fiscal es fundamental. Es para enorgullecerse de cuán correctos estábamos los economistas neoliberales en sostener que era la base número uno para una estabilidad macroeconómica sostenible. Los políticos de los sucesivos partidos políticos decían que no y votaban los déficits. En este caso en particular, Kirchner pudo manejar a sus políticos.

Contar con un resultado fiscal positivo es una herramienta de un poder enorme que esperemos que los próximos gobiernos no la tiren por la ventana porque con equilibrio fiscal el mercado no entra en pánico por cualquier cosa. Mientras se sostenga, el gobierno puede darse ciertos lujos como subsidiar el transporte, la nafta o el gas natural. El problema es que se está consumiendo parte del stock de capital acumulado.

7- ¿Es suficiente la inversión actual?

Muchos operadores están invirtiendo en construcción. Esto ocurre porque el mercado creyó que el dólar estaba muy alto y que iba a caer. Eso genera un círculo, virtuoso en este caso, en el que la gente se desprende de sus divisas para comprar propiedades, lo que genera un boom de construcción que se expande a toda la economía, lo que a su vez se traduce en un boom de consumo. Y esto ayuda, aunque sólo en el corto plazo.
En lugar de que esa plata entre al sistema financiero y financie inversiones productivas, sale del sistema para dar crédito al consumo. No creo en la sostenibilidad de un modelo de crecimiento basado en la desconfianza y el consumo.

8- ¿Cómo evalúa el actual contexto internacional?

El panorama es bastante complicado por el lado de Estados Unidos, porque ese país, para tratar de compensar el deterioro de su sector externo, está dispuesto a subir la tasa de interés, lo que puede generar recesión, y la opción de dejar que la moneda se devalúe no es una solución ya que provoca disturbios en el mercado de capitales.
La verdadera culpa del déficit comercial de EE.UU. la tiene el déficit fiscal. Es algo parecido a lo que ocurre acá, a la inversa, y es necesario saber que no es posible mantener dos cosas altas a la vez. Si se quiere tener más déficit fiscal se va a tener más déficit comercial.

Respecto de los precios de los commodities, éstos subieron de manera extraordinaria desde 2002 hasta la fecha, pero sólo en términos de dólares. En euros se mantuvo bastante estable la relación del poder de compra de los bienes expresados en esa moneda. Favorece a nuestro comercio con Estados Unidos, pero no tanto con Europa y se debe a la extraordinaria devaluación que sufrió el dólar.

9- ¿Cómo afecta a la Argentina la expansión de China?

No existe precedente histórico de lo que estamos viviendo con China. Siempre enseñé que la igualación internacional de los precios de los bienes significa la igualación de los precios de los factores. Es decir que comerciar en bienes es un sustituto de hacerlo en factores porque los precios se van unificando. La entrada de China al mercado mundial significó un aumento de proporciones insólitas en la oferta de mano de obra. Esto al planeta Tierra le hace muy bien, aunque tiene un efecto secundario que es que conviene comprar trabajo chino porque es más barato. Y es posible adquirirlo de dos maneras: mediante la importación de los bienes desde ese país, que es lo que hacemos nosotros, o abriendo empresas directamente en China y producir desde allá, con capitales extranjeros y trabajo asiático. Esto es lo que están haciendo los norteamericanos. Es así que esta apertura es buena para el mundo en su conjunto, especialmente para los trabajadores chinos y todos los consumidores, pero puede ser mala para el resto de los trabajadores del mundo.

En la década del 90, algunos decían que las fábricas estaban paradas por exceso de mercado. Actualmente se ordena a los empresarios detener la producción por falta de energía (que es consecuencia de la falta de mercado). Entonces entre una y otra opción, los argentinos vamos a tener que decidir. De todas maneras, invito a revisar las estadísticas, porque las fábricas no estaban paradas.


"No hay derrame, y si lo hace, es para otro lado"

El salario real de hoy es el mismo que en 2001. Y eso es teniendo en cuenta los cuestionados datos de la variación de precios del INDEC por lo que podría ser, inclusive, mucho menor si se tomaran cifras más reales. Es así que el poder de compra es similar o peor que en la convertibilidad, a pesar del enorme crecimiento que se dice que está ocurriendo, por lo que concluyo que este modelo no derrama, o lo hace para otro lado. Sólo los salarios reales del sector formal subieron 20%. Para los trabajadores no registrados o informales, las remuneraciones nominales aumentaron 70% y en el sector público crecieron sólo 50%, por lo que, en términos reales, cayeron groseramente ya que la inflación fue al menos un 100%.

Por otra parte, el desempleo está exactamente igual que a fines del 99, cuando fue uno de los dos desenlaces de la convertibilidad. En ese año el mercado se percató de que se acababa Carlos Menem y que venía un nuevo modelo. No había dudas de que la Argentina del dólar bajo iba a ser reemplazada por otro país con un tipo de cambio devaluado. Fue el fin de un sistema político-económico en donde se cambiaron las reglas de juego. En el 98 el desempleo fue de 12,6% y, los últimos datos de 2007, dan un porcentaje similar, incluyendo también a quienes reciben Plan Jefas y Jefes.

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